No iba a darme una ducha, ya lo había hecho hacía menos de ocho horas. Revolví lo que llevaba en una de mis maletas y me decidí por unos vaqueros azules con una camisa blanca, en los pies, unas chatitas. Entré al baño para colocarme la ropa y salí para buscar mi bolso con todos mis cosméticos, al volver a entrar, dejé la puerta abierta.
Lavé mi cara y luego la sequé. Me coloqué crema humectante y luego me cepillé los dientes. Comencé con el maquillaje, algo de delineador negro, rímel negro, base unos tonos más oscuros que mi piel y luego un brillo labial delicado. Nicola me observaba desde la puerta del baño.

- Yo no podría hacer eso todos los días.- Dijo apoyado en el marco de la puerta.
- Nosotras, las mujeres, si podemos.- Le dije y me coloqué unos aros que hacían juego con mi atuendo.
- Yo solo me lavo la cara, los dientes y despeino un poco mi cabello, a diferencia de ti, que lo peinas todo el tiempo.- Sonrió.
- Eres hombre.- Le dije.- No entenderías.
- No te hagas problema Angie, hace mucho dejé de intentar comprender a las mujeres.- Comentó. Reí.
- ¿Nicola?- Pregunté para cambiar de tema. Guardé mi maquillaje.
- ¿Si?- Me prestó atención.
- ¿Eres consciente del escándalo del globo?- Le pregunte. Me miró confundido.
- ¿De qué hablas?- Preguntó divertido.
- El globo que le querías robar a tu hermana.- Le dije. Rió.
- No molestes Angie.- Dijo riendo.
- Es en serio Nicola.- Dije.- Dos horas antes de que se te fuera la borrachera, quisiste quedarte con el globo de Macarena y ella se resignaba a irse a casa sin su globo.
- ¿Es en serio?- Preguntó frotándose los ojos.
- Si.- Reí.
- Loco maniático.- Se dijo a sí mismo y rió.- ¿Qué hizo Macarena?- Preguntó.
- Te amenazó con no quererte más y tú, al borde de las lágrimas le devolviste el globo.- Reí al recordar las muecas de Nicola.
- Oh, mi padre va a decirme que soy un irresponsable con el alcohol y bla bla bla.- Rodó los ojos y luego rió.
- Eres un estúpido.- Le dije pasando por su lado.
- Si, lo soy.- Dijo y apagó la luz de baño. Me siguió.- Anoche me he quedado dormido.
- Aún tenías algo de alcohol en tus venas.- Le dije burlona.- ¿No has amanecido con malestar?- Pregunté.
- Dolor de cabeza, muy muy fuerte.- Se quejó.- Ya me tomé algo.- Sonrió.- ¿Por qué crees que he despertado una hora antes que tú? El mundo me daba vueltas.- Dijo. Reí.
- Te pasa por abusar del wiski.- Carcajeé. Se unió a mis risas.
- Gracias al wiski, anoche, te has salvado.- Me dijo y guiñó un ojo.
- Cállate.
- No me mandes a callar.- Dijo sentándose en la cama.- Te juro que de esta noche no pasa.- Sonrió.
- No quiero Nicola.- Me senté a su lado.- ¿Vas a obligarme?
- ¿Te enojarías si te obligo?- Preguntó. Asentí.- Me temo que te enojaras entonces.- Rió.
- No es gracioso. Puedo denunciarte por violador.- Le dije con calma. Arrugó la frente y alzó las cejas.- Tengo dieciséis y tú tienes veintidós.
- Eres mi esposa.- Dijo.
- Nicola, no tiene absolutamente nada que ver, puedo ser tu esposa y aun así no querer tener sexo contigo.
- Pero no puedes ir a la policía y decir "Oh, quiero denunciar a mi esposo por violación".- Dijo y rió.- Es estúpido.
- Tú eres estúpido.- Le dije. Me tendió la mano.
- Ven aquí.
- No quiero.- Me quedé estática donde estaba y lo observé. No había más de dos metros entre nosotros.
- Vamos Angie, siéntate a mi lado.- Me sonrió. Debo admitir que se veía adorable.- No hablemos sobre eso, la verdad es que ya no quiero pelear contigo.- Hizo una mueca.- Ven aquí.- Sacudió su mano y se esforzó por buscar la mía.

Le tomé la mano y él de un solo tirón me sentó sobre su regazo. Besó mi mejilla y entrelazó nuestros dedos.

- ¿De que hablaban con Macarena?- Preguntó.
- Ya te dijimos, cosas de mujeres.
- Hey, vamos, cuéntame.- Volvió a besar mi mejilla.
- Sobre tu vida.- Reí.- En verdad sobre ella, pero tú tienes que ver con eso.- Alcé los hombros.- Réstale importancia.- Añadí.
- ¿Han hablado mucho?
- Lo necesario como para conocernos.- Sonreí.- Y les he prometido a los dos pequeños, Francesco y Macarena, que cuando volvamos haremos noche de películas.
- Oh, no Angie. No sabes en que lío te has metido.- Rió.- Esos dos, juntos, son dos demonios andantes.- Abrió los ojos como platos.
- Son divinos.- Sonreí.- Tú lo dices porque eres su hermano y cualquier hermano mayor no soporta a sus hermanos más pequeños.
- No he dicho que no los soporte, simplemente, son algo molestos por momentos.- Rió.
- Que malo eres.- Me uní a su tierna risa.- Yo daría tanto por tener dos hermanos como los tuyos.- Admití.
- Shh, no empieces con la melancolía.
- Nunca quieres escucharme.- Dije ofendida.
- Angie, no quiero que te pongas mal cada vez que hablamos de mi familia, ¿entiendes? Por más que nos llevemos como perro y gato, me pone mal que estés triste, ¿sabes? Odio el hecho de saber que siempre será así porque eso no tiene remedio. Pero ya, no estés mal, tienes gente que te quiere mucho y eso cuenta. Ponte feliz, vamos, juntos podemos formar una familia. No tiene por qué ser un matrimonio aburrido y triste, podemos pasarla muy bien, y no lo mal intérpretes, sin sexo, pero bien. Te quiero y en el fondo sé que me quieres, aunque te hago la vida imposible, admite que me quieres.- Terminó de hablar y sonrió.

la bella y la bestia (adaptada)Where stories live. Discover now