Capítulo 28 - Colores de equipo

Depuis le début
                                    

—Podrías orientarme —ofrezco.

—¿Quieres que te enseñe cómo funciona?

—Lo básico ayudaría. No te equivoques, no soy muy seguidora de los deportes y lo más probable es que me veas con el móvil en cualquier partido al que vaya porque me cuesta seguirlo —Su atención hace que sea más fácil seguir—, pero estaría bien saber algo cuando vuelva a ir a veros jugar.

—¿Quieres volver a venir a vernos jugar? —pregunta sorprendido.

Eso es a mí a quien sorprende.

Entonces me planteo lo obvio: Quizás sea él quien no me quiere allí.

—Mírale, haciéndose el duro —comenta Isaac.

Ha debido aburrirse del partido porque le encuentro con la espalda apoyada contra la barandilla. Codea con suavidad a Rory con una expresión aniñada mientras mira en nuestra dirección.

—Ignoradme, solo estoy de espectador —añade.

—¿No tenías un partido que ver? —pregunta Reece.

—Están jugando como si fueran pollos sin cabeza así que, si no quiero arrancarme los ojos, necesito una distracción. —Mira hacia Rory—. No te ofendas, Roro, pero tu chico de brillante armadura y el resto de corderitos están jugando tan mal que estoy pensando en pasarme al equipo de sus rivales, y estamos hablando de Zager.

—Mejor oféndete —ofrece Jordan al entender el significado.

—No pueden estar jugando tan mal —digo.

—¿Cómo puede salir semejante estupidez de esa boca? —pregunta Isaac. Reece se acomoda y la mirada de Isaac pasa a él por un momento antes de añadir—: Sin ofender, Juls, te quiero y aprecio como persona y todo eso.

Levanta la mirada hacia las gradas con una queja ahogada en su garganta. Sea lo que sea que está pasando en el partido, no es la primera vez que le hace saltar. Lo que todo el mundo ha notado a nuestro alrededor.

—En ningún universo pensé que estos idiotas tendrían una oportunidad contra los de La Ría. Es decir, ¿les habéis visto jugar? Es una suerte que encuentren el balón una vez por partido —añade.

—Isaac —advierte Reece.

—Ayudo a entrenar a críos de ocho años e incluso ellos juegan mejor que Zager y compañía. Hablo en serio, Reece, deberían volver a las clases de parbulitos. No saben ni pasar un balón sin...

Le interrumpen desde las gradas.

Un grupo con el que Isaac ya ha discutido un par de veces, está oyendo todo lo que Isaac está prácticamente gritando y uno de ellos no tarda en hacerse oír. Isaac levanta la mirada de forma distraída hacia él al notarlo.

—¿Quieres repetirlo, corderito? —pregunta Isaac.

—He dicho que, si vuestra mierda de equipo está perdiendo, será por algo.

Isaac se yergue, con una sonrisa peligrosa sobre sus labios al cruzarse de brazos. Cerca, Jordan murmura un apagado "Ahí vamos" bajo su respiración sin prestar demasiada atención a la situación. Incluso Reece, que le ha advertido un par de veces, ahora se ve relajado con todo esto. Como si fuera un accidente que ya ha pasado y no queda nada que hacer para impedirlo.

—Si tienes algún problema con a qué equipo queremos apoyar, puedes hacer dos cosas. Bajas aquí y me lo dices cara a cara, o te tragas tu opinión antes de que te haga yo hacerlo —dice Isaac.

Reece mira hacia Isaac, pero parece cambiar de idea y mira hacia las gradas. En el pequeño grupo de arriba, otro de los chicos está hablando con el que ha hablado, casi parece pedirle que se calle. Lo que, viendo la expresión de Isaac, diría que es una muy buena idea. Porque él se ve complacido con todo esto, casi agradecido de tener una nueva distracción lejos del campo.

Las mentiras que nos atanOù les histoires vivent. Découvrez maintenant