Guerra Fria III

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— ¡Kory, ¿estás bien?! — Kim se acercó, revisando su cuerpo rápidamente.

Para su suerte, no tenía ni un rasguño, estaba sana y salva — Creo que vi mi vida pasar por mis ojos — dijo tomándose el pecho.

El jefe de seguridad caminaba de un lado a otro, organizando a sus hombres para rodear las entradas.

— ¡TE DIJE QUE NO DEBÍAS SALIR! — le gritó en un momento de desesperación. Tan pronto recobró conciencia, se dió cuenta que acababa de gritarle a su jefa — Eh... disculpe — apenado, se acomodó su corbata, sintiendo el sudor correr por su cuello.

La joven Mann sonrió — Tenías razón... lo siento — aquello lo sorprendió, haciéndolo sonrojar.

Cuando Tanaka le encomendó la vida de su amiga, le advirtió que no sería fácil controlarla, explicándole, también, que desde su discusión con su ex novia, ella tenía un comportamiento errático y, de momentos, ofensivo.

Sin embargo, él difería de la agente, la rubia era una mujer agradable y muy educada. Le parecía que estaba consciente del peligro que corría su vida, y que no hubiera salido a exponerse de esa manera si no fuera totalmente necesario.

— Hey... ¿podría uno de tus hombres chequear si todos están bien allá afuera? — le pidió amablemente.

— Nuestra prioridad es su seguridad, señorita Mann — ella lo miró suplicante — Veré que puedo hacer — aceptó suspirando.

— Gracias... si puede, dile que traiga a esa chica que subió a hablar conmigo — le rogó juntando las palmas de sus manos.

El hombre, poco convencido, obedeció. A los pocos minutos, la pelirroja entró escoltada.

Kory se acercó rápidamente — Disculpa si te asustaron, solo quería asegurarme de que estuvieras bien.

La joven aún la miraba con desconfianza — Bueno, olvidando que pude haber muerto, no tengo más que un par de rasguños — le mostró sus brazos, los cuales había usado para amortiguar la caída, dejándole raspones un poco vistosos.

Mann suspiró — Que mierda... hay una enfermería en el quinto piso, si gustas puedo acompañarte — a pesar de que parecía una sugerencia, la tomó de la mano sin esperar respuesta y la condujo hasta el ascensor.

El camino estuvo lleno de tensión, los empleados estaban enloquecidos mientras los gerentes trataban de explicar la situación. Agarró la mano de la rubia con más fuerza, estaba asustada.

— Señora Mann...

— Señorita... pero mejor llámame por mi nombre — le pidió.

— Kory — murmuró sonrojada — ¿No deberías decirles algo? Parecen asustados.

Kory frunció el ceño, restregándose la cara con fastidio. No era su piso, por lo que no habían muchas caras conocidas. Soltó su mano, caminando a paso firme hasta estar frente a ellos, su simple presencia hizo que guardaran silencio.

— Escuchen... — tardó un par de minutos en explicarles resumidamente lo que había pasado, disculpándose y asumiendo la responsabilidad — En cuanto verifiquen que todo es seguro, podrán irse a casa — les aseguró, haciendo que la algarabía terminara.

MANN BOXWhere stories live. Discover now