Recuerdos

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— Hannah...

— ¡No, Kory! — le interrumpió — ¿Realmente te parece que esto no es algo importante? — inquirió desesperada.

— Es personal — respondió la mayor mientras la veía caminar de un lado a otro desde su asiento en el borde de la cama.

— ¿¡Personal!? — preguntó sarcástica — ¡Vamos a casarnos, también es mi asunto! — le recordó.

— Lo sé — agachó la mirada, analizando sus dedos entrelazados y jugando con sus pulgares — No estaba ocultándotelo, solo es difícil hablar del tema — le explicó.

Hannah se sintió mal por un momento, por lo que se puso de cuclillas entre sus piernas. Se miraron a los ojos, notando mutuamente su tristeza.

— Quieres tener hijos, ¿no? — cuestionó suavemente.

— Más que nada en este mundo... pero no pienso obligarte a cargar con todo, hay muchas maneras hoy en día...

— Sh — la azabache la interrumpió — No es eso... ¿Qué pasa si yo no puedo? ¿Si, por alguna razón, algo sale mal, Kory? — su verdadera preocupación salió a la luz, dejándole comprender por que estaba tan alterada.

Kory empezó a reír ligeramente — No te preocupes por cosas que aún no han pasado.

La menor se levantó iracunda, volviendo a desfilar por el cuarto mientras hablaba consigo mismo — ¿Cómo que no me preocupe? ¿¡Como que no me preocupe!? Dios mio, aún tengo que ir a la universidad, y luego especializarme, ¿en que momento tendré tantos hijos? ¿¡qué haré!? — dijo tomándose la cabeza, mientras entraba al baño.

La rubia se levantó despacio, aún con una sonrisa en los labios. La rodeó con los brazos, atrapando sus hombros — Hannah... vas a ser una gran médico y después una gran madre, yo te esperaré todo el tiempo que necesites.

— ¿Estás consciente de cuantos años tardaré en eso? — la pequeña Black la observó de reojo, a pesar de poder ver su reflejo desde el espejo.

— ¿Cuál es tu solución? ¿Qué me busque otra mujer? — bromeó haciéndola enojar — ¿Una igual a ti? ¿Con tus mismos ojos y tu misma boca, que camine como tú y se ría como tú? ¿Donde la encuentro? —.

— Jum — respondió luchando para no sonreír. Dejó de huirle a sus ojos y la observó en el reflejo — ¿y si no puedo darte la familia que quieres? —.

— Tú eres la familia que quiero — respondió dándole un beso en la mejilla, disipando levemente sus miedos.

— Me haces difícil odiarte — susurró enternecida — Luego recuerdo que te acostaste con otra y se me pasa.

Kory volvió a reír — ya te dije que no me acosté con ella... no podía hacerte eso — repitió con relajo.

— No soy idiota... no me vas a convencer — frunció los labios, no dejaría ir su argumento tan fácilmente.

— Muy en el fondo... sabes que es cierto — canturreó mientras volvía a la habitación.

Sonrió ligeramente cuando la rubia abandonó el baño, tal vez había actuado insensatamente, pero aún no estaba convencida de sus palabras.

Solo había una persona que podía averiguar la verdad, y que además tenía los cojones para decírselo en la cara, y esa era ni más ni menos que Dina Carter.

Para su desgracia, se marcharía a Miami la mañana siguiente. No tendría tiempo para hablar con ella por ahora, por lo que abandonó la idea hasta que la vida las juntara otra vez, aunque los celos y el dolor le carcomían por dentro.

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