Rotos y desenfrenados

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La noche amenazaba con envolverla en la locura. La casa de Gia era en demasía ruidosa; Sus padres, quienes eran extremadamente extrovertidos, disfrutaban de tener invitados, por lo que al enterarse que Hannah pasaría un par de días (quizás más) en su morada, decidieron organizar una cena familiar. Por una cena familiar hacían referencia a una fiesta que entre tíos, primos, incluso abuelos, sumaban alrededor de unos cincuenta invitados.

Al principio la reunión había sido muy entretenida, los Stones eran prácticamente su segunda familia y la pasaba de maravilla con todos ellos; Sin embargo, el cansancio de la noche anterior estaba haciendo mella en ella, la música empezaba a molestarle un poco y el cansancio limitaba su capacidad de interactuar con los presentes. Gia le sugirió que subiera a la habitación a eso de la media noche, sus familiares ya estaban lo suficientemente alcoholizados para no notar su ausencia, así que se escurrió entre la gente hasta dar con las escaleras.

La casa de George Stone era un poco más pequeña que la suya, tenía un estilo rústico muy diferente al estilo clásico de su hogar. Las paredes de tonos claros le daban un aspecto espacioso, combinando con la mayoría de los muebles de madera. Solo tenía dos pisos, pero era bastante larga y ancha, y el cuarto de Gia era el último del piso de arriba, lejos de todo el ruido en el patio delantero.

Se lanzó en la cama, enredándose en las sabanas rosas de inmediato. El sueño le estaba ganando la batalla, así que cerró los ojos despacio.

— Pareces un malvavisco — dio un brinco asustada, y se sentó en la cama agarrandose el pecho con fuerza.

— ¡Eres una idiota, casi me da un infarto! — Taylor sonreía picara apoyada en la puerta — ¿Hace cuanto estas aquí? — le preguntó viendo hacía la terraza abierta.

— Unos minutos — se acercó despacio, deshaciéndose de sus zapatos en el camino — Espero que a Gia no le moleste que me escabulla de esa manera — subió a la cama gateando hasta quedar frente a Hannah. Le dió un pequeño beso en los labios y se acostó a su lado de espaldas.

— ¿Pasa algo, amor? — le preguntó al verla moverse con tan poca energía.

— Solo estoy agotada, los entrenos han sido una locura — movió un poco los músculos mostrando su cansancio.

Hannah subió sobre ella a horcajadas, le dio un beso en el cuello y con cuidado empezó a masajear su espalda — Necesitas descansar, el equipo te necesita en tu cien — La castaña asintió.

— Lo sé — contestó disfrutando de las caricias de su novia — por eso no quiero ir a casa — continuó con un tono apagado.

— ¿Problemas con tu hermana? — Taylor solo asintió — Quédate esta noche, duerme conmigo — no pudo resistirse a hacerle esa invitación al verla un poco decaída.

— ¿No crees que a Gia le moleste que me quede sin avisar? — le preguntó inocente.

— No, mi amor — Hannah sabía que su mejor amiga le sonreiría picarona y se marcharía a otro cuarto. Sacó el teléfono para dejarle un mensaje, el cual respondió de inmediato con varios emojis sacados de contexto — Ya le avisé, quédate solo por hoy —.

La azabache levantó ligeramente las caderas cuando sintió a Tee moverse. Se giró para quedar de frente a ella — Eres hermosa — le dijo después de mirarla unos segundos.

Hannah se inclinó y le dió un pequeño beso. Enternecida por la manera como su mirada se perdía en ella, tuvo el impulso correspondido de alargar el tiempo en que sus labios se convertían en uno solo. Las manos traviesas de la mayor empezaron a recorrerla hasta perderse bajo su camiseta. El corazón de la azabache se aceleró al recordar las marcas en su piel, los párpados cerrados de Taylor le impidieron notar como su novia abría los ojos asustada. Respiró profundo y decidió ponerle un freno a la situación disimuladamente. Se acostó sobre su pecho abrazándola.

MANN BOXWhere stories live. Discover now