Chocolate Amargo

895 68 39
                                    

La madrugada de San Francisco la recibió con una brisa fría, algo usual para finales de Abril. La mala costumbre de los Mann de viajar a altas horas de la noche enloquecía a los aviadores. A ellos parecía agradarles aterrizar cuando el sol aún se escondía, sin llamar mucho la atención.

Kory subió la cremallera de su chaqueta, cubriéndose hasta el cuello. No era muy tolerante a las bajas temperaturas. Caleb la ayudó a bajar del auto al llegar al hotel, ofreciéndole su brazo como apoyo. Su equipaje fue enviado directo a la habitación, sin hacer preguntas ni incomodar a los nuevos huéspedes.

Todo el recorrido fue bastante silencioso, lo cual era agradecido por la rubia, quien aprovechó para descansar las más de seis horas que estuvieron en el avión. El mayor no parecía molesto por la falta de conversación, por el contrario se le veía muy cómodo... incluso, algo feliz. Lo cierto era que, a pesar de ser familiares, Kory y Caleb apenas sí se conocían, era la primera vez que pasaban tiempo a solas sin Jhon vigilando sus pasos.

La recepción estaba desolada, al ser uno de los hoteles de la cadena familiar, siguieron su camino sin molestarse en hacer el registro. La suite presidencial estaba a su disposición, era uno de los primeros hoteles que Michael había inaugurado, por lo que la decoración era un poco antigua. Muebles rústicos y pisos alfombrados adornaban el recibidor de la espaciosa suite, la cual tenía dos cuartos separados por una enorme sala.

— Detesto el rojo en las alfombras — comentó Kory mientras se sentaba en el sofá.

— Yo también, aunque no se ve mal con la madera de este color — respondió el rubio dándole golpecitos a la mesa, como quién se asegura de su estado.

— Jhon tiene mal gusto — exclamó la chica, haciendo reír a su primo.

— Sí, es tan anticuado a veces — dijo con un guiño — Pero bueno, mejor nos concentramos en esto — se acercó al sillón frente a ella, dejando en la mesa su maletín. Sacó algunos papeles y se los tendió — Ahora que estamos solos, explícame para que soy bueno — Caleb siempre transmitía una vibra de tranquilidad, como si tuviera todo bajo control.

— Bien, este es el terreno que nos están vendiendo — informó pasándole un folleto — los Black han propuesto este plano, a mi parecer están bastante bien, pero se me han ocurrido estos cambios.

Caleb observó ambos planos con atención. En el primero, los Black se quedarían con los últimos tres pisos de la edificación; En cambio, en el segundo, Kory había sugerido que se quedaran con la primera planta — Me gusta más el tuyo, sería difícil manejar la seguridad si el casino y el bar quedan arriba, además los clientes podrían quejarse. Podríamos poner una segunda entrada por este lado, así las familias no tienen que atravesar por esa zona — comentó concentrado.

— Pero tendríamos que olvidarnos del estacionamiento, no les alcanzará solo con una planta — le dijo pensativa.

— ¿Este espacio esta ocupado? — la joven miró el lugar señalado, negando con la cabeza — Entonces, podemos hacer una torre de  estacionamiento y ofrecer valet parking, no interrumpirá con las vistas, y si el diseño es innovador llamará la atención desde la zona trasera — esa era una buena idea.

— Excelente, esta será nuestra oferta — cerraron un acuerdo apretando sus manos — Ahora, Caleb, el verdadero problema y la razón por la que necesito tu ayuda es la siguiente: Presiento que esto del matrimonio tiene otro objetivo, aún no encuentro una salida de este enredo, así que...

— No quieres firmar nada — a Kory le gustaba que el rubio captara rápidamente.

— Exacto, he estado moviendo las fichas con cuidado, los negocios a mi nombre y el dinero de la empresa en mis cuentas, pronto serán movidos y quedará a manos de los asociados.

MANN BOXWhere stories live. Discover now