Las Vegas II

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Un agudo sonido muy lejano perturbaba su sueño, apretó los ojos con fuerza y se acomodó del otro lado, intentando en vano ignorar aquel irritante sonido. Con fastidio abrió los ojos para encontrarse en su habitación de hotel; Miró la hora, dos de la madrugada, debió quedarse dormida en el auto, puesto que lo último que recordaba era estar abrazando a...

— ¡NO ME IMPORTA, KORY! — el grito la asustó, salió de la cama corriendo, acercando su oído a la puerta que conectaba su habitación con la de la rubia. Pudo distinguir la voz de su prometida y como una segunda mujer le gritaba cosas que no lograba entender. De repente un golpe seco contra la pared la hizo saltar del susto. Siguió sus instintos y tocó la puerta repetidamente.

— ¡Kory! ¿Estás bien? ¡¿Qué esta pasando ahí?! — dijo acercando su oído nuevamente — Por favor ábreme — le suplicó preocupada. Pudo escuchar un forcejeó.

— ¡DALE, ÁBRELE A ESA ZORRA! — Eso no había sido nada amable, no sabía quién era esa mujer pero no la dejaría hablarle de esa manera. Mann seguía discutiendo al otro lado sin intenciones de abrirle la maldita puerta, así que rebuscó en sus cosas hasta encontrar justo lo que buscaba: la tarjeta de su cuarto. Cruzó los dedos esperando que sirviera, la acercó al cerrojo que tardo un par de segundos en prender las luces verdes, haciéndole saber que podía pasar. Abrió la puerta y entró a la habitación.

La imagen era casi aterradora, Kory le daba la espalda a tan solo medio metro de ella con las manos levantadas a la altura de su cabeza, al frente de ella una mujer castaña de unos veinticuatro años sujetaba unas tijeras con fuerza, apuntando hacia la rubia con la mirada enloquecida. Sus manos temblorosas y sus ojos rojos y desorbitados le daban una apariencia tenebrosa. Hicieron contacto visual al instante, su sangre se heló cuando una mueca de ira se formó en la cara de la desconocida, se quedó estática sin poder mover un músculo.

— ASI QUE ESTA ES TU NUEVA PERRA ¿AH? — se dirigió a Kory enojada.

— Ya basta Dina... — giró su cabeza un poco para mirar a la menor — Hannah, vuelve a tu habitación y asegura la entrada — le ordenó. La azabache solo retrocedió un par de pasos, quizás debía obedecerla pero su cuerpo estaba totalmente paralizado.

Dina tomó un vaso de la mesa de noche y sin cuidado alguno lo lanzó con todas sus fuerzas hacía ella. Para la joven Black el tiempo transcurrió mucho más lento, vió el vaso girar por el aire en dirección a su cara, cerró los ojos con fuerza hasta que sintió el estruendo del vidrio partirse. No sintió el impacto sobre su cuerpo, por lo que se atrevió a mirar que había pasado. Justo frente a su rostro, a unos veinte centímetros, la mano de Kory sujetaba el vaso hecho trizas. La sangre empezó a correr entre sus dedos.

— ¿Estás bien? — preguntó mirándola de reojo, la menor solo asintió. Entonces toda la atención de la rubia se centró en la mujer delante de ellas, estaba enojada, Hannah podía saberlo aún sin mirarla a la cara. Se sacudió los restos de vidrio de la palma — Es suficiente, baja esa mierda — La chica siguió apuntándola con la tijera, acción que acabó con la paciencia de la más alta. Solo le bastó un segundo para estar frente a ella, y con la mano sana sostuvo con autoridad su muñeca, levantando su brazo.

— Ah... ¡Suéltame, me esta doliendo! — sin embargo la rubia apretó aún más su agarre. La castaña intentó golpearla con su otra mano, le atinaba varios golpes en el pecho con el borde de su puño, pero estos ni la inmutaban. El forcejeo fue en vano, estaba siendo totalmente dominada por la más alta, la mano que ya estaba pálida, empezó a hormiguearle; Sin más remedio soltó la tijera que cayó al suelo haciendo un sonido metálico. Kory la pateó, pero lejos de soltar su muñeca apretó mucho más su agarre — ¡Por favor suéltame, la vas a partir! — le rogó sin ser escuchada, los ojos de Mann estaban perdidos en la ira. Sin otra opción, tomó la mano que le sangraba y la apretó. La rubia entró en razón cuando sintió su mano lastimada arder y con un empujón lanzó a Dina unos centímetros atrás.

MANN BOXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora