CAPÍTULO 14 .- tercer fragmento

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Inuk usó su voz de alfa para pedirles amablemente a todos que vuelvan a sus labores normales de la manada. Mientras Bael y Estefan susurraban a Liam que no hiciera nada más hasta que terminaran de esclarecer cuál era su posición aquí. Todo en susurros porque los demás alfas observaban todas las interacciones.


Taylor se mantenía alerta de todo el lugar y notaba como algunos hombres lobos la miraban extrañados, Liana suspiraba nerviosa por sentir como todos miraban cada movimiento que hacían y Theo discutía con Bael y Estefan defendiendo a Liam.


Cuando todos los miembros de la manada se esparcieron sin dejar de observarlos, Liam empezó a caminar desesperado porque sus sentidos les decían que alguien estaba a punto de morir.


Quería sacar sus alas y volar a velocidad, pero eso sería demasiado para mostrar apenas su llegada. Después de una larga caminata, llegaron a una zona donde las casas ya estaban apartadas del centro de la manada y colindaban con el bosque.


Llegaron a una pequeña casa de donde salió una señora cargando un bebe y dos niños pequeños.


—Alfa —dijo la mujer agachando la mirada al ver a su alfa acompañado.


Liam ignoró a los demás y corrió detrás de la casa, donde encontró un pequeño pozo. Saco la tapa y entonces lo olfateo.


—¡Estefan! —Liam lo llamó desesperado—. ¡Hay alguien ahí dentro! ¡Sácalo ahora mismo!


Estefan llegó de inmediato a su lado, usó sus poderes de telequinesis para sacar a la persona que estaba dentro de ese pozo.


Un niño salió levitando, Estefan lo puso en el suelo donde Liam lo auxilio rápidamente.


—¡Cody! —la mujer gritó al ver a quien sacaron del pozo—. ¡Cody!


Liam acunó al niño en sus brazos, su latido era casi inexistente y el rostro del niño se mostraba azul. El príncipe cerró los ojos y su poder salió hacia el exterior, todos quedaron cegados por la luz destellante que salió de los dos y cayeron al suelo cuando una onda de poder chocó con sus cuerpos.


Liam cantaba una canción de cuna mientras balanceaba al niño en sus brazos, las lágrimas surcaban su rostro y el miedo lo tenía paralizado. No podía abrir los ojos, porque tal vez había llegado muy tarde y ya no quedaba nada para sanar.


No obstante, escucho un lamento del niño


—Mamá...


Liam abrió los ojos, vio al niño con un color normal y con los ojos tan llorosos como los de él.


—Hola pequeño —Liam limpio sus lágrimas—, estás bien, todo está bien. Estás a salvo.


—Puedo... —el niño se frotaba los ojos—, puedo ver... puedo verte...


—¡Cody! —la madre del niño se recuperó del estallido de energía y corrió hacia su hijo.

THE RISE OF THE KINGDOM OF THE SUNWhere stories live. Discover now