Capítulo 12: Mi katana manchada de sangre carga con mi pasado.

164 23 2
                                    

Los Akatsuki se habían reunido a petición de Itachi Uchiha presencialmente. Quería presentarles a Nanko, a quien había apodado como "la Desgarradora del Cielo" para que estuvieran más predispuestos a aceptarla en la organización.

—¿Es de tu clan? —preguntó una mujer, mirando a la chica de arriba a abajo. La chica la reconoció al instante, era Konan. Había estudiado con esmero a los Akatsuki en la academia ninja.

—No. Su sharingan le pertenece a alguien que una vez conocí, así que supongo que lo mató. —Observó a la chica. —¿Me equivoco? —murmuró Itachi.

—En absoluto —contestó ella.

—Eso explica por qué no se le veía desde hacía un tiempo —dijo el Uchiha.

Nanko les miraba con interés. Los Akatsuki parecían ser personas normales. Seguro que tenían gente que les quería, familia y amigos. Le era ciertamente triste que hubieran acabado en una organización como aquella.

—¿Cómo te llamas? —preguntó Deidara, acercándosele hasta quedar cara a cara con ella.

—Nanko —respondió, alejándose de él con una zancada.

—Les das repelús hasta a los nuevos —comentó Sasori jocosamente. A Nanko no se le hizo mucho más amigable—. ¿Pero tú cuántos años tienes, niña?

—Casi catorce —dijo ella. El pelirrojo comenzó a reír tétricamente.

—¿Crees que esto es un juego? —masculló Sasori—. Eres muy joven, seguramente seas muy débil.

—Al contrario, ha sido capaz de ponerme contra las cuerdas sin inmutarse —dijo Itachi. La sorpresa se hizo presente en el grupo.

—¿Y por qué quieres unirte a Akatsuki? —preguntó Pain, con un semblante serio.

—Quiero hacerme más fuerte. Por mí ha muerto mucha gente, es el precio que he pagado por mi fuerza actual. Pero siempre he querido poder, grandeza, nada más.

—Está bien. Al menos has dicho lo que quieres conseguir a costa de nosotros con sinceridad —dijo Pain—. Te asignaré al grupo de Itachi y Kisame, así podrás aprender sobre ese Sharingan que no te pertenece. Si Itachi habla tan bien de ti, debes ser alguien increíblemente fuerte, así que aceptaremos tu ayuda sin oponer resistencia.

—Entendido, no les decepcionaré —comentó Nanko. Pain frunció el ceño sutilmente. Alguien tan correcta como ella, no pertenecía a un grupo de criminales. Algo le olía verdaderamente mal.

—Itachi te explicará y mantendrá informada sobre tus deberes. Además, será él quien asista a las reuniones, ya que no tenemos anillos disponibles para ti —explicó el líder. Konan le entregó a Nanko su capa con nubes rojas, que simbolizaban a Amegakure en aquella nefasta guerra—. No hay nada más que comentar. Dispersaos.

Nanko siguió a Itachi y su compañero Kisame, que no parecía estar demasiado emocionado con la idea de tener una nueva compañera. Se puso su capa sobre su traje ninja, pensó en que le gustaría hacerle unos retoques para que se le hiciera más fácil luchar. Lo haría en otro momento.

Una vez llegaron a una especie de bosque, el ninja de la Niebla habló.

—¿Qué sabes hacer, niña?

—La pregunta debería ser qué sabes hacer tú —masculló Nanko, poniéndose al lado de su tío.

—Hay que ver lo que os parecéis para no ser familia... —murmuró Kisame—. Bueno, que no quiero que venga con nosotros. Es una cría, será un estorbo.

—Compórtate y haz caso a Pain —ordenó Itachi—. De todas maneras, no dejaré que Nanko vaya a las misiones con nosotros todavía. La entrenaré y, cuando vea que es capaz de seguirnos el ritmo, vendrá con nosotros.

—O sea, seremos sus niñeros.

—¿Tú? ¿Mi niñero? Lo único que podrías cuidar es un alga —espetó la Uchiha, sonriendo—. De todas maneras, no me importa no acompañaros en las misiones.

—No la soporto —masculló Kisame, dándose la vuelta—. Yo me voy. Itachi, ya nos veremos.

—Sí —susurró el Uchiha. Su compañero se retiró del lugar—. ¿No crees que te has pasado con él?

—Tengo que empezar a hacerme respetar —respondió Nanko. Su tío comenzó a toser, sacó un pañuelo y limpió la sangre de su boca. Ella se le acercó y extendió su palma hacia el torso del hombre. Comenzó a inyectarle chakra, para sorpresa de la chica, se le hacía muy difícil. La enfermedad de su tío estaba acabando con él.

—No te preocupes por mí —dijo Itachi.

—No seas así... Ya que me vas a entrenar, quiero que estés en perfectas condiciones —murmuró ella. Pero su tío apartó su mano con un manotazo.

—Te he dicho que no —masculló el hombre.

Ella asintió con el ceño fruncido, dejando de expulsar chakra por su mano. Le miró con tristeza y tragó en seco. Su tío se estaba muriendo y ella no podía hacer nada por él, incluso cuando él había arriesgado todo por tenerla a su lado e instruirla. Agachó la cabeza y dejó escapar un suspiro.

—Lo siento, pensaba que era lo mejor —susurró.

Itachi la miró de arriba a abajo, había sido demasiado brusco. Nanko le recordaba mucho a su hermano, quizás demasiado. Y no solo eso, también le hacía pensar en todos los errores que había cometido delante de él. Se arrepentía de no haber podido pasar más tiempo con él, de no haberlo entrenado mejor y, en definitiva, por no haber estado ahí para él.

—Vamos a comer y comenzamos el entrenamiento, ¿sí? —dijo Itachi.

Ella asintió. Pese a que Nanko seguía con su semblante serio habitual, su tío notó que algo no iba bien. Seguramente le seguía dando vueltas a lo que había pasado hacía unos segundos. Se agachó para quedar a su altura y golpeó la frente de su sobrina con su dedo índice y corazón. Ella sonrió y supo que su padre había adoptado ese gesto de Itachi.

—No pienses que te lo dejaré fácil solo por ser mi sobrina —comentó él, sonriendo.

—Claro que no. Lo mismo para ti, puedo ser joven, pero tengo mucha experiencia en misiones de élite —habló Nanko.

Los dos Uchihas caminaron hasta un restaurante. Itachi pidió algunos onigiris y Nanko una ensalada de tomate. La chica se dio cuenta de que lo de ser de pocas palabras le venía de familia. En toda la cena, la única conversación que se inició fue por parte de la chica para que su tío le pasara el aceite, el vinagre y la sal.

Nanko sonrió de lado, el tiempo que le deparaba con su tío sería tremendamente útil. Solo un poco más, un poco más de fuerza era lo que necesitaba para proteger a Konoha. Y, en no demasiado tiempo, se volvería a encontrar con Boruto. Rezaba porque fuera más pronto que tarde.

 Rezaba porque fuera más pronto que tarde

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Sharingan | Nanko Uchiha | Boruto UzumakiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora