Capítulo 11: Montañas de cadáveres sin nombre.

156 24 0
                                    

Nanko estaba en su habitación, era de día, por lo que debía marcharse en unos minutos. Estaba preocupada por el viaje que emprendería y las consecuencias que podría tener sobre ella y todo lo que la rodeaba. Suspiró pesadamente y se quedó mirando a través de la ventana de su habitación, que daba paso a miles de diminutas islas.

—Nanko, paso, ¿sí? —Boruto entró en la habitación de la chica con un sobre en las manos. —¿Estás lista?

—¿Tanto quieres que me vaya? —Dejó escapar una carcajada. El chico comenzó a negar. —Era una broma, no te preocupes.

Nanko agarró sus cosas. Boruto se ofreció para ayudarle, pero ella le rechazó, diciéndole que no era una mujer débil. Él asintió. Ambos salieron del castillo y se quedaron unos segundos en silencio frente a la puerta de entrada.

—Toma —dijo el Uzumaki, entregándole el sobre blanco—. Me gustaría que lo leyeras cuando estés deprimida, así, te acordarás de mí.

—Qué adorable... Muchas gracias —murmuró, guardándose la carta en el bolsillo.

—Espero que no te sea demasiado duro, aunque sé que podrás con todo lo que se te ponga por delante.

—Será una especie de reunión familiar, no te preocupes por mí, sino por ti, ¿vale? —Él asintió. —Trabaja duro, porque yo lo haré. Como me entere de que te escaqueas del trabajo, te mato.

El Uzumaki sonrió de lado y le ofreció su mano, ella la aceptó y, en cuanto sus Karmas se tocaron entre sí, cientos de imágenes se le aparecieron a la chica en su cabeza. La pelea contra Sasuke comenzó a repetirse en su mente. Cayó de rodillas al suelo, alguien puso una mano en su hombro. Ella, sin verle, le golpeó con fuerza, haciendo que se estampara contra una pared del castillo, rompiéndola en pedazos. La persona acabó en otra habitación contigua.

—¡Aparta, fuera! —gritó Nanko, sosteniendo su cabeza con fuerza—. ¡Me obligaron a hacerlo, yo no quería que muriera! ¡Yo nunca quise matar a mi padre! —Su Karma se había extendido por su cuerpo.

—¡Nanko, Nanko! —gritó Boruto, arrodillándose en frente de la chica. Su Karma también había respondido, pero él no se encontraba mal. Ella le miró a los ojos. Él frunció el ceño, el Sharingan de su amiga se había activado también.

—¿Qué he hecho? —murmuró al ver a Toneri desencajándose de una pared. Corrió hacia el hombre y le sujetó antes de que cayera al suelo—. Lo siento, de verdad, no pretendía hacerle daño.

—No te preocupes —masculló el hombre. Escupió sangre y se limpió la boca con su mano—. Deberíais evitar daros la mano, Momoshiki puede conectar con Nayru y, al ser más poderoso, la única que sufrirá será Nanko.

—Entiendo —susurró la chica.

—Deberías irte ya —dijo Toneri, separándose de ella.

—Sí, siento haber causado problemas.

La Uchiha caminó hasta el lado del Uzumaki, que la miraba, preocupado. Ella le sonrió y activó su Sharingan. Apuntó con su mano izquierda hacia el frente. Una corriente de viento la azotó de frente, haciendo que su coleta se deshiciera.

—Jikan —susurró.

Delante de ella apareció una especie de portal. Antes de entrar en él, posó su vista en su amigo con una sonrisa en la cara. Pudo ver un par de lágrimas deslizándose por las mejillas de Boruto, parecía tener miedo. Nanko levantó el pulgar de su mano derecha y dejó escapar una carcajada.

—Boruto —susurró, convencida de que no podía escucharla por el viento—, te quiero en mi futuro.

Se introdujo en el portal, no tenía demasiadas esperanzas en el éxito de su viaje, pero debía intentarlo. Apareció en una especie de caja negra. De repente, delante de ella, se abrió un agujero que dejaba ver a Sasuke, cuando era joven, al lado de una mujer pelirroja. Otro agujero apareció y en él veía a Neji Hyuga entrenar con su prima. Sí, sin duda alguna estaba viendo el pasado, pero no a Itachi.

Sharingan | Nanko Uchiha | Boruto UzumakiWhere stories live. Discover now