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Capítulo Quinto
-La disculpa de Enoch-
🌸

Y ENTONCES ENOCH O'CONNOR comenzó a acostumbrarse a la presencia de _____, incluso comenzó a agradarle. Ya no le rodaba los ojos cuando ella lo saludaba, y ya no le hablaba de una manera grotesca y malhumorada. Eso no significaba que fuera menos serio con ella, sólo era más educado, y el cambio, por más que él lo ignorara, la llenaba de ilusión.

Era el tiempo de la cena. ______ ayudaba a Horace a cortar vegetales mientras Olive calentaba la tetera y Emma sacaba un pollo asado del horno. Cuando la comida estuvo lista, Hugh y Fiona ayudaron a poner la mesa con platos, cubiertos, servilletas, vasos y demás.

-Excelente, niños, todo se ve espléndido- alabó Miss Peregrine al llegar y ver lo bien que se veía la mesa, dándole una rápida mirada a su reloj. Marcaba exactamente las 5:30 -Y justo a tiempo también.

Entonces los niños peculiares comenzaron a sentarse alrededor de la larga mesa rectangular de mantel blanco, hasta que la señorita Peregrine notó una silla vacía, y no era precisamente la de Millard.

-¿Donde está Enoch?- la Ymbryne frunció el ceño al no verlo entre sus niños, quienes se encogieron de hombros -____, querida, ¿puedes irle a avisar que la cena está lista?

-Sí, señorita- accedió ______, levantándose de su silla y subiendo apresuradamente las escaleras hasta llegar a la puerta del cuarto de Enoch, en la cual tocó con sus nudillos repetidamente -Enoch, soy yo _____, la señorita Peregrine quiere que vengas a cenar.

La chica acercó su oreja a la puerta al no escuchar respuesta ni ruido alguno, frunció el ceño ante el silencio. De repente la puerta se abrió aún con ella presionada ante la madera, y perdió su balance. Se preparó para golpearse contra el suelo o hacer un desastre de vidrios rotos en el cuarto de Enoch, pero aquello no ocurrió, ya que él ahora sostenía su mano con una expresión monótona y le impedía caer.

Ella se ruborizó al ver que la había detenido, Enoch retribuyó su brazo y la ayudó a pararse en sus dos pies y sin la ayuda de algún soporte.

-Sabes, es bastante grosero husmear- dijo con simpleza, dándole la espalda para irse al comedor.

-Yo no estaba...- murmuró _____, pero se detuvo a sí misma en medio de la oración. De nada serviría tratar de convencer a Enoch de lo contrario, cuando esa era la realidad aunque no se estuviera dando cuenta, había estado husmeando.

Con un suspiro o un resoplido, _____ se conformó con seguir a Enoch y bajar de nuevo al comedor antes de que Miss Peregrine se preocupara por su alargada ausencia.

-¿Todo bien, ______?- cuestionó la mayor al verla llegar y sentarse en su lugar. _____ dirigió su mirada hacia ella con nerviosismo -Noté que el clima se puso más cálido de repente.

-Sí, señorita, debe ser que tengo un poco de calor yo misma- se excusó, llevándose un bocado a la boca y tratando de actuar con normalidad, aún con la profunda e indescifrable mirada de Enoch O'Connor sobre ella.

-Ah, bueno- dijo, sin pensar mucho al respecto -¿Y has logrado dominar tu peculiaridad un poco más?

-No, señorita, aún no- sonrió _____ con timidez, llevándose una servilleta a las comisuras de sus labios -Todavía Fiona tiene que hacerme llorar cada vez que le ayudo a regar el huerto- bromeó sin pensar.

-Ya aprenderás a manejarlo, querida, todo a su tiempo- Miss Peregrine le guiñó el ojo y continuó con su comida.

-O no- murmuró Enoch, aunque lo hizo lo suficientemente fuerte y claro como para que todos en la mesa lo escucharan. Un silencio incómodo se hizo presente, y la señorita Peregrine le dedicó una mala mirada -Solo digo, es inútil tener una peculiaridad si no se tiene ni una pizca de control sobre ella- se encogió de hombros.

 𝙴𝚕 𝙷𝚘𝚐𝚊𝚛 𝚍𝚎 𝙼𝚒𝚜𝚜 𝙿𝚎𝚛𝚎𝚐𝚛𝚒𝚗𝚎 𝚙𝚊𝚛𝚊 𝙽𝚒ñ𝚘𝚜 𝙿𝚎𝚌𝚞𝚕𝚒𝚊𝚛𝚎𝚜 || 𝔈𝔫𝔬𝔠𝔥 𝔒'ℭ𝔬𝔫𝔫𝔬𝔯Where stories live. Discover now