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Capítulo Primero
-El llanto de las nubes-
🌸

EN EL BUCLE de Miss Peregrine siempre era el 3 de Septiembre del año 1943, lo fue ayer, lo es hoy, y lo seguirá siendo mañana. Todos los días eran iguales, pasaba básicamente lo mismo con una o dos ocurrencias de los niños que vivían en la casa como excepciones. Y como el 3 de Septiembre era un día tan concurrido y común, era usual para todos el estar acostumbrados al mismo día soleado de siempre, con pajaritos cantores por doquier y flores en su máximo esplendor.

Pero no ese 3 de Septiembre. No. Esa vez no estaba soleado, sino que llovía. Y mucho. Jamás los niños peculiares habían visto un diluvio de tal magnitud en el bucle, es más, incluso se habían comenzado a preocupar, debido a que en el bucle jamás llovía. Los más pequeños corrían con los más grandes para quejarse del llanto de las nubes, no comprendiendo lo que pasaba, y tampoco siendo capaces de encontrar a Miss Peregrine, quien asumían que podía tener una idea de lo que ocurría.

-¿Donde está Miss Peregrine?- cuestionaba Claire, tratando de re acomodar con sus pequeñas manos sus rizos mojados.

-¿Por qué llueve tanto?- se quejaba Fiona -¡Mis plantas se están inundando!

-¡No he podido salir en todo el día con esta lluvia! ¡Miss Peregrine se enojará cuando note que no hemos hecho nuestros deberes!- habló Bronwyn.

Los gemelos se miraron entre sí y asintieron, estaban de acuerdo en que la lluvia resultaba estorbosa.

-Sé que es inusual que llueva- explicó Emma con dulzura, fijándose a través de una ventana para verla si divisaba la silueta de Miss Peregrine entre la tempestad. No veía a nadie. -Pero tal vez no sea nada grave, debemos esperar a que Miss Peregrine vuelva.

-Nunca nos deja solos- recalcó Olive, abrazándose a sí misma e inclinando su cabeza -Es muy extraño.

El sonido del timbre de la casa interrumpió la conversación, todos en sincronía dirigieron su mirada hacia la puerta.

-¡Debe ser ella!- exclamó Hugh, apresurándose para llegar a la puerta pero fue detenido por Emma.

-Yo abro, podría ser una trampa- instruyó. Se acercó lentamente con cautela y achicó los ojos, aún indecisa de si abrir la puerta o no, pero la insistencia en el timbre la urgía a apurarse.

Con manos temblorosas apoyó sus dedos en la perilla de la puerta y giró levemente, frunciendo el ceño ante el chirrido que las bisagras provocaron al abrirse.

-Vaya, pensé que después de pasar tanto tiempo conmigo habrías aprendido algo acerca de la puntualidad- escuchó la voz de su mentora con un tono molesto. Sostenía una sombrilla negra sobre su cabeza y con un brazo rodeaba los hombros de una muchacha sollozante y cabizbaja -¿En serio te tomó cuatro minutos y treinta y dos segundos abrirme? No tengo todo el día.

-Miss Peregrine- Emma abrió los ojos algo confundida y extrañada -Lo... lo siento.

-Pensamos que era una trampa, con lo de la lluvia y su ausencia...- explicó Olive, jugueteando con sus pulgares cubiertos por sus guantes a prueba de fuego. Ojeó con extrañeza a la señorita Peregrine, quien entraba con confianza y le decía a la chica que la acompañaba que siguiera y se quitara su chaqueta mojada.

-Me fui apenas una hora con quince minutos y cincuenta y nueve segundos- replicó la mayor -Aunque tienen razón en algo, debí haberles avisado que me iría durante ese tiempo.

-¿Y quién es ella?- cuestionó Millard. La chica se sobresaltó un poco al verlo, pues Millard era invisible, y lo único que evidenciaba su presencia era su ropa que se movía aparentemente por sí sola.

 𝙴𝚕 𝙷𝚘𝚐𝚊𝚛 𝚍𝚎 𝙼𝚒𝚜𝚜 𝙿𝚎𝚛𝚎𝚐𝚛𝚒𝚗𝚎 𝚙𝚊𝚛𝚊 𝙽𝚒ñ𝚘𝚜 𝙿𝚎𝚌𝚞𝚕𝚒𝚊𝚛𝚎𝚜 || 𝔈𝔫𝔬𝔠𝔥 𝔒'ℭ𝔬𝔫𝔫𝔬𝔯Where stories live. Discover now