Nuestros recuerdos de ayer durarán toda la vida.

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Neymar estaba trapeando la sala principal donde estaba un Guillermo Ochoa recostado en el sofá en posición fetal, dándole la espalda al brasileño que reía divertido. Jaime Lozano había notada al omega y se preocupó por verlo en esa posición desde hace algunas horas que se fue acercando poco a poco — ¿Todo bien, Guillermo? — preguntó preocupado Lozano.

Pero la respuesta vino de Diego Lainez que veía la televisión mientras devoraba esas donas espolvoreadas — Esta molesto por que el señor Neymar, Julián y yo, le ganamos la apuesta. — dijo como si nada el adolescente y la mirada del psicólogo se dirigió al brasileño que reía con un poco de culpa.

— ¿Enserio apuestas con ellos? — preguntó un poco enojado y Neymar por un momento temió lo peor — ¿Sin avisarme? Yo quiero de esas golosinas — Ochoa soltó un gruñido ante la burla que recibía.

— Lo siento Memito, por tienes como tutores a los Beckham y tienen el poder adquisitivo para traerte cosas de México. Así que ya deja el berrinche y ayúdame a mover las mesas, Julián dejo todo un desastre con las pinturas — explicó Neymar y Ochoa aun molesto, pero obedeció. Diego y Julián solo se reían divertidos mientras Jaime regresaba a su oficina para terminar de redactar algunos informes de los pacientes que tenía a su cargo.

— ¿Puedes pedirles esos que parecen alfajores? Están deliciosos, por favor — Rogó Julián y Ochoa solo le saco la lengua como respuesta.

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Guillermo estaba nervioso por esta sesión y es que estaba vez involucraría a sus tutores legales ¿Qué se supone que debería decirles? Suficiente con el apoyo que le brindaban como para que estuvieran aquí, escuchando todo lo que había pasado en sus sesiones tanto anteriores como actuales — Mierda — dijo en voz alta sin pensar atrayendo la mirada de Jaime. Lo había notado perdido en sus pensamientos desde que entró en el consultorio; Ochoa contuvo la respiración al hacer un retroceso mental, recordando todo lo suscitado con Robert.

— ¿Todo bien, Guillermo? — preguntó Lozano.

— Sí. Solo pensaba, es todo. —

— Bien. Ya llegaron, los haré pasar. —Ochoa solo sonrió un poco y empezó a jugar con la pulsera que cubría algunas de las cicatrices que tenía en su brazo derecho, no se atrevió alzar la mirada al sentir esos aromas tan familiares — Gracias por venir. Solo es para poder hablar de Guillermo. ¿Ya han recibido el diagnóstico? — preguntó mientras se levantaba para ir por el expediente de Ochoa.

— Si. Solo queremos confirmar que todo sea realmente verídico, ante la situación que se presentó. — Expresó David un poco tenso y Ochoa mordió su labio inferior con fuerza hasta el punto de lastimarse, sangrando un poco. Victoria se sentó junto al menor para tomar sus manos y buscar calmarlo con su olor mientras ambos hombres seguían hablando.

— Sí. Es un diagnostico correcto, aunque al retirarle los medicamentos de golpe tuvo una gran afectación en él. Ataques de ira, cambios de humor frecuentes, sentimientos continuos de vacío... Es algo que hemos trabajado estos meses, se ha visto un gran cambio positivo y continuara con el tratamiento de medicamentos. —

— ¿Qué es lo que tengo? — preguntó curioso Guillermo.

— Trastorno limite de personalidad... afecta gravemente la capacidad de una persona para controlar sus emociones. — Y Jaime explicó con detalle el trastorno. Ochoa solo escuchaba sin interrumpirle. Fue ahí donde se dio cuenta de algunas cosas de su vida e iba preguntar, pero el mismo psicólogo le respondía su duda mental — Puede ser hereditario, genético, sociales... aún se desconoce, aunque también afecta si hemos vivido abandono durante la infancia o adolescencia, algún abuso sexual o vida familiar inestable. — Y todos se quedaron en silencio mientras los adultos observaban — Y tus padres han sido un gran apoyo en este proceso, vas bien. Te felicitó por ello, de igual forma has contagiado a tus compañeros desde Diego hasta Julián... Diego actúa como un chico de su edad y Julián ha empezado a comer por su cuenta. — Jaime se quedó callado al notar la actitud nerviosa de Guillermo que jugaba y mordía su playera, donde si desearlo había marcado un poco de distancia con Victoria.

Deja de hacer llorar a mi corazónWhere stories live. Discover now