Capítulo 36. La Furia se desata.

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El amanecer luchaba por rasgar el velo de la noche, pero la oscuridad que rodeaba la montaña Niu era absoluta y agobiante

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El amanecer luchaba por rasgar el velo de la noche, pero la oscuridad que rodeaba la montaña Niu era absoluta y agobiante. Un silencio sombrío envolvía a los que aguardaban ansiosos la salida de sus amigos de la caverna de los lycans. Los cuerpos de los infectados, y de uno que otro compañero caído, habían sido apilados dispuestos a recibir el fuego purificador.

Los dos lobos Moon, el vampiro renegado y el joven vital se hallaban reunidos en torno a una pequeña fogata a la espera de noticias de sus compañeros. Un par de manos, nerviosas, golpeaban los muslos intentando armonizar una melodía que los distrajera de la angustia. Otro par de manos se envolvían la una a la otra tratando de detener el temblor. Otra, sujetaba con fuerza la empuñadura de una navaja y apretaba con toques rápidos el botón de activar y desactivar. Ninguna de las manos de los cuatro alrededor del fuego estaba quieta, todas manifestaban algún tipo de ansiedad.

—No aguanto más. ¡Voy a entrar! —dijo Andy y se levantó de la dura roca en la que estaba sentado.

—¡Voy también! Hace rato que no se oye ningún ruido salir de la cueva. —Jinnie saltó desde un tronco hueco, apoyando a su vital.

—Cálmense, chicos. No podemos hacer nada más que esperar —les dijo Siwon, mientras dibujaba círculos en la tierra húmeda con una rama.

Andy se paseó de un lado a otro alrededor de la fogata. La angustia de no saber nada lo tenía sin uñas y ya casi sin dedos. Se lamentó por haberle hecho caso al zorro y alejarse de la cueva. Manifestó su temor de que ese viejo lobo les hubiera hecho algo malo a su hermano y a los otros; aunque ellos eran más, él sabía que el patriarca era muy fuerte y tenía mucha maldad en su corazón. Por eso sentía temor por el bienestar de sus amigos. Apretó los puños y con una actitud decidida, dijo que iba a regresar a la cueva a ayudar a su hermano y nada ni nadie lo detendría.

Heechul se levantó de sus patas traseras y apoyó su mano sobre el hombro del joven vital.

—Sé que estás angustiado, pero de nada sirve que hagas berrinches, Andy. No vas a poder entrar ni que lo quieras, ya Siwon y yo lo intentamos —le dijo, palmeando su espalda para consolarlo.

Andy abrió sus ojos, espantado. Miró primero al platinado y luego al renegado, quien asintió, confirmando las palabras de su amado lobo

—¡¿Qué están diciendo?! —preguntó Jinnie, alarmado, y se colocó al lado de Andy.

Siwon dejó de dibujar y, con un gesto de frustración, arrojó la rama que tenía en la mano contra el piso.

—La entrada está bajo una barrera de protección. Por más que Hee y yo nos desmadramos contra ella, no pudimos abrir ni una pequeña brecha. Es por eso que tampoco hemos escuchado nada desde afuera —les informó a los chicos.

—¡Maldito zorro! No sólo secuestró el cuerpo de Minwoo, sino que los aisló por completo de nosotros —dijo Heehul y sacudió las manos a los lados para drenar la rabia.

El Hijo Oscuridad y el Hijo LunaWhere stories live. Discover now