Capítulo 27. ¿Soy un verdadero Dark?

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Flash Back.

El dolor en los huesos era insoportable. Se sentía como si miles  de gruesas agujas al rojo vivo quisieran perforar sus carnes. Sin el perfume, el esfuerzo para mantener al zorro calmado era cada vez más doloroso y agotador. Y es que su mente tampoco estaba en calma, la idea de que su hermano podía estar pasando por terribles torturas, le angustiaba y eso enfurecía al animal que habitaba dentro de él.

Debía detener su carrera o sería peor para todos. Si no lograba tranquilizarse el nueve colas tomaría control sobre él y todo sería un desastre. En el encuentro con aquel nosferatu sólo había mostrado una pequeña y dormida parte de su poder, por eso pudo controlarlo; pero en ese momento lo sentía moverse y despertando los sentidos. Si salía de nuevo, su aura mataría a los infectados que lo venían siguiendo y eso no le convenía, no por el momento, no hasta que Andy estuviera a salvo. Incluso Eric, que venía detrás de él, podría salir muy mal parado si él perdía la conciencia.

Desde hacía unos kilómetros atrás había notado el trote desesperado de su amigo. Con el zorro apoderándose de sus sentidos se le hacía fácil escuchar, aun a largas distancias, el golpe seco, profundo y decidido que hacían las patas de Eric al chocar contra la tierra desnuda de hierba. Lo podía reconocer de entre las muchas patas que lo acechaban, pues llevaban dos siglos de correr juntos por montañas, bosques, laderas, playas, y más recientemente por las calles de Nolagsaen.

Minwoo tendría unos siete años humanos cuando conoció a Eric en la hacienda de su tutor Seo Jun Moon. El joven lobo era mayor en edad, pero igual entrenaban juntos constantemente y, de hecho, cuando el príncipe Moon regresó de su retiro en las montañas lo acogió como parte de su manada.

La edad para los pura sangre inmortales difería mucho de la de los vitales. Un lobo de cuatrocientos años podía verse como un joven humano de 17 años. Pero con el híbrido de mortal y zorro ancestral la edad era impredecible. El cuerpo de Minwoo había transitado la tierra por cuatrocientos años, ciertamente era mucho menor que Eric que llevaba seis ciento cincuenta; sin embargo, su zorro tenía más de cuatro milenios de existencia. Por eso su evolución era mucho más rápida que la del resto de los inmortales. Su actitud madura y contextura fornida lo hacían lucir como un hombre de 27 años, mientras que Moon mantenía la lozanía de las 25 primaveras. Esto era motivo de burlas en el clan, pues siendo incluso menor que Jinnie, el híbrido resultaba el mayor de todos en la manada del príncipe lobo.

Sí, Minwoo había heredado la inmortalidad de su padre; incluso parte de su físico, como sus cambiantes ojos ámbar-miel y su cabello castaño rojizo. De su madre sólo tenía su pequeña esencia y su corazón. Un corazón humano que él se empeñaba en honrar y mantener vivo, a pesar de que lo hacía ser hipersensible al dolor ajeno y a la comprensión del sufrimiento del mundo. Por eso los inmortales se burlaban de él cuando insistía en proteger hasta el más mínimo animalito del bosque. Pero ese mismo corazón lo hacía odiar a su padre por darle semejante maldición eterna. No era fácil para su frágil sensibilidad ver morir, generación tras generación, a toda su familia mortal. Claro que también habían sido testigos de muchos acontecimientos felices, como el nacimiento de su familiar favorito, Andy. Incluso eso se volvería dolor cuando le tocara verlo partir en algún momento.

El Hijo Oscuridad y el Hijo LunaWhere stories live. Discover now