Capitulo 3. La sed del Vampiro.

45 4 15
                                    


El sonido de un golpe seco y el dolor en la cabeza lo despertó. Abrió los ojos y vio la mirada aguda y llena de furia de su abuelo. Fue cuando se dió cuenta que se había quedado dormido en medio del sermón.

—¡Vampiro descerebrado! ¡Partiste mi bastón con tu cabeza hueca!

—¡Ah! ¿Por eso me duele? —dijo frotando su frente con la mano.

—¡Lárgate de aquí! ¡Ya no te soporto!

—ok, ok. Ya cálmate, abuelo. Si tuvieras corazón ya te habría dado un infarto.

Hye Sung se levantó del ataúd con dificultad; la ira del abuelo invadía el lugar y agotaba su energía. Salió de la recámara del viejo lo más rápido que pudo. Atravesó el largo pasillo y subió las escaleras de mármol pulido. Una vez en su habitación, la combinación de tonos violeta y verde de la iluminación, lo recibió reanimándole un poco. Sonrió agradecido de que su sirviente se adelantara para ambientar el espacio con las luces adecuadas. El anciano ayudante sabía que las conversaciones con lord Christian siempre le producía a Hye dolores de cabeza.

Se quitó la chaqueta y la arrojó sobre el sillón, y sin quitarse nada más, se lanzó de espaldas sobre la cama. Seguía con mucha pesadez. El mullido colchón se amoldó a su esbelta figura ofreciéndo una mayor comodidad. De forma automática las luces bajaron la intensidad y el equipo de sonido se encendió para arrullarlo con su dulce melodía. El hijo de Luna; una tonada muy antigua, pero que Hye disfrutaba mucho.

Estaba realmente cansado. Ni ganas de quitarse la ropa tenía. Al parecer el sermón del abuelo había sido más venenoso que de costumbre... ¿O habrá sido por el encuentro adrenalínico con el perro Moon? Sonrió levemente al recordar esa escena, cerró los ojos y se relajó.


El colchón se hundió levemente a unos pocos centímetros cerca de él. De repente, los botones de su camisa de seda azul cielo comenzaron a ceder. Uno a uno se fueron abriendo dejando al descubierto su traslúcido torso. La atrevida mano que lo desvestía se posó sobre su pecho y lo acarició con suavidad. Cuando aquella mano bajó un poco más, hacia el botón de sus pantalones, la detuvo con gentileza.

—¿No ibas de cacería hoy? —preguntó. Con los ojos todavía cerrados retiró la mano de Dongwan de su abdomen.

—Oye, oye. Solo quería ayudarte a relajar un poco —le dijo el ladino vampiro de ojos amatista y cabello corto azabache. Y agregó— Vine a preguntarte si quieres ir conmigo.

—Estoy agotado, no quiero volver a salir —respondió el rubio y se cubrió la cara con el antebrazo, dando a entender que quería dormir.

—Supongo que ese agotamiento se debe a que estuviste jugando con el perro Moon —dijo Dongwan, frunciendo los labios con desagrado.

—Fue el sermón del abuelo. Cada día tiene más veneno —respondió y se sentó en la cama. Estaba claro que su primo no pensaba irse todavía; seguía rozandolo con los fríos dedos y jugando con su ombligo. Una vez más, retiró la mano insistente de encima de él.

Dongwan entornó los ojos y lo miró con desconfianza— Sí, claro, culpa a tu abuelo. Pero él está en su derecho de regañarte. Cuando se ha visto a un descendiente del linaje Dark, se rebaje poniéndose a nivel de un licántropo. ¡Yo tampoco entiendo por qué te gusta tanto ese lobo asqueroso! —dijo y rechinó los dientes con la última frase.

—Solo me gusta molestarlo, es todo ¿Por qué todos piensan otra cosa? —se defendió.

—¿En serio? —preguntó su primo en tono irónico. Metió la mano en el bolsillo del pantalón de Hye Sung y sacó su reloj comunicador—. Entonces dime, ¿por qué la foto del perro salvaje está en la pantalla de tu dispositivo? —Su tono se volvió de reclamo. Una gran arruga en su frente y unas cejas muy juntas mostraron su inconformidad con la respuesta del rubio.

El Hijo Oscuridad y el Hijo LunaWhere stories live. Discover now