Capítulo 6. ¡¿Comprometidos!?

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El espacio era amplio e iluminado. Había dos camas individuales pegadas a los lados de las paredes laterales, con sábanas limpias y mullidos almohadones. Una pequeña ventana ubicada en la parte alta de la pared de fondo, permitía la entrada de la luz natural y la brisa fresca de la mañana. Si no fuese por el pequeño detalle de la barrera de cristal que les impedía salir, podían llegar a imaginar que estaban en un hotel cualquiera.

-Ya han pasado varias horas y nadie ha venido a hablar con nosotros.

¡Ni siquiera sabemos por qué estamos arrestados!... ¿En serio piensan que matamos a ese hombre?

Eric protestaba caminando de un lado a otro de la celda, como lo que era: un lobo enjaulado. Tenía mechones de cabello pegados a su rostro, humedecidos por todo el ejercicio que había hecho. Abdominales, flexiones de pecho, sentadillas, todo para no volverse loco.

--¿Tú crees? Tanto te encargaste de repetir que éramos inocentes durante todo el largo camino hasta aquí, que es probable que los convencieras de que somos culpables -respondió Hye. El príncipe vampiro, al contrario del lobo, lucía relajado y cómodo recostado en una de las camas- ¡Y deja de moverte que hueles a perro mojado!

-Te ves demasiado feliz en este lugar. Se ve que te sienta bien estar enjaulado -dijo Eric frunciendo el ceño. Le molestaba ver al vampiro tan apacible, como si no le preocupara las consecuencias de estar ahí.

-Yo sí estoy feliz. Hace mucho que no teníamos un encuentro tan excitante y divertido. Te juro que todavía siento la corriente de energía recorrer mi cuerpo.

Eric detuvo su angustiado andar, llevó sus manos a la cabeza y frotó con fuerza su largo cabello-. ¡El encierro te volvió loco! ¿Es que no te preocupa todo esto? -le dijo con la respiración agitada -Se ve que no tienes más responsabilidades que la de ser el hijo de papá -lo increpó. Luego movió la cabeza de un lado a otro, avergonzado-. No sé con qué cara voy a ver a mis hermanos... y a mi padre... ¡Rayos! ¡Va a matarme!

--¿Matarte? Eres inmortal, estúpido.

-Hay muchas maneras de matar a un inmortal y no es con la muerte física, precisamente -dijo Eric con un tono profundo y serio. Pegó la barbilla de su pecho y exhaló, resignado por su maldita suerte.

-¡Wow! Esa frase fue lapidaria, Hiusky -dijo y se quedó esperando la reacción violenta del lobo, por la combinación de su nombre con la del perro siberiano.

Pero Jung Hyuk no lo escuchó. Su mente estaba perdida dentro de todas las frases de su padre: "Eres el mayor, debes ser un ejemplo para tus hermanos"... "El futuro de la fundación estará sobre tus hombros, debes controlar tu temperamento y ser más responsable". Fue criado bajo las estrictas leyes de la manada que incluían obediencia, orden y disciplina. Llevaba grabada en su conciencia, y en la piel, la dura misión que le había sido impuesta desde que abrió los ojos al nacer en este mundo. No podía evitar sentirse angustiado, desesperado y decepcionado de sí mismo; no solo se había dejado llevar, una vez más, por su violento carácter sino que además era sospechoso de asesinato.

Hye Sung notó la expresión deprimida y deplorable de Eric y decidió resolver las cosas de la forma en la que él sabía hacerlo: empeorándolas.

-Ok. Salgamos de aquí de una vez -le dijo y se dirigió a la ventana desde la que se podía sentir una suave brisa. El lobo levantó la cabeza y lo miró alzando las cejas.

-No me mires con esa cara de asombro. Yo puedo salir de aquí cuando quiera. Si no lo hice antes fue porque no quería dejarte solo. Tu única transformación es en la de una bestia peluda y torpe, pero sabes yo puedo tomar la forma que quiera, es más, me puedo desvanecer -le dijo con una expresión de autosuficiencia y continuó explicando su genial idea- Ahora escucha, este es el plan. Yo me escabullo por esa ventana que está sin cristal, hablo con los jefes de este lugar para que nos atiendan y luego vuelvo para abrirte la puerta.

El Hijo Oscuridad y el Hijo LunaWhere stories live. Discover now