𝓟𝓮𝓼𝓽𝓮

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Sirius estaba de pie junto a Harry mientras este sostenía en brazos a su pareja desmayada.

—Deberías llevarlo a la enfermería.

El hombre de cabellos negros, bigotes y ropas a rayas bastante desgastada miró a su ahijado, también al rubio que yacía en sus brazos.

—Si... Tu deberías irte de aquí, los dementores están furiosos.

—Ve con cuidado al castillo, Remus estará aquí en unas horas, gracias por tu ayuda.

[Unas semanas antes]

Harry se encontraba abrumado por la reciente noticia, Voldemort era parte de él, y aquello lo mantenía alejado de todo y de todos. Se quedaba en la lejanía, entre las sombras, era un monstruo después de todo. Su única compañía para evitar encontrarse con sus amigos, era el mapa de los merodeadores, el mapa que alguna vez había estado en manos de su padre, al igual que la capa de invisibilidad.

Esa noche Harry vagaba por el jardín de Hogwarts, cerca de los cultivos, el aroma de las hiervas, frutas y vegetales lograban de alguna manera extraña calmar su agitada mente. El chico tomó asiento sobre una gran calabaza y desplegó su mapa, veía qué hacía la gente que más quería en el castillo: Ron dormía en su cama al igual que Neville, Hermione estaba en su habitación junto a otras dos compañeras, Dumbledore estaba en su oficina y Draco merodeaba los pasillos de Slytherin junto a Zabini.

Un ruido entre los cultivos de uvas llamó su atención, cerró el mapa rápidamente y allí lo vio, esos ojos, esos colmillos, ese pelaje negro marañoso siendo tocado por la luz de la luna en lo alto del cielo.

Sin pensarlo, de inmediato se puso de pie y sacó su varita, apuntando directamente a su padrino, Sirius Black III.

El can retrocedió dos pasos y tomó su forma humana, Harry contempló al delgado hombre, los tatuajes expuestos entre la roñosa y desgastada ropa, sus facciones y su cabello largo hasta los hombros todo alborotado.

—Sirius.

—Harry.

El hombre sonrió mirando a su ahijado pero este otro no le devolvió el gesto, solo lo amenazó más con su varita, dando un paso al frente.

—Le entregaste a ese ser despreciable la confianza que mis padres te tenían, los vendiste.

—¿Qué? ¿De qué demonios hablas?

—¡Tú entregaste a mis padres a Voldemort!

—¡Claro que no!

Gritó Sirius mirando con el ceño fruncido a Harry y este mismo se erizó violentamente a punto de lanzarle un hechizo a aquel hombre.

—No, escúchame Harry, yo no hice eso, yo no vendí a tus padres, James era mi mejor amigo, tu madre era una gran bruja, jamás podría haber hecho algo así, te lo juro.

—¿Y qué con Peter Pettigrew?

—¡Ese fue el canalla que vendió a tus padres! ¡El que guio a Voldemort hasta tu casa ese maldito día!

—¡Mientes!

—¡Es la jodida verdad! Cuándo me enteré fui a enfrentarlo, el muy cobarde huyó.

—¡Ya deja de mentir! Tú lo mataste.

—¿Lo dices por la sangre y el dedo? Él mismo se hizo eso! Nadie me creyó y por eso fui enviado a Azkaban! Tantos malditos años... Perdidos.

—¿Que...?

—Peter Pettigrew fue quien vendió a tus padres, no yo... Cuándo lo enfrenté, al canalla que entregó a tus padres a ese monstruo, se cortó un dedo y huyó. Luego se inventaron una loca historia de que lo maté y lo único que quedó de él fue un dedo... Por eso fui llevado a Azkaban.

Viridian ;; DrarryWhere stories live. Discover now