—Hola, mi vida— saludó robándome un beso.

Su abrigo estaba cubierto de nieve y sus labios se sentían fríos, por lo mismo, lo ayudé a quitárselo y me alejé con tal de colgar su abrigo cerca de la chimenea. Luego lo llevé hasta nuestra habitación y como el agua de la bañera era caliente, se dio un baño corto con tal de calentar su frío cuerpo.

Yo dejé su ropa limpia sobre la cama, avisándole que regresaría a la cocina donde los chicos me esperaban pacientemente.

—Te has convertido en toda una esposa dedicada a su marido— me molestaba Leo.

—Eso no me ofende— le dije riendo.

—Sólo te faltan los hijos— comentó Eliot.

—Yo no quiero hijos— le aseguré, sintiendo los pasos de Fredrik acercándose.

—Yo tampoco— se integró en la conversación, rodeando mi cintura en el proceso.

—Eso no le gustará a tu madre— le mencionó Leo, a lo que Fredrik soltó un suspiro cansado, evidenciando que las palabras de Leo eran verdaderas.

—¿Por qué? —preguntó Eliot, mirando a Leo, queriendo conocer más detalles, algo que yo también hice.

—Nuestro pueblo no tiene problema en aceptar este tipo de relaciones siempre y cuando no altere la procreación de niños— nos contaba Leo— igualmente, si un matrimonio de hombre y mujer no tiene hijos, ambos son libres de divorciarse con tal de buscar a alguien que si se los dé.

—Hmm...—soltó Eliot antes de sonreír de una forma casi embobada— bueno... yo sí quiero.

—Y yo...—dijo Leo, robándole un beso en los labios, mientras que Fredrik y yo simplemente nos miramos un poco incómodos por la idea de tener un niño a nuestro cuidado.

Como no quería seguir hablando de hijos, quise cambiar de tema y preparé café de trigo con tal de merendar, además deseaba probar la tarta que preparó Eliot debido al delicioso olor que desprendía.

Nosotros tenemos una buena comunicación, a Fredrik también le agradan mis amigos y los considera de la misma forma que yo, por ello, no teníamos problema en vernos seguido debido a lo cercanos que nos estábamos volviendo, además como ahora son pareja es más divertido.

Fue sorprendente oír sobre esto, aunque en realidad, no son una pareja oficialmente, técnicamente lo son, pero nunca hicieron la pregunta. Esto me lo contó Leo, él dijo "Pensaba hacerlo, quería hacerlo del modo tradicional, aunque en realidad, era bastante obvio que estábamos saliendo, así que decidí no preguntárselo" y cuando le pregunté a Eliot, él dijo "Creo que no es necesario, ambos somos fieles y supongo que eso basta para considerar a dos personas una pareja"

—¡mmmh! —soltó Leo, saboreando la tarta que Eliot había preparado—Joshua, te están superando— me dijo, haciéndome reír.

—Oh...—soltó Fredrik mirando a Eliot con sorpresa— mi amor, te ha superado.

Yo quise probarlo también, así que tomé mi trozo y le di un mordisco, sintiendo una bomba de sabores deliciosos que me hacían desear más. ¡Estaba delicioso! Algo que le daba ánimos a Eliot en el proceso, ya que todos estábamos elogiando su creación.

—Pronto el alumno superará a su maestro— decía Leo.

—Mi nuevo cocinero— agregó Fredrik.

—¡Hey! —me quejé— sólo yo puedo ser tu cocinero.

—No, mi cocinero es quien cocine mejor— me molestaba.

—Me harás sentir celoso—me quejé, haciéndolo reír.

—¿Ves? Te están quitando el puesto y a tu novio— me molestaba Leo, mientras que Eliot sólo reía o rodeaba los ojos, sin prestarles mucha atención, ya que nuestras parejas mutuamente se alineaban para molestarnos.

—Joshua, ¿y si mejor nos quedamos juntos tú y yo? —me propuso Eliot.

—Sí, suena mejor, así puedes cocinarme cuando esté cansado— le dije, alineándome con él.

Ahora nosotros los molestábamos a ellos, generando un agradable ambiente a la hora de merendar, aunque un par de horas más tarde, ellos se marcharon debido a que cada vez la tormenta se estaba volviendo peor y podría ser peligroso si se iban más tarde.

Les sugerimos que se quedaran a dormir aquí, hay muchas habitaciones en esta casa, pero ellos decidieron marcharse justamente porque tenían que encargarse de unas cosas mañana temprano.

Lo bueno es que, una vez ellos se fueron, nos encaminamos a la cama donde nos recostamos bajo las cobijas queriendo calentarnos, evitando movernos demasiado debido al frío. No quisimos encender la chimenea de la habitación, así que estábamos muy apegados, disfrutando de una dulce noche.

El cocinero del capitánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora