Capítulo 27: Tu hogar

Start from the beginning
                                    

Estaba cansado, pero acepté, nunca había visitado un sitio como ese, así que regresamos al barco en busca de ropa y luego él pidió prestado un caballo, de esta forma pude descansar de camino a ese sitio.

Estaba casi anocheciendo cuando llegamos, así que una vez él pagó por la habitación nos encaminamos a nuestro dormitorio para dejar nuestras cosas.

Por lo que nos dijeron, el agua termal es pública, pero como había poca gente, tuvimos la suerte de tenerla disponible sólo para nosotros. Yo no sabía cómo funcionaba un agua termal, esta era una fosa de río que nos permitió relajarnos, además los encargados pusieron unos asientos en el agua que nos permitían sentarnos mientras el agua nos cubría hasta el pecho, o al menos a mí, ya que a él le llegaba un poco más abajo.

—Esto es relajante...—murmuré.

—Lo mejor es que estamos solos— susurró depositando besos en mi cuello.

—Para... aquí no podemos, ¿qué tal si alguien viene? —le pregunté, mirando hacia todos lados, queriendo verificar que no hubiese nadie mirándonos.

—No haré nada— me aseguró, antes de besarme lujuriosamente.

En efecto no estaba haciendo nada, pero sus besos lograban calentarme mucho más que el agua, así que antes de arriesgarme a ser descubierto, decidí salirme del agua y obviamente él me siguió.

Nos pusimos nuestra bata y caminamos hasta nuestra habitación, donde al nada más llegar me quité la única prenda que llevaba encima mientras fingía que no deseaba hacerlo.

Cuando me saqué la bata cerca de la puerta dije "buscaré una toalla" que sin desearlo se me cayó al suelo, aunque me ayudaba a seducirlo tras inclinarme para recogerla, dándole en todo momento la espalda.

Luego cuando sequé mi cuerpo, me acerqué a la cama y gateé sobre ella queriendo meterme bajo las sábanas, donde a los pocos minutos él me siguió.

Fredrik imitó mis acciones, él terminó bajo las sábanas igual que yo, sólo que se acomodó justo sobre mi cuerpo y mientras besaba mi cuello por la parte de atrás, rozaba su pene entre mis nalgas, haciéndome sentir como cada vez se ponía más duro.

Yo creía que jugaría un poco antes de meterlo, aunque me equivoqué, ya que sin dificultad lo introdujo lentamente quedando sobre mi cuerpo, mientras que yo levantaba mi trasero para permitirle moverse con mayor facilidad.

—nnnngh... ah...—gemí suavemente, él estaba siendo dulce, parecía no tener prisa y me encanta cuando lo hacemos casi sin malicia, ya que en realidad me toca con ternura volviendo el momento muy romántico.

No pude evitar pedirle que me girara, algo que nos permitía besarnos mientras mis brazos se envolverían alrededor de su cuello a la vez en la que sus manos acariciaban mis muslos, moviéndose lentamente dentro de mí.

—¿C-Crees que esto cambie...? —pregunté tras cortar el beso— me refiero a cuando estemos en tu hogar...—le expliqué.

—No...—me respondió empujando su erección más adentro— de hecho...—susurró repitiendo su acción, logrando meterlo completamente dentro de mí— será mucho mejor...

—¿Tu c-crees...?

—Sí...—respondió acercándose a mis labios, pero no me besó, más bien, mantenía mis labios entreabiertos creyendo que lo haría, aunque en realidad buscaba que mis gemidos fueran recibidos con su boca.

—nnngh...—gemí queriendo besarlo, mis labios rozaban levemente los suyos, era el momento perfecto para besarnos, algo que él no parecía desear.

—Cuando estemos allí...—susurró— quiero que mi hogar lo consideres t-tuyo...

—¿Y...y si no soy aceptado...? —pregunté un poco temeroso.

—Te amarán...—me aseguraba— estoy seguro de que te encantará...—añadió.

No era el mejor momento para hablar sobre esto, literalmente su pene está entrando y saliendo de mí, pero como me regala embestidas lentas, podemos hablar sin problema, de hecho, nuestras respiraciones sólo se agitan o entrecortan un poco.

Puedo sentir como su pene está causando que sienta un cosquilleo en mi parte baja, se siente bien, realmente adoro a este hombre.

—Me encantaría tenerte así para siempre...—confesé en voz alta.

—No te preocupes...—susurró acelerando sus embestidas— cuando estemos allí... haremos el amor todas las noches...

—¡nnnh...! M-Más despacio...—le pedí, pero él las hizo más rápidas humedeciendo mi parte baja— ah... mi amor... —suspiré.

—¿T-Te gusta... l-la idea...? —preguntó con dificultad.

—Sí... sí... —repetí excitado— ¡nnngh...! Ahí... justos ahí...—comencé a pedir.

Ya no estaba siendo dulce, ahora mismo estaba siendo más pervertido y no tardó en tocar mi entrepierna mientras me embestía con profundidad. Me sentía en el paraíso, por lo mismo, sentía que todo iría bien en el futuro si él seguía a mi lado.

Realmente... me encanta estar con él...

El cocinero del capitánWhere stories live. Discover now