11. Zayn

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  ✏️ Chic@s inscribí esta novela en un concurso, (Gemas Perdidas). ¡Quiero ganar algo al menos una vez! Enserio, ni siquiera en las piñatas lo lograba (siempre fui una enana y los demás me empujaban... ahh, traumas de la infancia, que bonito). De todas formas, seguramente no gane, pero va a ser divertido. 

Solo quería decírselos. 

Gracias por leerme. 

-Nina.

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—Nos vemos el lunes, no olviden hacer la tarea.

Agité la mano hacia el último de los pequeños que se marchaba de la mano de su madre y suspiré, sintiéndome extrañamente enérgico al término de un día escolar. Talvez, era el hecho de que no debía esforzarme tanto para mantener una buena fachada frente a los niños esos días en que los recuerdos de Rainy me llevaban abajo, lo que me tenía de tan buen animo. Ahora sabía donde se encontraba mi hijo, aunque no estuviese totalmente bajo mi cuidado, sabía donde se encontraba y que estaba siendo cuidado con amor, lo que me daba algo de esa tranquilidad que no había sentido en mucho tiempo.

Cerré la puerta con suavidad, girándome para buscar el reloj de pared que colgaba en hall principal del instituto. Ni siquiera leí realmente la hora, sabía exactamente el horario de entrada y salida de mi curso y cuanto tardaba aproximadamente en despedir a todos mis alumnos. Aun era temprano, pero eso no me impidió apresurar un poco mi paso por el pasillo. Saludé a un par de otros maestros en mi camino al aula, ni siquiera escuchando lo que me decían devuelta.

Las luces del pasillo estaban apagadas, pero había suficientes ventanas como para que la luz exterior iluminara cada pequeño rincón. Al parecer, el clima finalmente estaba poniendo su buena cara luego de las lluvias torrenciales que habían azotado la ciudad durante algunos días. Mi mente automáticamente comenzó a hacer planes para pasar tiempo con Rainy, el luminoso día solo hizo a mi humor mejor.

Llegué a la puerta del aula que me correspondía con un pequeño salto alegre en mi paso. La inusual felicidad que sentía era algo completamente nuevo para mi, no recordaba haberme sentido así desde mi embarazo, algo que había atribuido al desorden emocional en el que me había convertido en ese entonces. Mi sonrisa se desequilibró un poco cuando al abrir la puerta, no encontré un salón vacío como esperaba.

—Alfa —el saludo salió automáticamente a través de los labios, mucho antes de pensar la palabra. Aclarándome la garganta, di un paso dentro de la habitación—. Liam. ¿Que estas haciendo aquí? ¿Sucedió algo? —avancé, pasando por su lado para llegar a mi escritorio—. ¿Dónde esta Rainy? ¿Se encuentra bien?

Miré alrededor del salón, buscando ese bonito rostro al que había comenzado a añorar tanto. Bancos y mesas vacíos fue lo único que me devolvió la mirada, las ventanas dejando entrar una gran cantidad de luz exterior.

—Está bien —dijo, respuesta corta y fácil.

Volteé a verlo, encontrándome con su castaña mirada posada directamente en mi persona. Llevaba un traje azul, muy similar al que había vestido el día en que lo conocí en la oficina de la directora y tan diferente al hombre de jeans y camiseta que me había observado como si yo pudiese salvar su mundo con un chasquear de dedos el día anterior. Supuse que eso representé para él cuando me encontró en la entrada del edificio de apartamentos, con la ropa goteando sobre el suelo de linóleo, esperando que me dejara ver a mi hijo al menos un instante. Rainy parecía representar el mundo para él y yo lo había herido, pero también era el único que podía reparar las cosas y él debió ser consciente de ello en ese instante.

El vello espolvoreado sobre sus mejillas había sido recortado prolijamente, dándole el aspecto de esos abogados de series televisivas que parecían siempre preparados para tomar el siguiente caso. Su cabello caía a un lado con despreocupación, como si ni siquiera tuviese que esforzarse por crear ese look tranquilo que siempre parecía llevar.

Rainy |Ziam| PausadaWhere stories live. Discover now