8. Rainy.

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Acurrucado en una esquina del sofá, jugueteé con el control remoto, pasando de un canal a otro sin prestar demasiada atención a ninguno de los programas reproduciéndose en la pantalla. No tenía ganas de mirar televisión, había demasiadas cosas en mi cabeza como para lograr concentrarme en algo de lo que allí sucedía. Pero había visto la expresión preocupada que parecía haberse quedado congelada en el rostro de Liam, no me gustaba eso, en realidad, odiaba saber que era por mi culpa que estaba de ese modo. Que saliese de la cama y viese caricaturas, parecía tranquilizar en algo al Alfa, le daba la sensación de que todo estaba mejorando.

Volviendo a los dibujos animados, abandoné el mando sobre la mesa y miré el cielo pintado de gris al otro lado del cristal de la ventana cercana. Había comenzado a llover temprano en la mañana y no se había detenido en ningún momento. Le sonreí irónico a las nubes grises, el clima parecía estar compartiendo mi humor y sentimientos.

No solo me sentía herido, sino que también engañado. Los libros habían sido mis mejores amigos desde que tenía memoria y acaba de descubrir que me habían estado mintiendo. Los padres no quieren a los hijos solo por ser sus hijos. Ellos no están obligados a amar a sus descendientes, no eran la cosa más importante en su mundo.

Me había estado mintiendo a mi mismo durante demasiado tiempo. Los otros niños tenían razón, nuestros padres nos habían dejado por una razón, ¿por qué ir contra su decisión al buscarlos? ¿que había estado esperando encontrar? ¿Una sonrisa feliz y unos brazos abiertos? Me jactaba de ser más inteligente que otros niños de mi edad, pero al final, había terminado cayendo en las mismas ilusiones y falsas esperanzas.

Era patético.

—¿Rainy?

Di un salto sorprendido sobre mi trasero y volteé la mirada para ver a Liam sobre el respaldo del sofá—. ¿Si?

—¿Estas bien, cariño? —tenía una mirada compasiva y cariñosa en su rostro, pocas veces había visto esas emociones en él. Era un Alfa fuerte y malo, él no mostraba demasiada piedad alrededor... solo a mi.

—Bien —me aclaré la garganta cuando mi voz salió más débil de lo que había esperado e intenté una sonrisa para él—. Estoy bien.

Se apoyó en el marco de la puerta que daba a la cocina y cruzó los brazos sobre su pecho—. Eres un muy mal mentiroso, ¿te lo había dicho alguna vez?

—Creo que lo mencionaste un par de veces.

Lo escuché suspirar, sus pasos acercándose—. ¿Que puedo hacer para que estés mejor, Rain? Dímelo y lo haré. Lo que sea que quieras, solo dímelo. Si quieres un camión repleto de dulces, iré en este mismo instante a comprarlo. Si quieres ver al conejo de pascua en persona, buscaré al bastardo y te lo traeré. ¿Quieres un trozo de la luna? Me convertiré en un bendito astronauta y te lo traeré. Solo dímelo, por favor, me esta matando verte tan triste.

Antes de que pudiese controlarlo, lágrimas estaban cayendo por mis mejillas y los sollozos se ahogaban en mi pecho—. No lo sé, Liam —susurré—. No sé que hacer para estar mejor, no sé. ¿Me ayudas? ¿Puedes? Ya no quiero estar triste, no quiero que estés triste por mi culpa, pero no sé que hacer.

—Eres demasiado pequeño para tener que pasar por este sufrimiento —murmuró, estrechándome en un abrazo cálido—. Pasará, Rainy, te lo prometo.

—Ya ni siquiera sé porque estoy triste —confesé entre sollozos—. Solo quiero llorar. ¿Por qué tiene que importarme tanto lo que él piense de mi? ¿Por qué me importa? Nunca ha estado allí para mi, no lo conocía, aun así me duele que no me quiera, ¿por qué?

—Porque es tu padre, amor. —respondió con voz suave—. Es tu padre y rompió tu corazoncito.

Lloré contra la tela de su camisa—. Quiero volver al internado.

Rainy |Ziam| PausadaWhere stories live. Discover now