47.

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Ya casi se cumple un mes desde que le dije adiós y honestamente han sido los días más difíciles de mi vida. Sufrir alteraciones emocionales es lo peor, a veces me siento bien y a veces solo quiero desaparecer. Para rematar, me cuesta dormir porque mi cuerpo todavía no se ajusta al cambio de horario.

Me siento ajena y muy fuera de lugar.

Todos los días siento la urgencia de tomar un vuelo de regreso y lo único que me impide hacerlo es saber que mi hermano personalmente me traería a rastras del cabello. Sería una escena bastante cómica y, sinceramente, no me importaría que suceda siempre y cuando pueda ver a Minho aunque sea por un breve momento.

Lo extraño muchísimo y ya ni siquiera puedo mirar algún gato sin pensar en él. Hasta los más insignificantes detalles me traen los más vívidos recuerdos junto a él. Tch, idiota. ¿Cómo se atreve a apoderarse de mi mente? Lo peor es que ni siquiera puedo odiarlo por ello. 

Justo ahora me encuentro escuchando música romántica mientras la imagen de su bello rostro se reproduce en mi memoria cómo un metraje que suplementa mi tristeza, este se ha vuelto mi pasatiempo favorito. Eso y también dedicarle notas de amor que nunca leerá.

Mis ojos están cerrados mientras mis brazos descansan sobre el escritorio que mantengo en mi habitación, pero mi momento melancólico frena cuando mi estómago ruge. Ah, esa es una buena señal, hace mucho que no tengo apetito. Me quito los auriculares para salir de la habitación e ir a la cocina. Tal como supuse, Johnny es el único aquí.

—Hola —agita la mano con la que sostiene un sándwich—. Hace mucho no te veo.

—Me viste ayer.

—¿Ah, sí? Se me olvida porque ni siquiera sales de tu cuarto, solo sales cuando Doyoung te invita a algún lado y ni aun así hablas mucho.

—Pues... ¡Sorpresa! Volví a salir.

Elevo las manos y esbozo una sonrisa, ambos gestos son notablemente fingidos.

—¿Por qué?

—¿Por qué qué?

—¿Por qué no sales de tu cuarto? Casi ni comes por estar encerrada, ¿tienes algún problema con eso?

—No para nada —curvo los labios mientras sacudo la cabeza—. Es solo que todo esto es nuevo para mí, así que... todavía no me acomodo.

—Ya que estás respondiendo mis preguntas, ¿por qué te viniste a vivir aquí?

Yo río—. Ya te picaba la lengua por preguntar, ¿verdad?

—Obvio, casi ni me hablas por estar encerrada.

—Lo único que te puedo decir es que tuve problemas con las personas cercanas a mí.

—Aah, por eso es la falta de tu apetito.

—Supongo.

—Bueno, tengo la solución para eso. ¿Quieres acompañarme a correr?

—¿Y eso cómo resolverá el problema?

—Pues corriendo se gastan energías... Energía es sinónimo de calorías y ya que tu cuerpo necesita recomponerlas, ahí es cuando entra el hambre.

Ah, tiene sentido, Changbin me explicó algo similar.

—Mhm... Okay, lo intentaré.

(Minutos después...)

—Ahg... Johnny, no puedo más... Dame un descanso.

Me inclino hacia adelante, apoyada en mis rodillas, buscando desesperadamente recuperar el aliento.

Grietas del Corazón ; Lee MinhoWhere stories live. Discover now