08.

1.8K 238 25
                                    

Perspectiva de Minho:

Otra vez me encuentro solo a la hora del almuerzo. Ella está aquí, pero está distanciada, y se me hace sumamente extraño que no se ha acercado para molestarme. Desde que llegué noté algo fuera de lugar. Primero, llegó temprano y me buscó para que le instruyera en qué hacer (cuando normalmente soy yo quien la busca) y, segundo, ha estado muy tranquila y callada a lo largo del día. No me molesta, al contrario, pero me resulta raro.

¿Habrá madurado de la noche a la mañana?

Por alguna razón que desconozco no puedo apartarle los ojos de encima. No ha probado ni un solo bocado, sólo mantiene su vista clavada en el plato mientras juega con el tenedor entre la ensalada y sus cejas levemente fruncidas reflejan su falta de ánimo. De verdad se ve muy decaída; ni siquiera recuerdo cuando fue la última vez que la vi u oí reír esta semana.

Sigo lanzando miradas furtivas en su dirección y de un momento a otro ya no está sola, pues Changbin, a quien ella recibe con una sonrisa apagada,
se ha acercado para hacerle compañía. Los he visto juntos en distintas ocasiones. Parece que se llevan muy bien, pero ni siquiera él logra sacarle una sonrisa honesta en este corto lapso que llevan compartiendo.

«Tsk, ¿y a mí qué me importa?», reacciono en mi mente. Estoy poniéndole demasiado interés cuando debería estar alegre porque al fin tengo paz.

Recojo mi plato y camino hacia el basurero, pasando por su lado. Vaya, ni siquiera me ha volteado a ver... Esperen, ¿y eso qué? Cómo dije, debería sentirme feliz. Me deshago de esos pensamientos innecesarios y lanzo la basura para salir de allí.

Más tarde ese mismo día me encuentro junto a ella completando una tarea: estamos apilando algunos paquetes para que el equipo de carga pueda llevárselos. Todavía se ve triste, incluso más que antes. El silencio predomina entre nosotros y aunque me agrada muchísimo esta atmósfera, mi intriga persiste y está carcomiéndome de a poco, entonces decido sacrificar la tranquilidad que nos rodea diciendo:

—¿Podrías ponerle más ganas al trabajo? Así nunca terminaremos.

—Estoy haciendo mi mejor esfuerzo. —responde con voz apagada. Se rehusa a mirarme directamente.

—No parece.

Ella suspira y suspende su hacer, luego me observa con el semblante serio. 

—Estoy un poco cansada. ¿Podrías ser empático y tratar de comprenderme un momento?

—Esto ni siquiera es una tarea difícil.

—Ya, Minho —eleva la voz, provocando que yo también deje de moverme—. Ni siquiera estoy trabajando lento. ¿Por qué siempre me estás exigiendo más? Nunca he dejado un trabajo sin terminar o algo parecido, incluso me quedo horas extras si es necesario y lo sabes muy bien.

—Sólo te pedí amablemente que aceleres el ritmo.

—Y te estoy explicando que me siento agotada. Estoy segura de que tú me entiendes.

Su entrecejo y nariz se arrugan simultáneamente, y me resulta gracioso como esta última le tiembla por lo enfadada que está. Su gesto me es familiar, incluso ha evocado un viejo recuerdo y sin darme cuenta me quedo contemplando sus facciones.

—¿Y ahora qué te pasa? —espeta sin borrar su dura expresión, obligándome a devolver los pies a la tierra.

—Nada. Sigue con tu trabajo. —replico empleando el mismo tono.

Suspiro por lo bajo y reanudo mi labor. Después de esto puedo decir con certeza que algo le pasa. Ha discutido conmigo cómo de costumbre, pero no se burló de mí o me hizo enojar de más, al contrario, ella es quien se ve irritada y de nuevo se ha quedado sumergida en el silencio.

Grietas del Corazón ; Lee MinhoWhere stories live. Discover now