18.

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Dondequiera que voy hay problemas, siempre hay una razón para que Minho y yo discutamos, y la culpa siempre cae sobre mí. Ahora estoy aquí sola, sentada en una mesa al rincón del vestíbulo y me irrita saber que traigo su saco puesto, pero no me lo quiero quitar.

Chasqueo la lengua y recargo el mentón en mi mano para mirar a través del ventanal. Me siento mal, no por lo que pasó, sino por lo que Minho dijo.

«Eres tan insoportable. No sé en qué estaba pensando el señor Lee al pedirte que vinieras conmigo». ¡Eso ya lo sé! ¿Pero tuvo que decirlo tan rudamente? Últimamente soy muy sensible a sus tratos.

Mi celular comienza a sonar sobre la mesa y la pantalla indica que es una llamada de mi hermano. Una sonrisa se dibuja en mis labios y rápidamente contesto.

—¡Dodo! —entono contenta— Por fin me llamas. Creí que la tierra te había tragado.

—Perdón —él ríe—. He estado demasiado ocupado, no tienes idea, pero vi tus mensajes y aproveché a llamarte. ¿Cómo estás? ¿Cómo vas con tu nueva vida?

—Estoy bien... Y la vida me sigue tratando igual.

—Al menos te libraste del imbécil de Yuno.

—Sí..., se podría decir —guardo silencio por unos segundos—. ¿Qué hay de ti? ¿Cómo estás? Aparte de ocupado.

—Bien. Mi novia y yo compramos una casa hace poco y pues todo está bien.

—¿En serio? ¡Eso me alegra muchísimo! Felicidades, hermanito.

—Gracias. Espero que algún día vengas y la mires por ti misma.

—Estás al otro lado del mundo, dudo que sea pronto.

—¡No seas pesimista! —ríe y le imito. Escucho cómo su risa cesa y suspira—. Oye, hace poco estuve hablando con mamá y dice que no te has molestado en llamarla.

—Le he estado escribiendo, pero ella me responde muy cortante.

—Pues dale una llamada, ya sabes cómo es.

—Probablemente está esperando que me disculpe, algo que no haré.

—Las dos son idénticas, par de orgullosas, pero es tu mamá así que no seas tan malcriada.

—¡Bueno, lo que pasó no fue mi culpa, Doyoung! Ella me echó de casa en lugar de apoyarme.

—Ya, ya, no me hables así.

—Pero es que siempre me culpan cuando ella y yo tenemos problemas. No me voy a disculpar por algo que no comencé.

—Oh Dios, eres tan testaruda. Sólo llámala.

—Lo intentaré. ¿Para eso me llamaste, verdad? Sólo para decirme que la llame —mi voz decae. Sabía que no llamó con la mera intención de saber cómo estoy—. Está bien. Voy a colgar ahora para hacerlo.

No me extrañaría enterarme de que mamá le dijo cosas y por eso él ahora insiste en que le hable.

—No te pongas así. ¡¿Ves?! Eres igualita a ella.

—Cuídate, Doyoung. Te quiero mucho.

No le doy la oportunidad de responder y cuelgo. Resoplo de mala gana y no espero más para ir al contacto de mamá y hacerle una llamada.

Uno, dos, tres timbrazos y ella responde al cuarto.

—Aló.

—Mamá...

—Oh... ¡Miren quién se dignó en llamar! ¿Y ese milagro? Seguro Doyoung te obligó a llamarme porque a ti no te importa saber cómo está tu mamá.

Grietas del Corazón ; Lee MinhoWhere stories live. Discover now