30.

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Me quedé con él la noche anterior. Dormimos juntos y me tuvo en sus brazos durante toda la noche. Ah, ¿cuándo fue la última vez que me sentí así de bien con alguien? Cada día estoy cayendo más y más profundo por él.

Al día siguiente llegamos juntos a la compañía, ganándonos algunas miradas curiosas que ignoramos por completo. Una sonrisa instantánea se plasma en mis labios cuando diviso a los chicos a la distancia y corro a ellos para saludarlos.

—¡Hola, chicos!

—¡Apareciste, mujer! —exclama Jisung— Te perdiste ayer. ¿Dónde estuviste?

—Jisung —pronuncia Hyunjin—... Minho tampoco vino ayer. ¿Eso te dice algo?

Jisung se queda pensativo por un instante y después cubre su boca, escondiendo una sonrisa perversa. ¡Otra vez con sus pensamientos no tan puros!

—Par de... traviesos.

Changbin y Hyunjin se echan a reír mientras yo siento mi cara entrar en calor. ¡Esto no ayuda!

—Ayer fue todo lo opuesto a lo que estás pensando. Minho se enfermó y me ofrecí a cuidarlo, es todo.

—Ah, le bajaste la calentura.

—¡Jisung! —cubro su boca con fuerzas para causarle dolor, él aprieta los ojos e intenta zafarse— No estoy interesada en conseguir eso, así que ya cállate.

—Pero no te pongas tan rojita. —añade Hyunjin.

—Ya, ya, dejen de molestarla —Changbin toma mi mano y me aleja de Jisung, quien saca la lengua en una mueca burlona—. ¿Todo bien con Minho?

—Sí, sólo fue una alergia leve. ¿Ustedes cómo están?

—Con hambre. —responde Changbin.

—Con sueño. —le sigue Hyunjin.

—Y pereza. —concluye Han.

—¿Quieren que les compre algo de comer? Aunque creo que tengo snacks en mi bolso.

Changbin niega.

—No hace falta. Mejor ver con Minho, parece que nos quiere exterminar con la mirada desde que te acercaste.

—Pues claro, la cela contigo y ni lo disimula el tipo. Ah, mira, ya se va.

—Jisung, deja de molestar y ya vámonos. Tenemos cosas que hacer —Hyunjin lo toma del brazo—. Nos vemos más tarde.

—Hasta luego.

—Adiós, Hannie. Adiós, Hyunjin.

—Bueno, yo también me voy. Ojalá pudieras venir a ayudarme, hay mucho que empacar. —Changbin hace un puchero.

—Algún día de estos pasaré por allí —tanteo su hombro mientras río—. Te veo al rato.

—Bye.

Nos damos la espalda al mismo tiempo y justo en ese momento alguien choca conmigo. El impacto ha sido muy brusco y pierdo el balance, pero por suerte Changbin se ha percatado del accidente y evitó que cayera.

—¡Dios, mío! ¡Cuánto lo siento! Discúlpame, venía apurada y no me fijé. —una Hwamin llena de pánico se disculpa una y otra vez con reverencias.

—¿Estás bien? —musita Changbin.

—Sí. No te preocupes, Hwamin, también me ha pasado.

—Perdona, hoy es un día muy ajetreado.

—Lo comprendo. Gracias por ayudarme, Binnie.

—No hay de qué. Te veo después.

—Claro. Con permiso, Hwamin, también debo irme.

Grietas del Corazón ; Lee MinhoWhere stories live. Discover now