31.

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Perspectiva de Minho:

—¿Entonces te irás a solas con ella? —pregunta Chan, una sonrisa maliciosa formándose en sus labios— Pillín.

Ni siquiera me molesté en invitarlo porque sé que se negaría y sobre todo porque quiero dedicar este tiempo a ella nada más.

—Estás loco —lo miro sin una pizca de gracia—. Ella nunca se me ha insinuado de esa forma. Hago esto porque sé que le gustan estas actividades.

—Pueda que le gustan otras actividades también...

Me ve de reojo y sin borrar esa irritante sonrisa, entonces le doy un zape.

—Deja de insinuar cosas sobre ella, bastardo.

—¡Eso dolió! Y para tu información, mis papás están casados.

—Ya cállate.

Soba su cabeza y me mira duramente mientras balbucea algo que no logro comprender. De seguro son insultos.

—Algo que noté es que ella es muy similar a Minju. Te juro que desde que la vi pensé en...

Yo lo interrumpo.

—Ya lo sé, pero no lo menciones.

—¿Por qué?

—Porque son personas diferentes, ¿okay? Sí, tienen actitudes similares, pero no me gusta pensar en eso.

—Está bien, cálmate. Fue una simple observación.

—Cómo sea. Vámonos ya, tengo que pasar a recogerla.

Cierro mi mochila y hago que Chan la cargue. Él no se queja, de hecho, ni siquiera se da cuenta de que está obedeciéndome y sólo me sigue hasta el carro donde ya están mis tres gatos. Primero paso dejando a Chan, me despido de Soonie, Doongie y Dori
y después conduzco a casa de ella.

Estoy emocionado por nuestro viaje y sé que ella también; no dejó de mencionarlo en el transcurso de la semana. Cuando llego a su puerta, me recibe muy risueña y con un abrazo efusivo.

—Te extrañé, Mininho.

—Nos vimos hace menos de una hora.

—Ya sé. —tapa su boca para reír.

Su risa me resulta cómica, por lo que río junto a ella.

—¿Lista?

—Sip. Sólo traeré mis cosas.

Veo que coge dos bolsas, así que me ofrezco a llevar la más grande. Mientras las pongo en el baúl, ella reingresa a la casa y después aparece cargando una canasta. He de suponer que adentro hay bocadillos.

—Nunca vienes sin preparar algo de comer.

—Lo comeremos cuando lleguemos. Puse fresas y duraznos con crema batida, sándwiches de gilgeori, agua y encontré una receta de pudín muy fácil. Quedó muy rico, así que espero que te guste.

—Mhm, estoy emocionado por probarlo.

—Lo dices, pero no lo demuestras. Tus palabras sonaron muy sarcásticas.

—¿Qué quieres? ¿Qué me ponga a brincar y aplaudir?

—Si puedes...

Yo niego y cierro el baúl con fuerzas, provocándole un susto.

—¿Cerraste bien la puerta de tu casa?

—¡Tonto, casi se me sale el corazón! —lleva una mano a su pecho mientras yo me abstengo a reír— Y sí, la aseguré bien.

Grietas del Corazón ; Lee MinhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora