CAPÍTULO 3.- primer fragmento

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—Mierda —Bael empezó a procesar la información—, estamos jodidos.


Empezó a rebuscar en los cajones de los muebles apolillados, encontró uno que estaba lleno de jeringas y cuchillos. También encontró frascos vacíos e idénticos al que encontró Gerard con la sangre demoníaca.


Volvió a mirar las cunas y pudo visualizarlo, pequeños bebés siendo cortados y torturados por su sangre demoníaca.


Concetta entró a la habitación.


—¿Qué es este lugar?


Bael le lanzó la bolsa de jeringas usadas que encontró en una esquina.


—El hijo de perra no nos contó todo y no creo que lo hiciera —dijo Bael sombrío—, debí atravesarlo con estas jeringas antes de matarlo, es lo que se merecía.


Aparecieron en el jardín del palacio y se dirigieron al despacho de su tío Jaime, a Bael le enojaba no poder aparecer directamente en el lugar, pero su tío Dylan había puesto defensas mágicas que impedían aparecer directamente dentro del palacio, aunque podrían desaparecer de adentro sin problemas.


Sabía que no debía quejarse en lo absoluto de poder aparecer y desaparecer usando su propia magia demoníaca, después de todo lo que practicaron y se esforzaron para realizarlo por sí solos. Era una cualidad tan magnífica que los dejaba en gran ventaja, aunque últimamente los usaban como transporte continental.


—Hay una magnífica entrada —gruño Concetta—, pero tienes que aparecerte en la parte trasera para que entremos por la ventana como si fuéramos ladrones.


—Así evitamos toparnos con alguien que nos distraiga —contestó Bael ingresando al despacho por la ventana.


Jaime los esperaba junto a Liana.


Bael le alboroto el cabello su prima, hace un par de meses que Jaime la había incorporado en algunas de sus reuniones. Al comienzo fue difícil para Bael ver a la pequeña Liana siendo entrenada de la misma forma que lo fue él. No obstante, sabía que ella en algún momento ocuparía el lugar de su padre, así que debía estar lo mejor preparada posible.


—Dos —dijo Concetta mirando a Jaime con mala cara.


—¿Dos?


—Son dos demonios Jaime, ¡ Dos malditos demonios!


—Qué manera tan discreta de decirlo —habló Bael sentándose a lado de Liana.


—¿Querías que se lo dibujara? —Concetta miro primero a Bael y después volvió a fijarse en Jaime—, ¿Si entiendes lo jodidos que estamos verdad?, solo les falta uno y ya está.


—¿Les falta uno? —preguntaron Liana y Bael a la vez.


THE RISE OF THE KINGDOM OF THE SUNWhere stories live. Discover now