24. APOYO Y PROMESAS

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Me tienes encadenado,
Me tienes encadenado por tu amor,
Pero no cambiaría.
No, no cambiaría este amor.
***


NAIRA

—Toma —dice Kea dejándose caer en la banca justo a mi lado—. Diego dijo que te lo dejaste en casa hace el otro día.

Pauso mi lectura y cierro el libro para poder ver a mi amiga con censura. Tomo el aparato descansando sobre su mano y murmuro un leve agradecimiento antes de tomar una profunda respiración y comenzar a hablar.

—Fui a buscarte, Kea. Y no estabas. No te he visto en... Como en una semana. No has contestado los mensajes que te envío y tampoco respondes las llamadas —Bufo algo molesta y mi mirada transmite todo el dolor que siento ante su lejanía—. ¿Me puedes decir qué hice? Es raro esta actitud en ti. Siempre has tenido tiempo para nosotras y, de repente, ¡BOOM! Te desapareces de la faz de la tierra.

La mirada de Kea baja hasta sus pies ante mis palabras y yo solo puedo ver la culpabilidad pintada en su rostro.

—Lo siento —musita—. Es que... eres mi mejor amiga y no quiero que me juzgues.

Sus palabras me sorprenden y me hacen parpadear confundida repetidas veces.

—Bueno, me duele saber que me crees capaz de eso cuando sé más cosas de ti y jamás te he condenado por ello. Eres como mi hermana, Kea. ¿Por qué no confías en mí? —pregunto estirando mi mano y cogiendo sus dedos en un ligero apretón. Su rostro se eleva y clava su mirada en mí.

—Es diferente, Nai. Y complicado. Yo he vuelto con Alex —confiesa logrando que se me erice la piel.

Alex nunca me dio buena espina a pesar de que tampoco me dio razones para desconfiar de él. Kea lucía tan radiante a su lado que no me atreví a decirle nada, pero ahora que sé de lo que es capaz, no me voy a quedar con la boca cerrada.

—Kea...

—No lo digas, ya lo sé —me interrumpe—. Es que... ¡Dios! No sé. Fue a pedirme perdón. Dijo que estaba cegado por lo mucho que me quiere pero que me va a esperar todo el tiempo que desee. Dijo que no va a presionarme, Nai. Se equivocó y quiero darle otra oportunidad.

Estoy escuchando sus palabras, pero al mismo tiempo veo la desesperación en sus ojos. Está tratando de convencerse a ella misma de que es lo correcto, de que es lo que quiere, aunque en el fondo sabe que no es así. Lo único que quiere es no estar sola.

—¿Y Fidel? —pregunto en voz alta.

Los ojos de mi amiga se abren solo una fracción más y luego desvía su atención al alumnado jugando soccer en el patio alejado de nosotras. Puedo ver a varios chicos corriendo tras la pelota y me sorprendo al encontrarme con el rostro sonriente y acalorado de Asier. Una pequeña sonrisa se planta de manera inevitable en mis labios cuando lo veo reír por algo que dice Fidel a su lado.

El suspiro cansado de Kea me trae de regreso a la situación.

—Fidel me odia, amiga.

Giro mi cara para verla con semblante triste y luego le doy un abrazo.

—No creo que te odie. Eres inodiable —susurro haciéndola reír.

—¿Nueva palabra?

—Para extender mi vocabulario, ya sabes.

Otra risa sale de ella y entonces yo la acompaño, atrayendo así miradas de la gente a nuestro alrededor.

—¿Qué es tan gracioso? —pregunta una familiar voz masculina antes de tomarme de la cintura y sacarme de mi asiento. Me pongo de pie y entonces sus suaves y dulces labios están sobre los míos.

Amor de libro [ADL #1] -PRÓXIMAMENTE EN FÍSICO ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora