06. PLANES DISFRAZADOS

267K 22K 5.2K
                                    

Me abrazas sin tocarme,
Me mantienes sin cadenas.
Nunca quise tanto algo
Como ahogarme en tu amor.
***


ASIER

Por un momento me pregunto qué es lo que estoy haciendo ahí parado, pero la sola mirada de alivio en el rostro de Nai me dice que hago lo correcto. Fidel, sea o no mi amigo, no tiene derecho a tratarla así. Ninguna mujer debe ser tratada de esa manera y es por eso que estoy de pie frente a él esperando que la suelte y la deje ir.

Hundo las manos en los bolsillos de mi pantalón, sin embargo no bajo la mirada. Debe entender que no me iré de aquí si sigue tratándola así. ¿Qué acaso no entiende lo que significa «no»? Vale, sí, es cierto que las mujeres pueden ser un poco confusas a veces con su «no» que significa sí, o el «no» que significa tal vez, pero solo viendo su semblante o escuchando el tono de su voz puedes darte cuenta de que el «no» de Nai, significa eso: simple y sencillamente no.

Una de las cejas de Fidel se eleva, al igual que una esquina de su boca, en un gesto divertido. Da un paso hacia enfrente elevando las manos a modo de rendición y soltando a Naira sin aviso, lo que causa que se tambalee hacia atrás; palmea mi hombro antes de pasar caminando a mi lado susurrando un «ya era hora» en voz muy baja y soltando una risa.

Giro mi rostro confundido para verlo dirigirse a donde un chico y su novia están muy acaramelados. La mejor amiga de Naira, creo. Intercambian unas palabras, desvían su mirada hacia donde estoy yo y luego vuelven a decirse algo sonriendo.

No hay duda de que la gente puede estar algo zafada.

—Eso fue...

—Extraño —concluye Naira por mí. La miro y asiento sin decir nada más. Ella causa eso en mí; el quedarme mudo. Es que tengo miedo de decir algo que me haga quedar en ridículo frente a ella y por eso prefiero tragarme las palabras—. Bueno, gracias —susurra mirando la punta de sus zapatillas. Yo solo me quedo ahí, mirando cómo un mechón de cabello acaricia su mejilla pálida, tentándome para acercarme y quitarlo con mis propios dedos.

—No hay nada qué agradecer. Lo hubiera hecho por cualquiera —digo tratando de restarle importancia. Su rostro cae un poco por lo que desvía la mirada a un punto detrás de mí, una pequeña sonrisa triste aparece en su rostro.

—Kea está loca —dice, pero estoy tan concentrado observando sus rasgos, que sus palabras no entran muy bien en mi cabeza.

—¿Huh?

—Kea, mi mejor amiga. Está algo loca —repite. Ahora soy yo quien sonríe y asiente.

—Los mejores amigos deben tener ese requisito, supongo. —Nai ríe y me siento orgulloso de haber causado ese maravilloso sonido.

—Sí.

—¿Estás bien? —pregunto—. ¿Fidel no te...?

—No, no. Todo bien. Solo fue un poco demasiado insistente —me interrumpe sonriendo. Me paso una mano por el cabello y suspiro aliviado de que no la haya lastimado.

Un grupo de chicas pasa a nuestro lado en el pasillo con dirección al baño, pero el espacio es tan estrecho que tenemos que aplastarnos contra la pared para dejarles sitio suficiente. Una vez que pasan todas, me armo de valor y le pregunto a Nai lo que he querido preguntarle desde que la vi de pie luciendo desubicada.

—¿Quieres salir de aquí? —cuestiono. Sostengo la respiración en espera de su respuesta cuando sus cejas se elevan con sorpresa.

—¿Tú y yo? —pregunta incrédula, a lo que asiento—. ¿A dónde?

Esa es una buena pregunta.

—Uh... Podemos solo estar aquí afuera si gustas. Luces tan incómoda como yo en este lugar.

—Es porque lo estoy —susurra Nai—. No... No pertenezco aquí.

—Se nota —devuelvo. Y es verdad, se nota que ella no pertenece a este lugar, sino a uno mejor. A mi lado, preferiblemente. Su ceño se arruga un poco, me mira a los ojos unos segundos y luego suspira luciendo triste.

¿Es por algo que dije?

—Mmm... está bien.

—Entonces salgamos. —Recuerdo el local que se ubica a tan solo unas cuadras y sonrío para infundirle confianza—. Conozco el lugar perfecto.

Hago una seña con mi cabeza para pedirle que me siga, pero no había contado con que el sitio se iba a llenar más en el corto tiempo que pasamos en ese pasillo. La multitud es espesa ahora y a duras penas puedo hacerme camino hacia el exterior.

Cuando miro a Nai a mi espalda, me doy cuenta de que se ha encogido de hombros y la gente la empuja por accidente por ser tan pequeñita. Me recuerda a los minions, solo que ella no es amarilla. Y en definitiva es más bonita.

Sin pensarlo dos veces, estiro mi mano y cojo la suya más menuda y delicada. Entrelazo nuestros dedos e, ignorando el cosquilleo que tiene mi mano y los latidos apresurados de mi corazón, nos conduzco al exterior; al aire fresco de la noche. Una vez fuera suelto su mano a pesar de que no quiero hacerlo y meto las mías en los bolsillos de mi pantalón. De repente me siento algo nervioso.

—Uh... ¿Te gusta el helado? —Sé que debí preguntarlo antes de invitarla a salir de ahí, pero no lo pensé en el momento, solo quería llevarla fuera de ese lugar. Me mira a los ojos y sonríe.

—Me encanta.

Ahora es mi turno de sonreír, aliviado.

—Genial, hay una heladería a un par de manzanas. Podemos ir si no te molesta caminar un poco. —La última frase suena más como una pregunta, pero ella asiente hacia mí y luego busca algo en una bolsa que lleva colgando a su lado.

—Está bien. Solo déjame ver si Kea tiene su celular para enviarle un mensaje.

—Sí. Eh... Yo haré lo mismo.

Ambos escribimos en nuestros celulares mensajes para nuestros amigos y luego los guardamos. Sin decir nada, comenzamos a caminar hacia la heladería. Una esquina de mis labios se eleva por su cercanía sin que me dé cuenta y miro de reojo para encontrar a Naira haciendo lo mismo. Solo me gustaría que fuera por las mismas razones. Mi ánimo se tambalea un poco al recordar su ceño fruncido cuando estábamos dentro.

Tal vez ni siquiera quería estar conmigo y yo estaba ahí, invitándola a salir. Imagino mil cosas, demasiadas razones por las cuales no debí haberlo hecho; por lo cual no debí haberme metido entre Fidel y ella, cuando un suspiro saliendo de sus labios me alerta. ¿Está aburrida? A lo mejor ya se arrepintió de venir conmigo.

—¿Quieres volver? —le pregunto demasiado brusco, deteniendo mis pasos.

—¿Eh? No. Yo solo estaba pensado en... cosas. —Baja su mirada hacia sus zapatos y luego la eleva de nuevo hacia mis ojos—. Pero si tú quieres volver...

«¡No!»

—No. No, claro que no —me apresuro a decir.

Río por la clara desesperación en mis palabras y ella me imita. Bajo la cabeza avergonzado cuando su dulce voz llena mis oídos.

—Bien, entonces vayamos por ese helado —dice con su voz baja, dándome una leve sonrisa y comenzando a caminar hasta que me rebasa.

Yo solo puedo sonreír como tonto.

¿Esto cuenta como una cita? No estoy seguro, pero sí sé que con estar a su lado me basta. No necesito darle un nombre a lo que hacemos. Su presencia a mi lado es lo único que quiero. Troto hasta alcanzarla de nuevo y caminamos lado a lado sintiéndonos algo tímidos y me atrevo a decir que ella se encuentra tan nerviosa como yo. Solo pensar en eso me hace sonreír.

Sin duda la noche va mejor de lo que pensé.


Instagram: cmstrongville
Twitter: cmstrongville
Grupo en fb: Leyendo a Cee


Amor de libro [ADL #1] -PRÓXIMAMENTE EN FÍSICO ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora