Capítulo XXII

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Emiliano Russo

Entro a la clínica con la mirada fija hacia el frente. Siento que todos me miran, aunque en verdad nadie lo hace, me esfuerzo lo más que puedo para no reflejar en mi exterior lo que está pasando dentro de mí. Lo de Bianca ha sido un golpe duro, aún más duro que el enterarme de que tenía cáncer.

Tal vez si es cierto que el karma existe, y ahora el universo me está devolviendo todo lo que hice en el pasado. O tal vez es una cruel broma del destino, burlándose por enamorarme. Todo hubiese sido más sencillo si me hubiese mantenido dentro de mis reglas: sexo sin compromiso. No era una mala vida, me divertía, tenía tiempo para dedicarle a mi trabajo y lo mejor es que no estaba expuesto a que me rompieran el corazón, así como lo hiciste, Bianca. Debí alejarme de ti desde el primer momento en que tus hermosos ojos verdes se cruzaron con los míos. Creo que siempre lo supe, ibas a ser tú a la que le entregaría mi corazón. Me he vuelto tan blando y estúpido. El amor es una mierda.

—Dr. Russo, parece que hubo un problema con los residentes, están todos reunidos con la Dra. Harrison, me pidió que se les uniera en la sala tres —, me informa Elle con expresión de preocupación.

—Gracias, iré enseguida.

Debo concentrarme en lo único que me mantendrá alejado de este dolor en el pecho, y es el trabajo.
Entro la sala y veo a cuatro de mis residentes sentados, mientras que la Dra. Katie esta con los brazos cruzados, se le ve tan molesta que su cuello está rojo.

—Buenas noches a todos. ¿Qué fue lo que paso? —pregunto sin rodeos.

—Emiliano, aquí tres de tus practicantes se creyeron doctores graduados y se tomaron atribuciones no autorizadas con un paciente. —Me informa Katie y todos agachan la mirada —alrededor de las once llego una mujer que presentaba un serio cuadro de esquizofrenia, sus padres, dos personas en extremo religiosos, alegaban que la chica estaba poseída y que necesitaba con urgencia de un exorcismo, por lo que se resistían a dejarla recluida.

—Ella parecía poseída —interrumpe Carolina y Katie la fulmina con la mirada.

—¿Qué estudiaste tu Carolina? ¿espiritismo o ciencia? —soltó Katie sin disimular su enojo, luego volvió su mirada a mí para continuar —la chica presentaba un serio cuadro de desnutrición, los padres decían que el demonio no la dejaba comer —puso los ojos en blanco.

—Bien, entiendo que era un caso conflictivo, ¿Qué hicieron mal los chicos? —quise saber, ya estaba comenzando a impacientarme.

—Carolina, Sebastian y Francis, decidieron sin previa autorización por el doctor de guardia suspender la clorpromazina, el medicamento que estaba controlando el cuadro de esquizofrenia de la paciente, y que yo misma le suministre, solo para que los padres pudiesen meter a un cura a practicarle exorcismo justo en la habitación 106 de esta clínica —dijo Katie indignada— ¿puedes creerlo? ¡Un exorcismo!

Mi mente se quedó procesando la información, como doctor he vivido y visto cosas muy raras en la sala de urgencia, pero en definitiva jamás me había tocado un caso de exorcismo.

—Pero funcionó —volvió a intervenir Carolina y Katie casi la acuchilla con la mirada.

—Carolina por favor —me gire hacia ella, era la única de los cuatro que me sostenía la mirada —¿Acaso sabes cuantas reglas has roto al tomar la decisión de suspender un medicamento recetado por el doctor en turno? Además de ello, eres la más antigua por lo que tienes la obligación de liderar a tus compañeros y darles el ejemplo.

—Doctor es que…

—Es que nada Carolina, ¿Qué hubiese pasado si la chica moría por falta del medicamento? De verdad pusiste en riesgo no solo la vida de un paciente, sino tu carrera y la de tus compañeros ¿Por qué? Por favor, explícame.

Lo que Aprendí de TiOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz