Capítulo XII

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—¿Qué me estás ocultando?—pregunta Emiliano en cuanto nos estacionamos frente a la casa.

—Nada, solo quiero descansar—miento mirandolo directo a los ojos  para que me crea.

—Bianca—respira profundo y se lleva la mano derecha a los ojos, esta buscando las palabras adecuadas para decirme—casi me suplicaste que nos fuéramos de la fiesta, sin contar que estabas sumamente alterada, ¿Qué lo causó?

No puedo decirle, en este instante estoy presa del pánico, la amenaza de ese maldito fue muy directa, sé que debo contarle a Emiliano, pero debo organizar bien mis ideas antes de involucrarnos.

—No me gusta Madison—suelto con sinceridad, pero desviando totalmente el foco principal de mi estrés.

—¿Es en serio? ¿Debo repetir que no tengo nada con ella?—sube la voz molesto—No voy a dejar de darle mi ayuda por tus celos Bianca. Espero que estés consciente de eso—suelta tajante y sale del auto, abre la puerta trasera y saca a Emi del auto dando un portazo final, denotando que esta sumamente molesto.

Permanezco sentada en el auto, acompañada de la oscuridad de la noche, me siento perdida, perdida y asustada. No sé qué hacer, estoy hundida en un cúmulo de problemas, uno tras otro, y ya no sé cómo librarme de todo esto. Me reprocho haber revuelto las turbias aguas de mi pasado, pero ¿Acaso debía dejar impune al hombre que abuso de mí? ¿Debía permitir que siguiera lastimando a niñas inocentes? Eso sería muy vil y cobarde de mi parte.

—No lastimaras a nadie más—murmuro en un tono casi inaudible—así tenga que detenerte yo misma.

Saco el teléfono de mi bolso y le marco a la teniente. Timbra dos veces antes de que atienda.

—Sra. Russo, ¿está todo bien?—pregunta confundida.

—Hola teniente, siento mucho molestarla tan tarde.

<<Cuéntale>> me grita mi subconsciente.

—Quería saber si pudieron avanzar algo del caso—la escucho suspirar.

—Lo citamos a la comisaría—se acelera mi respiración—estuvimos interrogandolo más de tres horas—dice y guarda silencio, antes de que pueda preguntar algo más, comienza a hablar de nuevo—Bianca no te mentiré, no logramos hallar nada que lo inculpara por lo que te hizo, su historial esta limpio, y negó todas las acusaciones—siento un hueco en el estómago con cada palabra que emite la teniente—he investigado en el colegio y con los alumnos, nadie ha dicho nada malo de él.

—¿Entonces fue todo?—suelto con rabia y decepción —¿solo dejaran de buscar? Él seguirá haciendo daño, las personas como él no se detienen es un maldito pedofilo.

—No me voy a detener Bianca, seguiré investigando y daré con la verdad, pero en estos momentos no lo puedo detener, debes confiar en mí, no descansaré hasta llevarlo ante la justicia, pero necesito que seas sincera conmigo. Durante el interrogatorio Bill dijo algo que alertó a mi jefe, él nos informó que tú eras una niña con varios problemas, entre ellos, que sufrias de depresión y te lastimabas.

Guardo silencio, mi garganta está trabada, mi pecho sube y baja con fuerza, él sabe más de mí de lo que podría haber imaginado.

—¿Es cierto?—pregunta, pero se bien que ya sabe la respuesta.

—Fue consecuencia de lo que me hizo—suelto con furia—es que ahora la víctima se convierte en victimario.

—No te estoy culpando Bianca, solo necesito tener toda la información para ayudarte, él nos informó que eras una niña con trastornos, hizo parecer que quiso ayudarte en varias oportunidades, pero que no te dejabas ayudar, alego que eras mentirosa y que tenias problemas con tus compañeros de curso.

Lo que Aprendí de TiWhere stories live. Discover now