Capítulo V

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Al terminar la canción me levanto y tomo a Emi en brazos.

—¿Si crees que le guste? —pregunto, y me doy cuenta de que parezco loca hablando con una bebé —creo que debo salir más.

Al voltear veo a Emiliano de pie junto a la puerta.

—No puedes espiarme, se suponía que era una sorpresa—le digo mientras camino hacia él.

Tiene los ojos cristalizados, y en su mirada percibo una tristeza que nunca le había visto, quedo parada frente a él, inmóvil, sin poder dar un paso más. Todo queda en silencio. Siento mi corazón comprimirse, es malo, no sé qué es, pero lo que sea que lo tenga así, es realmente malo.

—¿Em? ¿Qué pasa? —mi voz apenas y es audible. Casi puedo escuchar latir mi corazón retumbando en todo el salón.

No dice nada, sin cruzar palabras elimina los centímetros que nos separan y pasa sus brazos por mi cintura pegándome a su cuerpo, puedo sentir como tiembla, el brazo que tengo libre lo paso por encima de su hombro y me aferro a él con fuerza, lágrimas corren por mis mejillas, no hay explicación alguna, sus labios no dicen nada, pero su cuerpo me grita que algo está mal, tan mal, que me lo oculta para protegerme.

—Debes hablar conmigo—pido y mi voz se quiebra.

—Amo escucharte cantar—susurra pegado a mi cabello.

No digo nada, no pregunto, sé que no me quiere decir, así que no lo presiono, pero si esta situación se mantiene tendrá que hablar.

Se separa de mí y le da un beso en la frente a Emi. Lo miro aturdida, pasa su pulgar por mi mejilla limpiando la lágrima que se deslizaba por mi rostro.

—No debes preocuparte, todo está bien, solo que hoy tuve que darle malas noticias a una paciente—suspira y antes de poder contestarle toma con suavidad mi cuello y me pega a sus labios, son cálidos y dulces, me besa despacio, como si solo existiéramos los dos, como si el mundo siguiera su curso, pero el tiempo no nos afectara, solo existíamos en este momento. La necesidad que tenemos el uno del otro aumenta la intensidad de nuestros movimientos, mi corazón se acelera, le halo el cabello para profundizar más el beso, y Emi coloca sus manitas en la cara de Emiliano, nos separamos y niego con la cabeza tratando de ocultar mi sonrisa.

—Tu hija es muy celosa y posesiva, te quiere solo para ella—él se encoge de hombros apretando los labios y pongo los ojos en blanco, mientras tanto, Emi forcejea en mis brazos lanzándose hacia Emiliano para que la cargue.

—Las mujeres de esta familia me aman—alardea y calló sin poder contradecirlo, la sujeta y llena de besos en el cuello mientras que ella ríe a carcajadas.

<<Amo esto, son mi vida>>

—¿Quieres que te preparé algo de comer?—carraspeo para aclarar mi voz y borrar el rastro de llanto.

—No preciosa, comí algo antes de venir, iré a hacer dormir a Emille, imagino que debes estar cansada, mejor ve a la cama—me da un beso en la frente y sube las escaleras.

Esa sensación rara no se borra de mi corazón, pero decido confiar en él y no presionar, tuvo un mal día así que se lo compensaré. Subo y voy directo al pasillo de la segunda planta en donde está la escalera corrediza que conduce al ático, me pongo en puntillas para jalar el cordón y dejar caer la escalera.

Odio el ático, subo despacio y lo primero que hago es encender la luz, no es que está alumbre mucho, es irónico que todos los áticos tienen ese aspecto tenebroso, perfectos para películas de terror, las pocas veces que he subido, siempre siento que en la esquina en donde no llega casi la luz, aparecerá un espanto, o detrás de las cajas saldrá un tipo con máscara y un machete, no suelo ser miedosa, pero estos lugares me ponen la piel de gallina. Voy directo a las cajas que traje de mi departamento en búsqueda de mi primera video cámara, en mi adolescencia pase por una etapa en que me creía fotógrafa, y mi papá me compró mi primera video cámara, aún la conservo, más por el valor sentimental que por lo que la uso.

Lo que Aprendí de TiWhere stories live. Discover now