Capítulo XI

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—¿De verdad tenemos que ir?—le pregunto mientras reviso el closet buscando algo que ponerme.

—Nena si no quieres ir, lo entenderé, yo lamentablemente tengo que asistir por protocolo y porque si no, mi papá no me dejará vivir en paz.

—Sí quiero ir Em—le aseguro mientras coloco tres vestidos sobre la cama—podría decirse que hasta estoy emocionada, ¿sabes desde cuando no salimos? Siento que vuelvo a ser una mujer y no solo una mamá—me mira y sonríe negando con la cabeza, mientras abotona su camisa blanco hueso—lo decía por ti, ¿estarás bien? No te gustan mucho estas cosas.

—Si voy contigo, es más que seguro que me divertiré, así podremos criticar a los idiotas que se creen dioses—se burla, ocupando la misma referencia que yo uso para llamar a ciertos doctores.

—¿Estarán los prepotentes que conocimos la fiesta pasada?—suelto con aires de emoción, él asiente con una sonrisa traviesa—uff, si que la pasaremos bien.

Lo veo sacar una corbata color vino tinto, así que optó por ponerme el vestido color borgoña para combinar con él, tiene un encaje delicado en el torso y un corte de corazón permitiendo resaltar el collar que me regalo Em, luego se ajusta a mi cintura y cae más suelto hasta los pies, deja ver parte de mi pierna derecha por una abertura que tiene hasta el muslo.

Salimos de la casa justo a las siete de la noche, pasamos de camino por la casa de mis padres para dejarles a Emi para que la cuiden, el evento queda a las afuera de la ciudad, en el trayecto nos mantenemos callados, creo que tenemos tantas cosas que decir, que no decimos nada, tengo tantas palabras atoradas en mi garganta, que siento que explotare, pero decido mantener el silencio, y solo estar presente para ser su soporte, así como él lo ha sido desde que nos conocimos.

Su teléfono comienza a sonar rompiendo el silencio que se apodero del ambiente, contestó por la pantalla táctil del auto y enseguida se escucharon los sollozos de una chica.

—Debes calmarte Madison—habló con una cálida voz mi doctor, mientras mantenia la mirada fija en la carretera.

—¡Estoy cansada! No es justo que me pase esto a mí, yo ya he sufrido mucho—gritó ella entre lágrimas y sentí un nudo en el estómago.

—Te lo he dicho Madison, la vida a veces no es justa, pero no por eso nos vamos a echar a morir, tienes que ser fuerte y seguir luchando, no permitas que te derribe, porque ya en el suelo—hizo una pausa— te va a reducir a la nada—me recorrio un escalofrio por el cuerpo y pude entender como sus palabras las decía no sólo para ella, sino para él también.

Madison no contesto, parecía analizar las palabras de Emiliano, un silencio incómodo se planto en el ambiente.

—No sé como lo haces—pronunció lento, ya se escuchaba más calmada—eres la única persona que logra tranquilzarme, siento que solo tú me entiendes—Emiliano mantuvo la mirada fija al frente, gire la cara para verlo, ahora, no sólo sentía compasión y comprensión hacia ella,  dentro de mí se volvía a desarrollar una emoción que había olvidado, ese sabor amargo invadía mis papilas gustativas, podía sentir el ardor que recorría desde mi estomago a mi corazón, los celos son una horrible manera de darte cuenta de que no todo esta seguro en esta vida, las cosas pueden cambiar de un momento a otro, así como dicen que después de la tormenta siempre viene la calma, de la misma forma se puede presentar a la inversa, cuando todo parece estar perfecto puede venir un huracán y llevárselo todo por delante.

—Sabes que te apoyo, solo debes ser positiva, aun cuando las cosas se tornen oscuras, la semana que viene iniciaras el segundo tratamiento, y estoy más que seguro que todo resultara bien—la alienta, y siento un pequeño alivio al notar que Em solo quiere ayudarla y detrás de sus palabras no se oculta ninguna mala intención.

Lo que Aprendí de TiWhere stories live. Discover now