Capítulo XIII

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Me doy prisa para no llegar tarde, termino de preparar los biberones de Emille y la lista de cosas que Elenna debe seguir, no esta muy acostumbrada a estar con bebés, y con lo excesivamente planificada que es, si no le dejo explicitamente todas las indicaciones sería capaz de llamarme a cada hora para preguntar.

—Me alegra que se esté dejando ayudar—dice mi hermana desde el sofá con Emi en las piernas.

—Casi he tenido que forzarlo, no está acostumbrado a ser el que necesita ayuda, sino el que la da—me aproximo a Elenna y le extiendo el papel con todas las instrucciones.

—Te ves cansada hermanita, debes dormir más.

—Tengo muchas cosas en la cabeza, gracias por ayudarme con Emille, sé que estás de vacaciones y cuidar a un bebé no es de los planes más divertidos.

—Tranquila, siempre me divierto con la pequeña alíen—se levanta y me abraza—todo saldrá bien.

—Espero que esto termine pronto.

Subo al auto y conduzco hasta la clínica, llegue una hora antes, así que espero a que se haga la hora, no sé si fue la mejor elección usar un vestido blanco para venir a la clínica, pero ya es muy tarde para arrepentimientos. Doy una buena bocanada de aire, y salgo usando mi mejor máscara de valentía, seré esta vez yo la fuerte, ahora me toca a mí salvarte doctor.

Voy directo a las escaleras recordando a la perfección el sector de oncología, donde se realizan las quimios y radioterapias, me alegra no haber hecho ningún espectáculo cuando encontré a Emiliano tomado de la mano de Madison, aún cuando quería saltarle encima y alejarla de mi esposo, esa chica no me gusta.

—Señorita no puede pasar a este sector—me detiene una enfermera justo antes de cruzar la puerta.

—Lo entiendo, pero mi esposo está esperándome, lo acompañaré en su primera radioterapia —aclaro con un nudo en el estómago, ella no parece muy convencida.

—Déjeme la reviso en la lista de las visitas, sigame —me pide y reprimo mis ganas de poner los ojos en blanco.

Pasa tras el mostrador de información y comienza a revisar en la computadora, ya debe estar por comenzar la sesión de Emiliano y yo estoy aquí perdiendo el tiempo.

—¿A quien viene a ver?—pregunta ajustándose los lentes.

—A Emiliano Russo, es mi esposo—asiente con la cabeza aún no muy convencida de mis palabras.

—¿Es usted Madison Allen?—pregunta y siento como la ira sube a mi rostro.

—Soy Bianca Hoffman y soy su esposa—suelto en un tono menos amable.

—Aquí solo esta anotada ella, así que  no la puedo dejar pasar— zanja sin importarle lo que le digo.

—Me importa poco lo que usted diga—me volteó y camino hacia la puerta.

—Deténgase o llamaré a seguridad—grita y me sujeta del brazo, respiro profundo para no perder los estribos.

—Rose, espera—se acerca rápidamente Elle a nosotras—déjala pasar, es la esposa del doctor.

Ella me mira con desdén y me suelta.

—La próxima vez, anotese como todos los demás —juro que quiero lanzarle un puñetazo, pero me resisto.

Elle me sonríe apenada y me señala la puerta para que vaya a ver a Em.

Camino rápido por el pasillo y voy mirando a los alrededores revisando en cada cubículo, buscándolo, pero no está, llego al final del pasillo y hay una puerta que dice radioterapia, cuando me dispongo a abrirla sale de ella Emiliano con Madison, y siento que comenzaré a levitar como en la película del exorcista, su mirada se cruza con la mía y sonríe levemente, puedo notarlo cansado.

Lo que Aprendí de TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora