Cap. 28🍷

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El alfa mayor tomó a su ahora esposo por las caderas, juntandolo contra su cuerpo, sintiendo la respiración acelerada del omega joven, su mirada quedó completamente clavada en su preciosa boquita, sus manos descendieron hasta los formados glúteos del omeguita, apretandolos a su antojo. La desesperación del pelinegro fue demasiada ya que juntó sus labios, la tensión sexual no podía durar más de 5 minutos entre ellos.

Fue depositado sobre la gran cama con cuidado, estremeciendose ante los toques firmes y suaves que aquellas manos callosas y grandes podrian brindarle a su piel tersa, el hombre mayor entre sus piernas disfrutaba con locura del cuerpo de su esposo, amaba cada parte del sensible y tímido Jisung, sonrió al ver los deditos del omeguita retorcerse ante su lengua jugueteando su interior.

—H-hyung...¡oh!

Enredó sus dedos en los cabellos del alfa castaño que se comía su trasero, podía sentir la humeda lengua tocar partes profundas de su entrada, sentía la textura suave y raposa a la vez de aquella lengua lamer las paredes de su entrada, sus rodillas se juntaron por inercia por tal humedad chocar con su tan preciada próstata, haciéndole ver las ya conocidas estrellas que siempre veía cuando hacía el amor con su esposo.

Pobre omega, parecía estar perdido ante tal sensación ya conocida pero mejorada que su alfa experimentado le estaba ofreciendo, sus palabras automáticamente salian como gemidos agudos que no podía acallar y ni hablar del hermoso espectáculo que el mayor veía desde abajo, observando al pelinegro delirar por una simple comida de culo, no podía culparlo, era un joven omega de apenas 20 años, tendría muchas cosas que enseñarle a su esposito.

Las delicadas manos del joven apretaron las sábanas de debajo de él, soltando un gemido alto por el dedo que fue introducido de una estocada, amaba que lo tomaran de esa forma, ruda.

—Otro, Honie, otro —Exigía el omega que se mojo aún más al ver los ojos amarillentos de su alfa.

Los vellos de su cuerpo se erizaron por la cálida respiración del alfa moreno en su cuello y se estremeció completamente al sentir la lengua pasearse cerca de su reciente marca matrimonial, Jisung agradeció internamente que la diosa luna se pusiera a su favor, su alfa había entrado en su celo, un celo que el "inocente" omega pelinegro disfrutaría como nunca.

Tomó la mano libre de su alfa, llevando uno de sus dedos a su boca, chupando este con dedicación, Jisung estaba que chorreaba de lubricante por la mirada intensa que el alfa le propinaba. Guió aquella mano hasta uno de sus sobresalientes pechitos, incitando a su marido a que los apretara como quisiera, sabía que al moreno le encantaban, desde que le habían crecido, aquel hombre mayor no apartaba su mirada de ellos, lo entendía, él tampoco podía parar de mirarse al espejo por lo bonitamente perfectos que son.

—Tócame, por favor, hágalo como usted quiera.

Los oídos de Minho fueron bendecidos por la melodiosa voz del pálido y así lo hizo, tomó el pecho libre de su omega y lo succionó mientras sus dedos entraban y salian con facilidad de la entrada empapada del menor.

Jisung abrió su boquita en sorpresa al sentir la intromisión inesperada del miembro de su alfa, sus manos se sujetaron de la espalda ancha de su alfa, sintiendo como era follado y toqueteado a voluntad de su marido, se sentía como un muñequito, se sentía dominado, se sentía sumiso, se sentía bien.

—Honie, Honie...¡hyung!

—Te vez tan lindo así, totalmente entregado a mí, precioso.

Lo beso de la manera más lasciva que al lobo del mayor se lo pudo haber ocurrido, explorando el interior de la dulce boquita del pelinegro, lamiendo y succionando sus belfos rosados, juntando ambas lenguas, dejando sin aliento al jovencito que enterraba sus uñas en su espalda por la insoportable sensación de placer que comenzaba a extasiarlo y a la vez atormentandolo.

Las caderas del moreno eran imparables, moviéndose de adelante hacia atrás, haciendo que el cuerpecito del pálido se agitara con cada estocada, eso a Minho le molestaba un poco por lo cual decidió cambiar la posición, tirandolo boca abajo, sacandole un jadeo al omeguita que solo se dejaba hacer.

—Sujetate, cariño.

—¿U-uh...

Rápidamente entendió al sentir el pene entrar en lo más profundo de su interior, haciendo que se moviera violentamente hacia delante, alcanzó a sostenerse de la cabecera de la cama para no estamparse contra ella. Jadeó fuertemente cuando su cabello fue jalado hacia atrás con dureza mientras era cogido con bestialidad por su esposo. Sus ojitos rodaron hacia atrás, volviéndose blancos por la forma en la que era penetrado, vaya que le encantaba el tono que estaba tomando su hyung, cada vez más agresivo y rudo.

Jisung pudo apoyar su cabeza contra la almohada cuando su hyung por fin había soltado su cabellera negra, estaba bastante agotado que respiraba muy agitado, sus piernas temblaban y podía asegurar que su cuerpo tenía marcas rojizas ya.

—Aguanta un poco más, bebé

—Hyu-hyung estoy muy cansado, ah —Puchereo.

—S-sólo un poco más, Sungie.

Nuevamente fue volteado con facilidad, quedando en su posición inicial, boca arriba. La mirada dorada del castaño se paseo por todo el cuerpo pálido, detallando y delineando con sus dedos la marca de matrimonio que su esposo tenía en su cuello, ese simple toque causaba varios cosquilleos en el estómago del más joven, el cual suspiraba con sus ojos cerrados.

—Minho....

Apretó sus párpados cuando aquellos largos dedos se cernieron con aferro en su cuello, cortandole la respiración, sofocandolo placenteramente, era una extraña sensación para él, amaba cuando se quedaba sin aliento por aquellos besos tan especiales que su hyung le daba a escondidas, sentía que le cortaba la respiración cada vez que hacían el amor en cualquiera lugar, espacio y tiempo, pero esta sensación era completamente distinta, podía sentir el tacto rasposo de aquellas manos masculinas en su delicado y niveo cuello, cada fibra de su piel sentía lo apretado de aquel agarre, le excitaba.

Su espalda se arqueó al compás de las embestidas imparables, ni siquiera recordaba en qué momento fue que inició aquel vaivén delicioso, las manos en su cuello no le dejaban pensar con claridad, sus vista estaba perdida pero eso no quería decir que no estaba disfrutando de todas las sensaciones, lo hacía y al máximo.

Sus manos buscaron aferrarse a la espalda ancha de su alfa, acercandolo a su cuerpo cuando sintió sintió extasis cerca, soltando un gran gemido agudo que no tenía ni idea que podía hacer, la presión por quedarse sin oxígeno y el orgasmo fue lo que bastó para dejarlo viendo el cielo por un gran rato, ni siquiera se dio cuenta del gran nudo que su marido había formado en su interior y eso que apenas era la noche de bodas.

DILF (Minsung) Where stories live. Discover now