𝘮𝘦𝘫𝘰𝘳𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘤𝘰𝘯 𝘦𝘭 𝘵𝘪𝘦𝘮𝘱𝘰

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—Por supuesto.

...

Renjun vivía en un departamento, que como Mark había mencionado antes, estaba a unas cuadras de la escuela de ambos niños. Hacía poco que Chenle había comenzado a ir allí los fines de semana, por lo que era la primera vez que Jisung iba, sus padres ya conocían, ya que habían ayudado a su tío Renjun con la mudanza.

Frente al edificio, estaban ubicadas decenas de tiendas de todo tipo, seguro a Chenle le agradaba la zona.

El edificio era lindo y tenía sus comodidades, no era tan grande como la casa en la que vivía antes Renjun, pero el lugar era suficiente para él y Chenle.

—¡Oh, mi Jisunggie! —exclamó el chino al ver a su sobrino en la entrada, abrazándolo con fuerza.

El menor correspondió el abrazo con una sonrisa, tenía tiempo de no ver a su tío.

—Estás tan grande, ¿cómo has estado, cariño?

—Muy bien tío, gracias por preguntar —el mayor les dio lugar a sus dos visitas para entrar—. ¿Usted como se encuentra?

—Estoy de maravilla, cielo —acarició la mejilla de Jisung con ternura, regalándole una sonrisa—. Antes de que preguntes, Chenle está en su habitación, es la segunda puerta a la derecha, por el pasillo.

—Gracias —hizo una pequeña reverencia y corrió hasta el lugar indicado.

Cuando Jisung desapareció de la vista de ambos mayores, Jaemin saludó a su mejor amigo con un abrazo, siendo correspondido al instante.

—¿De verdad estás bien? —preguntó el menor, con un dejo de preocupación.

—Hablo muy en serio, Jae —respondió luego de soltarse del abrazo—. ¿Un poco de té? Hice brownies.

—Que sea una taza grande. Oye, ¿crees que podrías guadarle algunos para Jeno?

—No hay problema, sabía que él te pediría eso, así que hice demás.

El mayor se adentró a la cocina a preparar la merienda, incluyendo la de los niños.

—Me gusta como decoraste el lugar.

Dentro del lugar, se podían notar muchas cosas nuevas, le daban un toque más hogareño al lugar y la clara esencia de Renjun.

—¿Te gusta? De a poco fui comprando cositas, son de una tienda de segunda mano —contestó desde la cocina.

—Me encanta, no está nada mal.

En menos de diez minutos, la merienda ya estaba servida en la mesa y los niños ya estaban tomando su chocolatada con galletas en la habitación de Chenle.

—Tus brownies nunca fallan —comentó el rubio con la boca llena y el corazón feliz.

—Lo sé —el mayor corrió su cabello con la mano, en una pose de diva.

Jaemin reía con las ocurrencias de su amigo, le dolía ya no tenerlo tan cerca de casa y poder molestarlo todos los días, pero las visitas seguidas que le hacía le llenaban de felicidad.

—Oh, tengo algo que mostrarte —anunció Renjun, levantándose de su lugar y yendo a su habitación.

Al volver, llevaba una gran sonrisa, pero no se lo veía traer nada. Hasta que puso una moneda grande en la mesa, tenía el número uno en ella y decía otras cosas que Jaemin no lograba ver.

—¿Qué es esto? —preguntó el menor extrañado, agarrando la moneda, que realmente era grande.

—Mi insignia, llevo un mes sin beber.

El menor lo miró sorprendido, cambiando su mirada a la moneda, leyendo los que tenía grabado y luego mirando de nuevo a su amigo. Se levantó de su lugar y abrazo con vigor a su amigo, intentando no largar ninguna lágrima.

—E-estoy orgulloso de ti, R-Ren.

—Gracias, Jae.

Luego de unos minutos, Jaemin soltó a su mejor amigo, secando sus traicioneras lágrimas.

—Hace poco tomé valor para ir a alcohólicos anónimos y voy bien.

—De verdad, estoy muy feliz por ti, Renjun —tomó la mano de su amigo entre las propias, acariciándola—. Tengo fe en que seguirás progresando.

—Gracias por confiar en mí —soltó junto a unas lágrimas.

—La próxima vez que no me cuentes con tiempo algo así, te mataré, ¿me oíste?

El mayor rio, pero terminó aceptando.

𝘛𝘩𝘦 𝘊𝘶𝘳𝘪𝘰𝘶𝘴 𝘉𝘢𝘣𝘺 ─ 𝙉𝙊𝙈𝙄𝙉Where stories live. Discover now