capitulo 18

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Antonio Bernocchi.
Octubre, 2018.
New York.

Siento como se mueven a mi lado y lo único que hago es atraer a Isabella más hacia mi, tiene mi brazo abrazado como si fuera su peluche, después de unos segundos abro los ojos y llevo mi mano a la mesita de noche buscando mi celular, lo encuentro y busco la aplicación para el panel de la suits, abro unas de las cortinas eléctricas y todavía no ha salido el sol.

Isabella se vuelve a mover, dejo el celular donde mismo y me vuelvo a voltear abrazándola por detras, no puedo evitarlo y comienzo a bajar mi mano desocupada metiéndola en la pijama de seda que carga, comienzo acariciar y la dejo quieta en sus senos, mi polla se comienza a levantar y mis caricias ya no son tan suaves. Isabella se vuelve a mover pero está vez echa su trasero para atrás chocando justo con mi miembro haciendome respirar hondo.

Bajo mi mano a su cadera volteandola, con cuidado saco mi brazo de su cuello y bajo hasta quedar enfrente de sus senos levanto la blusa y comienzo a chupar.

Mi miembro se engorda más y maldigo la hora en que Massimo quiso venir, muerdo su pezón izquierdo y sigo chupando pasando mi mano por su espalda bajándola hasta su trasero, la meto en el mono y lo comienzo apretar.

Se vuelve a mover subiendo una pierna que me queda un poco más abajo de la cintura, sonrío con su seno en mi boca, llevo mi mano hasta su entrepierna rodando con los dedos la tanga que carga y comienzo acariciar su vagina, moviendo mi dedo de arriba hacia abajo de donde está el clítoris hasta el centro.

Sus caderas se mueven de repente y suelto su pecho para verla pero todavía está dormida, así que vuelvo a tomarlo siguiendo con lo mío, se dilata más y a mi el pene me duele soltando jugos.

Por más que quiero follarmela no puedo por el simple hecho de que comienzo lento pero ya luego no me puedo contenerme y se que anoche luchaba para no gemir duro, muerdo el pezón de nuevo pero esta vez con furia también mi mano aprieta su vagina fuerte tanto que por fin se despierta.

- Antonio - Dice mi nombre en un susurro extasiada y suelto todo sin delicadeza levantándome molesto.

Camino hacia el baño y ya está amaneciendo, cierro la puerta tras de mi y me quito todo, entro y abro dejando que el agua fría me termine de despertar.

Comienzo a masturbarme con cierta rabia de no poder tenerla, gruño con el recuerdo de ayer cuando me la estaba follando justo aquí, como el agua se paseaba por el valle de sus senos como lamía cada gota, como le entraba todo, como me marcaba y como la marcaba yo a ella, respiro con dificultad cuando a mi mente viene como tiene las marcas de nuestra primera vez no tan intactas pero siguen ahí.

La sangre me hierve y estoy tan caliente que lo frío del agua no me hace nada, me sostengo con mi mano libre en la pared, recuerdo como sus caderas se movían esa noche en Puerto Rico, no le prestaba atención al trato que estaba haciendo, habían chicas hermosas a mi lado y todas me parecieron insípidas cuando la vi.

Lo sensual que se movía de una forma tan experta y así tal cual baila folla, se mueve de una forma exquisita algo torpe pero eso es fácil de arreglar, Isabella tiene un cuerpo delicado y al mismo tiempo voluptuoso, todas sus medidas cuadran perfectamente, se nota que no hace ejercicio pero tiene todo tan perfecto que no le hace falta.

Sus ojos también me prenden, cuando se oscurecen cambia su cara completamente, se le nota lo sádico y a otros capaz le daría miedo pero a mí, a mí me engorda el miembro.

Unstable. [saga Bernocchi > Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora