Capítulo 30: Que Nadie Me Juzgue

1.7K 86 33
                                    

La distancia. Tan buena cuando queremos huir de algo o de alguien y tan puñetera cuando quieres mantener eso mismo cerca de ti. Hubo un tiempo en el que quise alejarme de mi hogar, mi casa, y volar lejos de ese nuevo y repentino infierno. Y ahora que he encontrado otro hogar, uno que me ha devuelto la felicidad más genuina y sincera, está lejos. Por mucho que lo ame o que lo extrañe.

Puede sonar dramático, cursi, romántico, patético... Como tú quieras. Pero desde que entré en esa habitación de nuevo, todo se me removió, y juro que nunca soy tan sensible, pero desde aquello, echar de menos a Gavi es mi oficio. El amor que le tengo, la claridad en el pensamiento al sentir que quiero que esté en mi vida para siempre, eso es algo que no puedo retener dentro de mí. Es algo que ni se compra ni se vende. Lo quiero, y ya no tengo modo de negarlo o esconderlo. 

Los recuerdos de Sandra me han hecho pensar. Pensar no sólo en ella y Alberto, sino también en lo que me decía y aconsejaba, en lo que ella querría y en lo que ella pensaría si me viera. Yo sé que ella me empujaría a ser valiente y, sobre todo, paciente. Ella se reiría de mí por ser tan llorona y no ser capaz de estar dos semanas sin mi chico. Y Alberto no se quedaría atrás. Seguramente los dos me molestasen juntos y todo acabaría con una guerra de cosquillas. O así habría acabado con una Miriam de nueve años.

Cuando ellos se marcharon de mi vida, llegué a odiar el mundo en el que yo tenía que habitar. Y ahora que encuentro de nuevo mi propósito y mi sitio, me duele tenerlo lejos. Porque Gavi es mi sitio. He tardado en comprenderlo del todo, y asimilarlo tampoco ha sido fácil porque eso significaría decir que he remplazado a Sandra, y no quiero admitir que lo he hecho. Puede que porque no lo siento como un remplazo, ni como un relleno de hueco. Ocupan posiciones distintas en mi corazón, pero la felicidad que me brindan es la misma. He encontrado mi hogar después de muchos años y no quiero tenerle lejos, ya no más.

Suspiro frotándome los ojos y miro mis apuntes fijamente. No consigo centrarme para el examen que tengo mañana, y lo único que me apetece es tirarme en el sofá, y si pudiera ser con Pablo abrazándome y dándome besos, mejor.

Me han concedido el traslado, así que, en teoría, mis sueños de estar con Gavi más tiempo será pronto una realidad. Y aunque debería alegrarme, no puedo ignorar ese pequeño miedo a que todo se jorobe. La última vez que fui tan feliz, no salió nada bien.

Voy hasta la cocina para ver qué cenar y acabo metiendo una pizza de pepperoni en el horno. Me siento en la encimera esperando, y empiezo a mirar mis notificaciones para ver si así consigo de pensar en algo que no sea ni mi pasado, ni mi chico, ni la universidad. Pero los dedos me traicionan llevándome a la carpeta que tengo oculta, esa que miro cuando estoy sola y les echo de menos. En principio, sería una carpeta de vídeos y fotos sólo de ellos dos, pero Gavi ha ido colándose en ella.

Sonrío al ver esa foto de cuando estuvimos viendo la Sagrada Familia. Ahí no existía preocupación ni infelicidad. Éramos nosotros dos. Sin más. Sin menos. Y al pasar la foto una lágrima se me resbala al ver otra en la que estamos Sandra y yo con Xavi, que acababa de firmarle la camiseta a la mayor de las dos. Cuando conocí al entrenador del Barça de verdad, no sólo durante un minuto, me pregunté si me reconocería. Pero no lo hizo. Y ahora que veo todo en perspectiva, me entran ganas de ir al catalán y darle un abrazo, decirle todo lo que significa para ella y para mí.

Ella querría eso, era su ídolo.

Lo sé, por supuesto que lo sé.

Me seco las cuatro lágrimas tontas que se me han salido y miro si la pizza ya está hecha. Hago una mueca al comprobar que ya se estaba quemando y apago el horno mientras abro la puerta para sacar mi cena de dentro.

Ceno en el salón sin mucho entusiasmo, dejando el canal que tenía puesto, el cual está emitiendo Friends ahora mismo. No quiero seguir pensando, no quiero seguir sola con mis pensamientos. Se me están acumulando muchas cosas por las que preocuparme y siento que mi mente no es un lugar seguro.

Imprudente // Pablo GaviWhere stories live. Discover now