Capítulo 21: Puta Vida

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Pedri me mira a través del retrovisor, visiblemente molesto. No le ha hecho gracia saber que me iría. De hecho, él y Fernando han puesto muchas más pegas de las que yo esperaba. Creía que no se meterían en la discusión, y me equivoqué. Fer dudo que esté molesto, pero su hermano me mira como si hubiese cometido algún acto terrorista o algo por el estilo. Aunque la cara de Pablo no es mucho mejor, la verdad. Él sí que está cabreado. Y yo estoy entre la ira y la frustración. Una mala combinación.

El aeropuerto ya se ve desde el coche y yo suspiro, pegando la mejilla al cristal. No quiero irme, ¿a quién pretendo engañar? Pero debo. Y me encantaría decirles que sí me quiero quedar, pero que no puedo. El problema es que querrían saber el motivo y, Pedri no sé, pero Gavi se querría meter de por medio, me ofrecería el dinero que me hace falta y nos pelearíamos por ello. Yo le diría algo al estilo de "no soy tu obra de caridad" y él diría algo como "lo hago porque te quiero" y todo sería un desastre. Así que prefiero no hablar de dinero con él.

Cuando aparcamos en el parking subterráneo del aeropuerto, miro de reojo a Pablo, que tiene las manos metidas en los bolsillos y me mira con ojos tristes mientras Pedri saca mi maleta del coche.

- Gavi... - murmuro queriendo, al menos, irme sin que estemos peleados.

- Vamos - dice el canario pasando a mi lado con mi maleta.

Su amigo lo sigue y yo respiro hondo. No, que no me hagan eso, porque esto me duele a mí más que a ellos. No estaré siendo sincera del todo, pero me siento fatal por tener que irme. Me trago las lágrimas y les sigo con la cabeza gacha, cansada de esto. ¿Por qué la vida no puede ser más sencilla? ¿Por qué no puedo quedarme aquí con ellos y a la vez ser responsable? ¿Por qué lo que quiero hacer y lo que debo hacer tienen que llevar caminos tan separados?

Todo es tan difícil. Bueno, algunos lo verán muy claro. Al que le guste todo lo romántico me dirá que lo deje todo para estar con quien quiero, pero el que tenga dos dedos de frente me dirá que me centre en mis estudios, que son mi futuro. Y sonaré infantil, pero me parece injusto que Pablo y mi futuro no puedan ser a la vez. Quiero que sean a la vez. Pero cada paso que damos en el aeropuerto parece indicar que no, que es una cosa u otra.

Y no quiero tener que elegir, porque de ese golpe me costaría curarme.

Al cabo de un rato, llegamos al punto donde nuestros caminos se bifurcan, donde yo debo despedirme de ellos y dejar atrás los que podría considerar como unos de los mejores días de mi vida. Ninguno dice nada, pero al mirar a Pablo noto cómo sus ojos se cristalizan levemente. Me acerco y lo abrazo, tirando por la borda mi estúpido enfado. No sé cuándo lo volveré a ver y me niego a subirme en ese avión sin haberlo besado al menos.

- Te voy a echar de menos, Gavichuela - susurro escondiéndome en su pecho.

- Y yo a ti, Mimi - besa mi cabeza y yo lo miro. - En dos semanas me iré a Qatar, no sé cuándo volveré - avisa claramente disconforme con ello. - No vendrás, ¿no?

Niego con la cabeza y miro de reojo a Pedri, que me mira a mí con lástima. No quiero darle lástima, ni a él ni a nadie.

- La semana que viene, el miércoles, es el cumple de mi padre - murmuro mirando a Pablo de nuevo. - Yo me quedaré allí unos días, así que...

- Haré todo lo posible por ir - me asegura tomando mi rostro entre sus manos. - No tienes por qué irte - dice en voz baja.

No respondo y le doy un pequeño beso antes de separarme. Abrazo a mi amigo canario con fuerza y él me apretuja entre sus brazos.

- Ha sido genial tenerte por el piso estos días - reconoce mirando el suelo.

- Gracias por todo, Pedrito.

Imprudente // Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora