Capítulo 13: Ey, ¿Una Ayudita?

2.8K 132 55
                                    

Repaso el tema por quincuagésima vez, estresada por el examen que tengo en diez minutos. Esta semana tengo todos los días exámenes, y mi cabeza no da para más. Es lunes. Primera clase del día. Me voy a morir.

Una compañera de clase, Natalia, se acerca para preguntarme si estoy bien, que me veo muy pálida. Y yo le digo que sólo son los nervios. Aún así, noto su mirada de preocupación antes de alejarse. Pero yo no puedo hacer nada al respecto. Siempre me pongo así de histérica en las épocas de exámenes. No duermo, no como, y vivo estresada todo el tiempo. Me dedico únicamente a estudiar y a llorar. Llorar por el estrés. Y por la ansiedad. Y por el cansancio.

El problema es que, cuando estaba en casa, mis padres me controlaban y se aseguraran de que no me pasaba nada. Pero aquí, ahora, estoy sola. Nadie se va a encargar de que coma o de que duerma, y mucho menos de que esté tranquila y no me estrese. Y tú dirás: "¿Si ya sabes que te pones así por qué no te controlas tú sola?". Muy fácil. Soy gilipollas. Fin del argumento.

Estamos apañadas.

Desde luego.

Suspiro y me froto las sienes, tratando de tranquilizarme. Intento convencerme de que el examen me saldrá genial, puesto que me lo he preparado mucho, pero mi cabeza no entra en razón. Digamos que ahora mismo estoy dividida entre la confianza y la inseguridad y va ganando lo segundo por paliza.

Mi teléfono empieza a sonar y respondo enseguida porque la musiquita me taladra el cerebro. Con lo tranquila que he estado esta noche y esta mañana más temprano... Pero en cuanto él se ha ido el estrés ha hecho su magistral aparición. Y ahora no hay quién me calme.

O tal vez sí.

- ¿Diga?

- Hola, muñeca - saluda Pablo felizmente. - Acabo de llegar a la Masía. Ahora tenías examen, ¿no?

- Sí, sí - asiento mordiéndome el labio.

- ¿Estás bien? Pareces nerviosa.

- Estoy temblando, Pablo - respondo siendo excesivamente sincera.

- ¿Pero está todo bien?

- Sólo nerviosa por el examen, nada más. Que soy una dramática - murmuro hablando demasiado deprisa.

- Bueno, pues respira hondo y cálmate, ¿vale? Eres muy lista, ya verás cómo sacas notaza.

Sonrío un poco y asiento aunque sé que no me ve.

- Gracias - exhalo finalmente. - Te dejo, que ya mismo llega el profre.

- Vale... Mucha suerte, muñeca.

- Adiós, Gavichuela - murmuro antes de colgar.

Suspiro y guardo mi teléfono en el bolso. Me va a dar algo. Odio la época de exámenes. La odio con toda mi alma. Una vez perdí cinco kilos en una semana. Ese es el récord.

Me muerdo los labios, arrancándome la piel poco a poco. Me paso así los eternos minutos previos al examen, y todo el tiempo que dura el examen, en realidad. Noto que me hago sangre, pero estoy demasiado ocupada en devanarme los sesos para hacer este examen perfecto. Lo leo y lo reviso mil veces, hasta que sólo quedo yo en la sala y la profesora está mirándome fijamente, esperando a que acabe. He acabado hace un rato, pero me da auténtico pavor entregar el papel. ¿Y si tengo algo mal y no me doy cuenta hasta dentro de un rato?

- Miriam, creo que ya has acabado - murmura la mujer.

- Creo que no - niego con mirándola con ansiedad.

Ella frunce el ceño y se acerca. Me quita el examen y empieza a repasarlo rápidamente.

- Probablemente sea un notable, o más - dice sonriéndome de forma comprensiva. - Vete ya, seguro que tienes otros exámenes importantes que atender.

Imprudente // Pablo GaviUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum