Capítulo 29: Bienvenido Seas, Mundial

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Regresar a Sevilla no era lo que más me apetecía, pero tras unos días con mis amigas y mi familia, me veo con energías suficientes para afrontar la recta final de este trimestre. Tengo mucho trabajo acumulado y he perdido muchas clases, así que eso no ayuda mucho a mi estrés y mis fuerzas, pero sólo de pensar que en un mes se acabará todo, me animo más.

Ya he pedido la solicitud de traslado, y por la nota que saqué en selectividad me da de sobra para que me admitan en la otra universidad, así que no parece que haya problemas con eso.

Estudios aparte, me he animado a empezar a ver los partidos de este mundial. El último que vi fue el de la final de 2010, así que me está costando un poco no volver al pasado, y aunque a veces tengo flashbacks y recuerdos que reabren esa vieja y profunda herida, estoy haciendo todos los esfuerzos posibles por resistir. Poco a poco me cuesta menos, y también he de decir que estoy intentando centrarme en las memorias buenas, no las malas, y va funcionando.

Hoy juega la selección española por primera vez en este mundial, y estoy bastante inquieta porque ver a mi chico vestido de rojo es algo muy especial para mí. Va a estar de titular, cosa que sé que le hace mucha ilusión, y el orgullo que siento es indescriptible.

Estoy sentada en el sofá yo sola, comiendo cereales en un bol con yogurt líquido, con la tele reproduciendo la previa del partido. La mesita está llena de papeles y libros, pues hace tan solo un momento que he parado, y yo no puedo evitar sentirme un pelín sola. Laura se ha ido a Qatar con sus padres y su hermano para apoyarle así que estaré sola estos días.

El partido empieza y yo sonrío. Me gusta la selección que tenemos, pero hay un problema; o los jugadores son más mayores o son muy jóvenes. Este año no estamos para ganar, lo sé de antemano, pero el próximo mundial, con menos viejos y con los jóvenes más experimentados... No dudo que podamos repetir lo de 2010. Eso sí, el portero que tenemos no me gusta mucho. Un gran equipo necesita un gran portero, y Unai Simón, a pesar de ser buen guardameta, no creo que esté a la altura.

Apenas once minutos después del inicio, Dani Olmo marca un gol en la portería de Costa Rica, y yo no puedo evitar emocionarme un poco. Diría que, como jugadores, él y Morata son mis favoritos de la selección junto con Pedri.

No sé si por calidad o por nivel, España se ve mucho más superior que el otro equipo, con más control de balón y más llegada a portería además de más tiros a puerta. En el minuto 21 marca Asensio, otro de mis favoritos (y el mejor de todos según mi padre), y de nuevo celebro. Una vez más, siento esa emoción que daba por perdida cuando de fútbol se trataba. Están haciendo un partido brillante, y si siguen así será una goleada en toda regla. Puede que no me equivoque demasiado, porque en el 31 marcamos, esta vez de la mano de Ferrán Torres, que tira el penalti por la falta que le acaban de hacer a Jordi Alba. Me cuesta asimilar que conozco a esos dos.

Llega el intermedio y enseguida recibo una llamada de mi padre, que está eufórico.

- Gol de Asensio, del Madrid - señala en cuanto descuelgo.

- Y gol de Ferrán, del Barça - digo con diversión.

- Un penalti no cuenta - bufa haciéndome reír.

- Papi, te recuerdo que es mundial, no Liga ni nada de eso - le regaño rodando los ojos. - Antes que madridistas o culés, son españoles.

- Lo que tú digas - dice en voz baja. - Tu novio está jugando bien.

- Están jugando todos bien - corrijo enseguida. - Pero Pablo lo está haciendo genial, sí.

- El portero me va a provocar un infarto en una de estas - se queja repentinamente. - Que alguien le explique a ese hombre que se tiene que quedar cerca de la portería cuando el otro equipo está atacando y que puede usar las manos.

Imprudente // Pablo GaviWhere stories live. Discover now