Capítulo 14: Prefiero Sevilla

2.7K 147 86
                                    

A pesar de mis protestas, al final me quedé dormida después de que Laura me obligara a comer y a irme a la cama. No sé cuántas horas he dormido, pero definitivamente me siento mejor. Cuando abro los ojos, veo a través de la ventana que ya ha oscurecido, y aunque me da una pereza tremenda, me incorporo y me froto los ojos. Ahora mismo me cuesta saber hasta quién soy, así que probablemente haya dormido bastantes horas.

Escucho que hay gente hablando en el salón, y como soy demasiado curiosa, no puedo evitar levantarme y pegar la oreja a la puerta de la habitación. Hablan de temas triviales, cosas sin importancia, pero no termino de encajar las voces. Una es Laura, y la otra persona me suena demasiado su voz. No es Gavi, pero sin embargo me resulta muy familiar. Me quedo un rato escuchando, hasta que por fin Pablo habla y me confirma que está aquí. No sé si estar enfadada o contenta.

Bueno, en realidad estoy muy feliz, pero quisiera estar enfadada.

Abro la puerta, por la curiosidad de saber quién es esa tercera persona y por las ganas de ver a Pablo, y me llevo una sorpresa al ver a Pedri sentado en el sofá. Ya decía yo que ese acento me sonaba...

- Hola, bella durmiente - me saluda sonriente el canario, que es el primero en verme.

- Hola, Pedrito - respondo sonriendo.

Me cae muy bien este chaval.

Cuando Gavi me ve, no tarda ni dos segundos en levantarse y venir hacia mí para abrazarme de forma casi asfixiante. Le devuelvo al abrazo y sonrío tontamente, escondiendo el rostro en el hueco de su cuello.

- No me puedes dar estos sustos, muñeca...

- Sólo me he desmayado, Gavi - susurro en respuesta, mirándolo a los ojos. - No tendríais que estar aquí - añado mirando a Pedri por sobre el hombro de Pablo.

- A mí no me mires, el flipado este me ha arrastrado con él porque me necesitaba de chófer - se defiende el isleño encogiéndose de hombros.

- Estaba preocupado - murmura el sevillano sonrojándose.

Es más mono y revienta.

Suspiro y sonrío. ¿Cómo enfadarme con él cuando ha hecho lo que llevo deseando que hiciera toda la semana? Porque sí, con él me vuelvo egoísta, y ya no voy a intentar disimularlo. Lo quiero para mí, todos los días, a todas horas.

- Bueno, ya la has visto - resuelve Pedri levantándose. - Ahora tenemos que volver.

- No - se niega Gavi enseguida. - Tú te vienes con nosotros - añade mirándome.

- Tú estás mal de la cabeza - me río nerviosamente, queriendo creer que es una broma, pero él parece ir muy en serio.

- Ya has acabado todo lo importante, todos los exámenes y proyectos, ¿no? - Inquiere el de ojos castaños. Yo asiento con la cabeza y él da una palmada. - Pues hala, nos vamos - entra en la habitación y yo lo sigo con el ceño fruncido.

- ¡Estás loco si crees que iré a Barcelona!

- Vendrás.

- ¡Pedri, tu amigo está desvariando! - Me giro para llamar al canario, que observa todo sonrientemente desde el umbral de la puerta de la habitación. - Haz algo.

- ¿Para que siga dándome el coñazo con que te echa de menos? No - se ríe más al ver la mirada asesina que le echa el sevillano y yo le miro falsamente enfadada. - Nos lo pasaremos bien, venga.

- ¡No tengo dinero!

- Yo sí - dicen los futbolistas al unísono.

- ¡Pedri! - Lo regaño.

Imprudente // Pablo GaviOnde histórias criam vida. Descubra agora