Capítulo 16: Juguemos Al Pañuelo

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Cuando salgo de la ducha, pegan en la puerta del baño y enseguida se oye la voz de Pedri.

- El amor de tu vida ha llegado - anuncia haciéndome reír.

Ruedo los ojos y, asegurando que tengo la toalla bien puesta, abro la puerta.

- Pues dile al amor de mi vida que espere - respondo en el mismo tono de burla que ha usado él.

- ¡Gavi! ¡Ha dicho que eres el amor de su vida! - Chilla el canario corriendo por el pasillo, imitando el comportamiento característico de las crías de catorce años cuando el chico que les gusta les sonríe.

- ¡Mentira! - Grito yo sin poder dejar de reír.

Si es que con Pedri yo no me aburro. Parece el más calmado y el maduro, pero cuando está en confianza es el que peor está de la cabeza. Eso sí, por lo que Pablo me cuenta, en los momentos de seriedad es siempre el más racional y el que pone paz.

Cierro la puerta del baño de nuevo y me seco rápido, mirándome en el espejo fijamente. Estoy muy delgada. Si mi abuela me viera me haría ocho platos con veinte croquetas en cada uno y me obligaría a comérmelo todo. No suena nada mal, en realidad. Aparte, echo muchísimo de menos la comida de mi madre. Vivir a base de comida basura (o no comer directamente) ha dejado de ser tan bonito como al principio.

Me seco el pelo, aún pensando en mis cosas y en mi hogar, cuando tocan de nuevo en la puerta.

- ¿Puedo entrar? - Pregunta Gavi.

- Estoy desnuda.

- Entonces entro - decide de broma, haciéndome reír. - ¿Puedo o no?

- Un momento, cabezón - digo poniéndome el top de deporte gris y las bragas. - Ahora sí.

Cuando entra, primero se queda procesando lo que está viendo y luego reacciona.

- Vaya.

- ¿Qué pasa? - Me río otra vez mientras me peino, mirándome a mí en el reflejo.

- No, nada - responde sentándose sobre la taza del váter. - ¿Sabes que si llegamos tarde Xavi nos pone una multa?

- No jodas - lo miro con apuro y él asiente.

- Pero tú con calma, sin presiones - dice en cierto tono sarcástico mientras alza las manos, como desentendiéndose del tema, y yo le doy un empujón en el hombro. - Es broma, mujer - se ríe y se cruza de brazos. - No tienes que venir si no quieres, si te vas a aburrir...

- Que no, que quiero ir, de verdad - le interrumpo mientras me pongo las mallas negras que me quedan algo ajustadas pero que me encantan. - No todos los días tienes la ocasión de conocer a Xavi Hernández - añado algo ilusionada.

- Ajá, pero duermes bajo el techo de Pedri y puedes besar cuando quieras al famoso Pablo Gavi y no dejas de quejarte.

- No seas fantasma - me burlo revolviéndole el pelo. - Tú eres tú y Xavi es Xavi... Él estuvo en el mundial de 2010, tú no.

Él rueda los ojos y resopla.

- Me gustaría saber por qué le tienes tanto amor a ese mundial, Mimi... - comenta él consiguiendo que yo lo mire de reojo.

- Todo a su debido tiempo, Pablito - es la única respuesta que le doy mientras me pongo un crop top y encima me coloco su chaqueta, la que me dio él en Madrid. - ¿Nos vamos?

Él suspira y asiente, levantándose y saliendo del baño. Yo recojo todas las cosas y después de guardarlas en su sitio voy al salón, donde los dos futbolistas me esperan.

- Por fin - sonríe Pedri, que parece impaciente.

- Calla y vámonos - respondo riendo y rodando los ojos.

Imprudente // Pablo GaviWhere stories live. Discover now