Capítulo 27: Un Mal Sueño

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Miro fijamente la pared, preguntándome cuánto tiempo llevaré así, con la mirada perdida y la mente sumida en mis más oscuros pensamientos. Mi padre hace un rato que dejó de intentar hablar conmigo y se fue, sin más paciencia para mí.

Llevaba mucho tiempo esperando esto, esperando a que todo volviera, pero no me esperaba que fuese a ser ahora, ni mucho menos que fuese provocado por Pablo. Y no lo culpo, porque lo que tengo en la cabeza no es culpa suya. En el fondo sé que debería habérselo contado todo, aunque me da miedo que me deje después de esto. Ni siquiera sé si sigue aquí, en realidad. Lo más sensato sería marcharse y olvidarse de mí. Pero creo que Gavi y sensato no pueden ir juntos en la misma frase.

No quiero hablar, y más bien, no puedo. Siento que me he quedado muda, bloqueada. Y no sé qué hacer, igual que cuando era niña. Me había olvidado de lo horrible que era. Me había olvidado de lo mal que me siento después de que todo pase. Supongo que el psiquiatra que me trató y decidió que estaba curada, no sacó todos los monstruos de mi armario. O a lo mejor soy yo la que escondió esos monstruos lo más profundo posible.

Escucho que se abre la puerta, y cierro los ojos. Los pasos a mi espalda creo reconocerlos, y peor me siento. El corazón me duele sólo de pensar en que él me ha visto así... Y peor me sentiré si lo miro a los ojos y veo lástima de verdad en ellos.

La cama se hunde y acto seguido siento sus brazos a mi alrededor, además de su pecho en mi espalda. Lo escucho suspirar y yo me agarro a sus brazos, queriendo mantenerlo cerca, temerosa de perderlo después de todo.

- No te has ido - consigo susurrar.

- ¿Por qué lo haría, muñeca? - Responde en mi oído, acariciando mi brazo.

No digo nada y cierro los ojos, dejando que su olor me embriague por completo y me saque de la pesadilla en la que estoy. Esto sólo puede hacerlo él, sacarme de un mal sueño con tan solo un abrazo es algo que nadie más puede hacer.

- Me habría gustado que tú me lo hubieses contado - dice en voz baja. - ¿Era lo que dijiste que me contarías cuando estuvieses lista?

Asiento con la cabeza y sorbo la nariz, teniendo ganas de llorar otra vez. Quería esperar un poco a ver cómo nos las apañábamos manteniendo la relación a distancia antes de contarle todo. Quería tener los cimientos de nuestra confianza bien fuertes antes de que él supiera que, quizá, no soy tan genial como él se piensa. Al final la verdad ha salido antes de tiempo y de la peor manera. Y tampoco sé qué tanto le habrá contado mi madre.

- ¿Cómo estás?

- Mal - sonrío agriamente aunque él no me vea y me arden los ojos. - Lo siento mucho, Pablo...

- No me pidas perdón por algo que no es tu culpa - me riñe abrazándome con más fuerza. - Te quiero, Mimi, quédate con eso.

- No quiero hacerte más daño.

- Estar lejos de ti es lo único que me duele.

Siento que deja un beso en mi nuca y vuelvo a sonreír, esta vez de forma alegre. El gesto me reconforta casi tanto como sus palabras, y el daño que hace tanto tiempo que llevo conmigo, vuelve a doler menos. Con él todo parece dolerme menos y, a la vez, el doble. Sólo quiero olvidarlo todo y empezar de cero con él, ¿tanto pido?

- Quiero dejar la universidad - espeto de pronto, sin saber muy bien por qué lo digo justo ahora. Quizá sólo intente desviar el tema de conversación.

Él se separa de mí y se incorpora en la cama, y yo hago lo mismo. Apoyo la espalda en el cabecero de la cama y nos miramos, muy serios, aunque él está bastante confuso a juzgar por su ceño fruncido.

Imprudente // Pablo GaviWhere stories live. Discover now