- maldición.. - susurro con el susto presente y me volteo para tomarme un mini tiempo.

Enserio me asusté.

- Hola - habla tranquilo y vuelvo a voltearme para verlo.

- ¿Donde estamos? - mi voz sale entrecortada por el frío.

- Acércate. - lo hago y se quita los guantes para luego tocar mi pierna, especialmente donde fue la herida.

Quita la gasa con cuidado ya que tiene algunas cintas adhesivas para que no se rodará. Se levanta y busca con que atender la herida. Lo miro con atención todo lo que hace y cuando termina se vuelve a colocar los guantes.

- Vístete - manda y su voz no es para que pienses si lo haces o no.

Tal cosa me hace verlo fijamente y claro que no me vestiré hasta que hable así que en mi rebeldía bajo la mirada a mis pies que se han puesto ligeramente morados.

- Isabella - vuelve hablar - hay demasiado frío y aquí la calefacción no sirve, vístete.

- Quiero saber - digo tratando de controlar el temblor de mis labios cosa que es imposible.

- Esta bien, solo vístete - Responde yéndose por la puerta que justo creí que era para entrar al interior.

Me comienzo a poner la ropa interior con rabia y hay que felicitar al que compro todo esto, es un buen outfit. Me pongo primero un body que tiene una tela muy gruesa de mangas largas, me pongo el pantalón de cuerina que me queda como una segunda piel, una chaqueta gruesa, medias y unas botas negras que apenas entran en mis pies comienzo a sentir calor, guantes negros y lo único que no es del mismo color es un abrigo largo suave de color beige.

Peino mi cabello con mis manos y me pongo un gorro negro suave. Salgo y camino por un pasillo largo y lo único que hay a mi alrededor es ventanales y hasta el techo es una ventana que muestra todo el exterior.

Bajo por las escaleras de madera oscura que están forma de caracol Encontrando una sala gigante repleta de más ventanales a excepción de cuatro puertas, tengo una al frente de dos puertas que es la que llama mi atención, me dirijo hacia ella pero escucho pisadas que me hacen detener.

- Guten Morgen an die "Dame" - Me dicen en un perfecto alemán  y cuando mis ojos se mueven de donde proviene la voz encuentro a la misma mujer que vi cuando fui a buscar Claudia.

>>Buenos días a la dama<<

- ¿Quien eres? - pregunto con algo de amabilidad.

Yo soy la nueva aquí y aunque no me gustó su tono de sátira no quiero problemas con esta gente que no sé de dónde salió.

- Eso a ti no te importa no eres más que una Hündin - Suelta con suficiencia como si no la entendiera.

Esto me pasa por tener modales.

- ¿Donde esta Antonio? - Pregunto cruzándome de brazos.

- ¿Le dices Antonio? - Responde con una pregunta sarcástica y noto la burla.

- ¿Me vas a decir si o no? - Hablo con suficiencia ella no me va hacer creer que valgo menos - ¿Sabes qué? - le devuelvo el tono. - no necesito que me digas yo lo puedo encontrar.

- Soy su prometida cariño. - le doy la espalda. - No te ilusiones que tu estadía aquí es solo para que te cojan como la zorra que eres, el lo sabe, todos lo sabemos pero si quieres arrastrarte ve y hazlo.

Camino en línea recta hacia la puerta que espero que se encuentre el hombre que me trajo aquí. Quedo contra esta y con toda mi fuerza abro las puertas pesadas encontrando a quien quería y siento como la rabia me toma, apagando mis sentidos cuando me ve, no puedo evitar caminar hacia el que está recostado sobre su escritorio levanto mi mano y le volteo la cara.

¿Quién carajo se cree para traerme aquí y....

- Disculpa - Susurro rápidamente y mierda ¿Que me pasa?

El recuerdo de lo que pasó la noche anterior me hace replantear mi situación aquí. ¡Corre Isabella, corre!

No recibo respuesta pero si una sonrisa que me hace dar un paso hacia atrás pero el que tome mi mano con delicadeza me detiene de seguir con lo que tenía planeado.

Un plan estúpido si me preguntas.

- Fuera - habla con voz pausada y me volteo a ver quién presenció tal escena.

Me quedo tiesa cuando veo a Johnson que está saliendo de la oficina junto con muchas personas más que no conozco pero no me importan es su mirada de asco que resalta y por ello lo dejo de ver.

- Que agresividad - Habla tranquilo tocando su cachete - ¿Que pasa?

Las puertas se cierran y el se aleja. No le quito la.mirada por miedo de que haga algo pero solo toma asiento en unos de los sillones y es ahora o nunca.

No se me puede ir la valentía y es hora de encararlo de una vez por todas, me merezco la explicación.

- ¿Quién eres y que hago aquí? ¿Que es todo esto? ¿Por qué me dicen tanto señora? ¿Por qué una estúpida afuera me llamó puta? - Suelto la última con rabia.

Si lo soy pero depende quien me lo diga.

- No tenías que cachetearme aunque me prendió, no tenías que hacerlo - Lo veo expectante.

Me recuesto del escritorio tal como estaba el cuando entre.

- ¿Quién carajo eres? Porque recibí una bala por tí y normalmente no recibo una bala por nadie. - me cruzo de brazos. - De hecho, nunca en mi vida me he planteado tomar un arma..

- Déjame hablar.. - Trata de interrumpirme y me molesto más.

- ¿Estas comprometido? - Aprieta sus labios. - ¿Seré la otra y ni siquiera lo sé? ¡Por Dios! Es que ni lo soy porque estoy aquí con alguien que no conozco y que ni siquiera ha tenido la decencia de decirme quién es. - Alza las cejas. - Ni siquiera hemos tenido sexo y me dicen puta.

- Si me dejaras hablar. - Alzo una ceja y respira hondo. - Soy.. - Vuelve hablar pero es interrumpido nuevamente pero no por mi si no por las puertas que se abren.

- ¿Papá? - Antonio no me quita la mirada de encima más bien me sonríe con suficiencia mientras que yo miro al niño que me ve fijamente también.

No entiendo una maldita mierda.

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>>Hündin<< puta

Unstable. [saga Bernocchi &gt; Libro 1]Where stories live. Discover now