｡･:*:･ﾟ★ DEAD MAN
❝así que, en otras palabras, ¿soy básicamente una versión mucho más oscura y destructiva de una bruja que arruina la vida?❞
DONDE la vida de adrian martin da un vuelco repentino cuando se ve envuelto en el inusual caos de scott y...
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TRAS PERDER A SCOTT SIN FORMA DE SABER SU PARADERO, STILES SE APRESURÓ A OFRECER EL WALKIE TALKIE QUE TENÍA PARA LOS SERVICIOS POLICIALES DE SU PADRE. Adrian no sabía por qué aceptó, pero lo hizo. En ese momento, sólo quería encontrar a Scott, volver a casa y dormir unas horas más.
—Stiles, sabes que no puedo llamar a la línea de despacho cuando estoy de servicio, —el pelirrojo optó por quedarse callado en el asiento del copiloto y dejó que Stiles se encargara de hablar, ya que, a diferencia de él, conocía a todos los agentes.
—Sólo necesito saber si has recibido alguna llamada extraña. —Dijo Stiles a la mujer de la otra línea con urgencia, conduciendo en busca de su amigo hombre lobo.
—¿Qué? ¿extraña, cómo? —Preguntó confusa. A Adrian le sorprendió que no callara al chico por completo, algo le decía que no era la primera vez que hablaba con los agentes por radio.
—Uh, ¿como una persona extraña o un individuo parecido a un perro vagando por las calles? —Adrian lanzó una mirada de desagrado a Stiles, la mujer se despidió del chico antes de desconectar.
Stiles no hizo un comentario inteligente y sarcástico como Adrian pensó que haría. En lugar de eso, el chico tiró el walkie talkie en el asiento trasero, suspirando.
Los ojos de Adrian se ablandaron sin querer, mordiéndose el labio en vacilación antes de hablar. —Oye, —el chico de ojos avellana lo miró con tristeza—. Seguro que Scott está bien. Probablemente sólo se asustó. Todo esto es aún nuevo para él, después de todo.
Stiles asintió, entendiendo lo que el chico trataba de decir mientras se esforzaba por calmar sus nervios. —S-Sí, tienes razón. —Exhaló Stiles. En un momento dado, los dos chicos se encontraron mirándose fijamente a los ojos, sin decir ni hacer nada hasta que Stiles sonrió suavemente—. Gracias, Adrian.
Ahora, tal vez fue en el impulso del momento. En cualquier caso, Adrian no sabía qué sensación le invadió cuando bajó la mano hasta posarla suavemente sobre la temblorosa de Stiles. Sus dedos se crisparon y rozaron mientras Stiles se calmaba casi de inmediato, mirando fijamente la mano cerca de la suya.
Por un momento, se olvidaron de Scott McCall y de los problemas que le rodeaban. Se olvidaron de todo el espectro de popularidad y egos. Se olvidaron de casi todo. Eran ellos, y sólo ellos.
Pero, como dice el viejo refrán, una nube oscura comenzó a llover sobre el desfile de Adrian Martin; esa nube era él mismo.
Con su mente volviendo a sus acciones en la realidad, inmediatamente retiró la mano y se la acercó al pecho como si se hubiera hecho daño. Stiles le dio una cara confusa con una mezcla de otras emociones; Adrian leyó una de ellas rápidamente como herido.
