Un beso con sabor a problemas

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Por un momento pensé que se iba a apartar, puesto que no respondía a mi gesto, pero apenas unos segundos después sentí su boca abrirse bajo la mía, iniciando así un beso cargado de pasión y de una sensación parecida a la rabia. Steph me alzó del suelo con sus fuertes brazos, llevándome en volandas hasta la pared, contra la cual apretó mi espalda. Yo rodeé su cintura con mis piernas, atrayéndolo más hacia mi, pegando tanto nuestros cuerpos que podíamos habernos fundido en uno. Nuestros labios seguían unidos en un beso violento que me quitaba la respiración, mientras que sus frias manos se deslizaban por mi espalda, deteniéndose un breve instante en el cierre de mi sujetador, pero finalmente subiendo hasta mis omoplatos. Las mías se habían enredado con su pelo, pero mis dedos pulgares acariciaban su nuca. Sentía el corazón latir tan fuerte que me daba la sensación de que todo mi cuerpo vibraba, y mi piel se iba tornando cada vez más caliente. No podía pensar en nada más, solo en Steph. Pero de pronto la magia se rompió. Los labios del guardián se apartaron de los míos. Abrí los ojos, que hasta ese momento habían estado cerrados, y pude ver el pesar reflejado en los suyos. Intenté preguntarle que ocurría, pero silenció mi voz colocando su dedo sobre mi boca y negando con la cabeza. Se inclinó sobre mi y, tras rozar apenas sus labios con los míos, avanzó hacia la puerta con pasos agigantados.


Yo me quedé mirándolo estupefacta, sin poder reaccionar. Me dejé caer al suelo, sin apartar la vista de la puerta, esperando a que el guardián volviera y me explicara que había pasado. Pero no volvió. No se cuanto rato pude permanecer ahí, con las rodillas en el pecho y la mirada perdida y nublada por lágrimas, con mi cuerpo sacudido de cuando en cuando por sollozos. Solo me levanté por que mis articulaciones empezaron a quejarse, y tuve que estirarlas. Encaminé mis pasos hacia la diana, y arranqué las dagas que mucho tiempo antes Steph y yo habíamos clavado en ella. Me distancié  y me coloqué en la posición que el rubio me había enseñado, lanzando la primera daga con tal furia que la clavé hasta el borde. La segunda salió disparada de mi mano, y para mi sorpresa, se hundió bastante cerca del centro.


Había pasado de la tristeza a la ira, y siempre que me enfadaba de ese modo afloraban inevitablemente mis poderes, como el día de las prácticas de fuego. Estaba descontrolada, pero aún así evité tocar el diamante. Abrí los brazos hacia los lados, consiguiendo alzarme en las corrientes de aire y elevarme rápidamente hacia el techo, con los cabellos pelirrojos flotando a mi alrededor como si estuviera sumergida en el agua. Cuando mi cabeza chocó contra el alto techo abovedado, mantuve mi posición con una mano, mientras que con la otra empecé a crear tornados, mangas de aire que alcanzaron los dos metros de alto y que giraban enloquecidas por el suelo, debajo de mi, haciendo vibrar los cristales de las ventanas y los espejos. Estaba furiosa, y lo cierto es que imponía bastante, flotando sobre los tornados. De pronto, alcancé a oír una voz entre el rugido del aire, una voz que me llamaba. Miré hacia la puerta y vi a Steph en el marco de la puerta, contemplándome con el rostro pálido y los ojos desorbitados.

Mi primer impulso fue el de arrojarle los tornados, para luego poder verlo girar dentro de ellos hasta que perdiera la consciencia, pero al leer el miedo en su expresión decidí que era mejor no volver a provocar un accidente con el guardián. Bajé la mano con la que los había creado, haciendo así que redujeran su tamaño hasta que desaparecieron. Pero decidí no bajar, al menos no aún, del techo. -Vaya, pero mira quien ha decidido volver-. Dije con voz dura. Mis palabras parecieron molestarle, pero se limitó a contestar. -Creo que te debo una explicación. ¿Te importa bajar aqui para que podamos hablar?-. .-Estoy arriba y estas hablando conmigo, no veo la necesidad de descender al suelo-. .-Selene...-.susurró mirándome suplicante.-Por favor...-. El hecho de que me hubiera llamado por mi nombre fue suficiente para darme cuenta de que no estaba bromeando, así que extendí los brazos y bajé lentamente al suelo, con su mirada siguiéndome, hasta que aterricé sobre mis pies descalzos. Lo miré sin decir nada, pero dándole a entender que iba a escuchar lo que tuviera que decirme. El suspiró pesadamente y trató de acercarse a mi, pero yo di un paso hacia atrás, de modo que se quedó donde estaba. .-Selene yo....-.empezó con voz casi temblorosa, sin un ápice de su habitual sarcasmo. .-Yo no se que me has hecho-. Aquella confesión me pilló por sorpresa y no entendí lo que el chico quería decirme. Al ver mi mirada de desconcierto, se alzó de hombros y siguió hablando .-Quiero decir, yo nunca...no soy...yo no creo en el amor romántico, pelirroja, me parece que eso es solo un invento de la gente que teme a la soledad. Nunca he sentido amor, solo por una persona, y no del tipo de amor que te imaginas .-puntualizó con un deje de tristeza. Yo estaba empezando a notar como mi corazón se aceleraba de nuevo, y me maldije por ello. .-Pero... la otra noche, al verte tan indefensa en tu habitación...No se me sucedió algo extraño. Normalmente me habría reído porque no pudieras aguantar el alcohol, pero lo único que sentía era la necesidad de protegerte. .-Por la expresión de su cara, estar diciéndome aquello debía estar costándole tanto como tragarse un cuchillo. .-Y antes..cuando..bueno.-carraspeó suavemente antes de seguir. .-Cuando me has besado he sentido algo que no...había sentido nunca hasta ahora, y puedo asegurarte que he besado muchos labios y jamás había sentido algo similar. Y me asusta Selene...Me asusta por que no lo entiendo y porque para mí el amor es un tipo de debilidad.



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