Capítulo 9

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Camino a ti.

Academia Blairsville.

~~~15 horas antes del desastre~~~

Adaline.

—Vic deja de llorar por favor—le ruego obviando por ella el malestar que llevo encima—Sabes que me pone mal verte así.

Estamos en la entrada del recinto. El cargamento del luto que aún se está cociendo y la pesada atmósfera que se respira aquí... no nos lo pone nada fácil.

Hace exactamente treinta minutos estaba abarrotada de profesores, alumnos y compañeras muy cercanas a Olivia desoladas en llanto.

Ahora sólo quedamos siete gatos. Encima está oscureciendo.

Tengo diez llamadas perdidas de Papá. Sí, otro que se enteró de la noticia.

Ya lo veo reunido en la junta con el director.

—Fue horrible—dice entre lágrimas. Los mechones sueltos de su flequillo apuntando hacia todos lados—La policía. La prensa. Todo Adaline.

—Ya pasó—se aferra más a mi cuerpo envolviendo sus brazos en mi estrecha cintura, luego de esconder su pequeño rostro en mi escote.

Su respiración chocando y regalándome una que otra cosquillas justo ahí—Estamos juntas.

Asiente aún escondida en un hueco de mi pecho cuando Saint con cara de haber visto un fantasma aparece. Digo yo que será por lo sucedido o por como he cambiado en menos de dos semanas.

Su cabello rubio natural por un instante quedándose grabado en mi mente, inconscientemente lo comparo con el de Daxton.

Me quedo con el degradado. Por muy mal que me caiga ese bueno para nada.

—Saint.

Me envuelve en un abrazo que me coje de improviso aún si mantengo las distancias para evitar que ocurra otra tragedia, alejando rápido de él.

Su aroma en cambio, si acaricia mis fosas nasales y se queda impregnado en mi ropa.

—¿Dónde estabas? Te llamamos.

Trago grueso, manoseado rápidamente adentro de mi baúl de inventos para situaciones extremas como la que me presenta.

En una iglesia buscando apoyo espiritual para que rocíen con agua bendita a un demonio que vive para martirizarme la existencia.

—Tuve que ir al médico—miento forzando una pequeña sonrisa en mis labios—Me recetaron algo, tenía unas náuseas espantosas. Algo me sentó mal.

Asiente con una mueca creyéndoselo.

—Ojalá nuestro reencuentro no hubiese sido en estas condiciones, Adi—se lamenta rascándose la nuca.

—Dímelo a mi.

Se acerca hacia Vic acariciándole el flequillo dulcemente , esta aún encogida en mi pecho. Siempre hemos tenido mucha confianza entre los tres.

Prácticamente crecimos juntos.

—¿Queréis algo? Un café, tal vez?

—Te lo agradeceríamos Saint. Eres lo más—responde Vic por las dos.

Este asiente hacia mí a lo que le agradezco mirándole. Mi mirada brillando con aprobación hacia sus acciones tan nobles.

—Ahora regreso.

No hace marcharse Saint en busca de nuestras bebidas que mágicamente aparecen los Schneider.

Qué bonita coincidencia. Tanta felicidad no cabe en mi pecho.

Una vez tocado el Infierno Where stories live. Discover now