Capítulo 1

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La carta de presentación.

Adaline Saffron.

Piedmont, California.

—Entonces qué... ¿Contando las horas para volver a clases? —inquiere Victoria claramente divertida.

Enarco una ceja probandome a mí misma. Con Vic nunca se sabe.

—Exacto. A diferencia de ti que te las pasas contándolas para ver a Connor-—ataco buscando enchincharla.

Resopla poniéndome mala cara luciendo más adorable que furiosa.

Su rostro es pequeño y alargado, sus ojos son llamativos tanto por su forma almendrados como su color gris claro.

Sus cabello azabache oscuro es todo lo contrario al mío, le llega a la altura de su clavícula dándole un aire de influencer de moda. Estratégicamente hace tan solo unos días también se hizo el flequillo, completando así ese look elegante y sofisticado que tanto anhelaba encontrar para subir nuevo contenido con él.

Lo tiene sumamente plisado al comienzo de su frente.

Cuando empieza a carcajearse como una foca provoca que su estampa se quede pixelada por unos segundos en mi pantalla.

Lástima que no dure mucho.

—Dejad ambos de soñar despiertos—dice quejándose como toda una diva—Ya quisiera Connor meter su cabeza entre mis...

Desconecto por un momento mirando hacia un punto muerto en mi habitación. Adoro a mi mejor amiga.
Admiro la osadía que tiene a decir lo que siente en todo momento sin cortarse.
Admiro lo empoderada y valiente que es.

Victoria es maravillosa en todos los sentidos...pero la envidio.

Envidio que lo tenga todo tan fácil y yo no.

Envidio que sus preocupaciones se limiten a reventar su tarjeta de crédito con gusto, causando que el subidón tarde durante días en irse.

En cambio cuando apenas el mío está empezando a cocinarse... se desvanece del todo en el mismísimo instante en que salimos por la puerta del centro comercial.

Cuando salimos a divertirnos según ella, cuando en realidad eso significa que quiere ligarse al tío que esté más bueno del lugar, bailar hasta que nos duelan los pies y bebernos hasta el agua de los floreros.

Yo solo pienso en que estoy cruzando una línea y debo controlar mis acciones. Como si alguien estuviese vigilando mis pasos... sí y al menor indicio de que no esté cumpliendo sus obligaciones me estaré metiendo en problemas.

No es nuevo para mí. Llevo años así. Nací con ello.

Siempre he echado en falta esa pieza que no me permite encajar con todas las otras.
Que no me permite divertirme ni perder la cabeza. Que no me permite inhalar el aire de buena mañana arrancándome una sonrisa de oreja a oreja. Que no permite ser una adolescente feliz.
Porque no lo soy.

No soy feliz.

No del todo.

Sé en mi interior que es un pensamiento egoísta ya que nací en una familia que me ha llenado de amor desde el minuto uno, y me ha ofrecido todos los caprichos que se le puede dar a una chica de casi dieciocho años.

Pero no puedo suprimir ese vacío que siempre he sentido bajo mi pecho desde que obtuve el más mínimo indicio de razón. 

Jamás he compartido mis auténticos pensamientos, ni mucho menos la causa de mis viejos desvelos en altas horas de la noche a mi inquisitiva y sobreprotectora madre.Aunque ya no suelo sufrir de tantos episodios de insomnio como solía... aún me quedan mis alucinógenos pesadillas/sueños.

Una vez tocado el Infierno Where stories live. Discover now